Tres Grandes Revelaciones Divinas

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El Amor Divino

Origen, esencia y fin de nuestra vida y de todo ser

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Prólogo

Introducción

1.   Amor Divino — Origen de todo ser

2.   Dios esta presente en su creación

3.   Enseñanzas Divinas en todos los tiempos

4.   Hombre, reconócete a ti mismo

5.   Conceptos erróneos sobre el mal

6.   Materialismo, ignorancia, doctrinas falsas

7.   Vida terrenal, muerte, el más allá

8.   Evolución y reencarnación

9.   Matrimonio, familia, educación

10. Ciencia, religión, espiritualidad

11. Desarrollo de dones y virtudes espirituales

12. Oración, meditación, espiritualización, visiones






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Prólogo

A continuación describiremos brevemente la fuente de la cual ha tenido su origen el contenido de este libro:

Domingo tras domingo en México, se reunían durante dos a tres horas gente sencilla del pueblo para escuchar la Divina Palabra pronunciada a través de "portavoces", los cuales carecían de alguna instrucción teológica, sin embargo gozaban de un corazón puro.

Todo comenzó en el año de 1861, cuando el Arcángel Gabriel se presentó ante Roque Rojas, comunicando que él era destinado para anunciar el comienzo del "Tercer Tiempo". Desde 1866 Roque Rojas recibió instrucciones a través del espíritu del profeta Elías, el cual ya era conocido con el nombre de Juan el Bautista, precursor de Jésus en el Segundo Tiempo. Del grupo que se reunía alrededor de Roque Rojas quedó una alma fiel, Damiana Oviedo, a través de la cual el Espíritu Divino pudo revelarse a partir de 1884.

Desde aquel momento la cantidad de los oyentes se incrementó constantemente en los años siguientes hasta formar miles, los cuales se encontraban cada domingo en una innumerable cantidad de "recintos" (lugares de reunión). Cada recinto tenía uno o varios portavoces preparados profundamente, y a través de ellos el Espíritu Divino podía revelarse. El Señor impartía Lecciones repetidamente de su Enseñanza a través del entendimiento humano, y esta forma de comunicación se terminaría el 31 de diciembre de 1950.

En 1940 acordaron que estas Cátedras o Lecciones fueron tomadas en forma taquigráfica y luego distribuidas y archivadas.

Después de 1950 un grupo de hombres y mujeres empezó a juntar las revelaciones que se hallaban dispersas por todo el país, con el propósito de publicarlas en un gran libro para conocimiento de la humanidad. De este enorme volumen editaron 12 tomos (cada uno de más o menos de 450 páginas) bajo el título de Libro de la Vida Verdadera con 366 llamadas "Enseñanzas", subdivididas en 25.500 párrafos o versículos para su mejor recordación o citación.

Al principio de este siglo se compilaba de esta obra de 12 tomos en un compendio, temáticamente bien ordenado, con 604 páginas bajo el título El Tercer Testamento, que esta actualmente (2014) disponible en Español, Inglés, Alemán, y Francés.

Para facilitar el acceso al Libro de la Vida Verdadera asi como a El Tercer Testamento hemos reducido esta obra voluminosa a un compendio más breve bajo el título El Amor Divino - Origen, esencia y fin de nuestra vida y de todo ser. Los números de referencias, indicados en paréntesis detrás de los párrafos, se refieren a la Enseñanza respectiva y al versículo del Libro de la Vida Verdadera.

Esperamos que este pequeño compendio pueda dar a muchos corazones una confianza y fe más profunda en Dios, dar consuelo y esperanza para el espíritu y el alma, así como encender la luz del conocimiento en relación a la vida sobre la Tierra y en el Mundo Espiritual.

Deseamos agradecer de antemano a todos los lectores, que ayuden a divulgar este libro – en beneficio de todos.






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Introducción

Para que el lector pueda hacerse una idea de la esencia que contiene este libro, les presentamos a continuación un resumen de los capítulos mediante extractos del texto original:

Amor Divino — Origen de todo ser

El amor es el principio y la razón de vuestra existencia, ¡oh humanidad! ¿Cómo podríais vivir sin ese don? Creedme, hay muchos que llevan en sí la muerte, y otros que están enfermos tan sólo por no amar a nadie. El bálsamo que a muchos ha salvado, ha sido el amor y el don divino que resucita a la vida verdadera, que redime y que eleva, es también el amor. (166, 41)

He ahí que vosotros nacisteis por amor, existís por amor, sois perdonados por amor y seréis en la eternidad por amor. (135, 20)

Dios esta presente en su creación

Mi Espíritu, siendo infinito y omnipotente, no habita en un lugar determinado, está en todas partes, en todos los sitios, en lo espiritual y en lo material. ¿Dónde está ese trono que vosotros me atribuís?

Unos dicen: Dios está en los cielos, otros: Dios habita en el más allá; pero no saben lo que dicen, ni conocen lo que creen. Ciertamente que habito en los cielos, pero no en el lugar determinado que habéis imaginado; Yo habito en los cielos de la luz, del poder, del amor, de la sabiduría, de la justicia, de la felicidad, de la perfección. (130; 30, 36)

Es menester que el hombre sepa que me lleva en sí, que en su espíritu y en la luz de su conciencia tiene la presencia pura de lo divino. (83, 51)

Enseñanzas divinas en todos los tiempos

Si vosotros creéis que hasta ahora he venido a revelaros algo de la vida espiritual, estáis en grave error, porque vuelvo a deciros: La enseñanza divina empezó cuando nació el primer hombre, y no exagero si os digo que mi lección comenzó con la formación de los espíritus, antes que el mundo fuese. (289, 18)

Que Dios se comunique espiritualmente con los hombres; que el mundo espiritual se comunique y se manifieste en vuestra vida, que los mundos y las moradas desconocidas lleguen a comunicarse con vosotros, ¿os parece imposible o al menos extraño? ¿Queréis acaso que vuestro conocimiento permanezca estacionado y el Padre nunca os revele más de lo que ya os ha revelado? (275, 66)

El mundo necesita mi palabra, los pueblos y naciones necesitan mis cátedras de amor, el gobernante, el científico, el juez, el que guía espíritus, el que enseña, todos necesitan de la luz de mi verdad, y es precisamente a lo que he venido en este Tiempo, a Iluminar al hombre en su espíritu, en su corazón y en su entendimiento. (274, 14)

Hombre, reconócete a ti mismo

Antes de vuestra creación estabais en Mí; después, como criatura espiritual, en el lugar donde todo vibra en una perfecta armonía, en donde se encuentra la esencia de la vida y la fuente de la verdadera luz, que es de la que vengo a alimentaros.

Pero cuando dejasteis aquella morada, dí al espíritu una vestidura y fuisteis descendiendo más y más. Después poco a poco vuestro espíritu fue evolucionando hasta llegar al plano donde ahora os encontráis, donde brilla la luz del Padre. (115, 4-5)

Sabéis que fuisteis creados a mi imagen y semejanza, y cuando lo decís, pensáis en vuestra forma humana; os digo, que ahí no está mi imagen, sino en vuestro espíritu, el cual para asemejarse a Mí, tiene que perfeccionarse practicando las virtudes. (31, 51)

Conceptos erróneas sobre el mal

El mal existe; de él se han derivado todos los vicios y pecados. Los pecadores, o sea los que practican el mal, siempre han existido, lo mismo en la tierra que en otras moradas o mundos; mas, ¿Por qué personificáis todo el mal existente en un sólo ser, y por que lo enfrentáis a la Divinidad? Yo os pregunto: ¿Qué es ante mi poder absoluto e infinito, un ser impuro y qué significa ante mi perfección vuestro pecado?

Si vosotros os habéis imaginado que los seres de tiniebla son como monstruos, Yo sólo los veo como criaturas imperfectas, a las cuales les tiendo mi mano para salvarles, porque también son mis hijos. (114; 56, 62)

Materialismo, ignorancia, doctrinas falsas

Desde los primeros tiempos, he visto a los hombres quitarse la vida por causa de la envidia, por el materialismo, por la ambición del poder; siempre han descuidado su espíritu, creyéndose materia solamente, y cuando ha llegado la hora de dejar en la Tierra la forma humana, sólo ha quedado lo que hicieron en su vida material, sin recoger ninguna gloria para el espíritu porque no la buscaron, no pensaron en ella ni les preocuparon las virtudes del espíritu, ni el saber. Se conformaron con vivir sin buscar el camino que los conduce a Dios. (11, 43)

He puesto grandeza en el hombre, pero no la que él busca en la Tierra. La grandeza de que Yo hablo es sacrificio, amor, humildad, caridad. El hombre huye continuamente de estas virtudes apartándose de su verdadera grandeza y de la dignidad que el Padre le ha dado como hijo suyo. (80, 37)

¡Pobres pueblos de la Tierra, esclavizados los unos, humillados los otros y despojados los demás por sus mismos conductores y representantes!

Ya vuestro corazón no ama a quienes os rigen en la Tierra, porque vuestra confianza ha sido defraudada; ya no confiáis en la justicia o magnanimidad de vuestros jueces, ya no creéis en promesas, en palabras ni en sonrisas. Habéis visto que la hipocresía se ha apoderado de los corazones y que ha establecido en la Tierra su reinado de mentiras, falsedades y engaños. (325, 10-11)

Cristo, el Ungido, vino a enseñaros el camino, diciéndoos: "Amaos los unos a los otros". ¿Imagináis el alcance de ese sublime mandamiento? (136, 41)

Vida terrenal, muerte, morir, el Más Allá

Errónea es la idea que tenéis de lo que significa la vida en la tierra, de lo que es el espíritu y de lo que es el valle espiritual. La mayoría de los creyentes piensa que viviendo con cierta rectitud o que arrepintiéndose en el postrer instante de la vida de las faltas cometidas, tiene asegurada la gloria para su espíritu; y ese falso concepto que priva al hombre no le permite perseverar durante toda su vida en el cumplimiento de la ley y hace que su espíritu, cuando abandona este mundo y llega a la mansión espiritual, se encuentre con que ha llegado a un sitio en el que no contempla las maravillas que se había imaginado, ni siente la dicha suprema a la que creía tener derecho. (184, 40)

La muerte es sólo un símbolo, la muerte existe para aquellos que aún no alcanzan el conocimiento de la verdad; para ellos la muerte sigue siendo un espectro tras el cual está el misterio o la nada; a vosotros os digo: Abrid vuestros ojos y comprended que tampoco moriréis; os separaréis de la materia, mas eso no quiere decir que moriréis; vosotros, como vuestro Maestro, tenéis vida eterna. (213, 5)

A toda hora mi voz os llama al buen camino donde existe la paz, pero vuestro oído sordo, sólo tiene un instante de sensibilidad ante aquella voz, y ese instante es el postrero de vuestra vida, cuando la agonía os anuncia la proximidad de la muerte del cuerpo. Entonces es cuando querríais comenzar la vida para reparar yerros, para tranquilizar vuestro espíritu ante el juicio de vuestra conciencia y poder ofrecer algo digno y meritorio al Señor. (64, 60)

Los que en su fanatismo religioso sólo esperan en el Más Allá el castigo del infierno, mientras abriguen esa creencia ellos mismos forjarán su infierno, porque la turbación del espíritu es semejante a la de la mente humana, aunque más poderosa. (227, 71)

Evolución y reencarnación

Así como veis desarrollarse el cuerpo del hombre, también en él se va desarrollando el espíritu; mas el cuerpo encuentra un límite a su desarrollo mientras el espíritu requiere muchas materias y la eternidad para alcanzar su perfección. Esa es la causa de vuestras reencarnaciones.

Nacisteis de la mente paterna y materna de Dios, puros, sencillos y limpios, semejantes a una semilla, mas no os confundáis, porque no es lo mismo ser puros y sencillos a ser grandes y perfectos. (212, 57-58)

Cuántos hombres, por el saber que han alcanzado, creen poseer la grandeza espiritual y no son para Mí más que unos niños estacionados en su camino de evolución; porque deben de considerar que no es tan sólo el desarrollo de su mente por la que pueden lograr la elevación de su espíritu, sino que debe ser por el desarrollo del conjunto de su ser y hay muchos dones en el hombre que es necesario desarrollar, para lograr alcanzar la plenitud.

Por eso es que instituí, como una de mis leyes de amor y de justicia, la reencarnación del espíritu. (156, 28-29)

Matrimonio, familia, educación

En un principio el ser humano fue dividido en dos partes, creando así los dos sexos, el uno, el hombre, el otro, la mujer; en él fuerza, inteligencia, majestad; en la otra ternura, gracia, belleza. El uno, la simiente, la otra, la tierra fecunda. He ahí dos seres que sólo unidos podrán sentirse completos, perfectos y felices, porque con su armonía formarán una sola carne, una sola voluntad y un solo ideal.

A esa unión, cuando es inspirada por la conciencia y por el amor, se le llama matrimonio. (38, 30-31)

Pensad seriamente en las generaciones que tras de vosotros vienen, pensad en vuestros hijos, a los que, así como les habéis dado el ser material, también tenéis el deber de darles vida espiritual, aquélla que es fe, virtud y espiritualidad. (138, 61)

Ciencia, religión, espiritualidad

No os envanezcáis con los frutos de vuestra ciencia, porque ahora que tantos adelantos habéis hecho en ella, es cuando más sufre la humanidad, cuando hay más miseria, intranquilidad, enfermedades y guerras fratricidas. (22, 16)

Existe confusión entre la humanidad, porque a quienes os han llevado al abismo, los habéis elevado sobre pedestales; por eso no preguntéis porqué he venido entre los hombres, ni juzguéis el porqué me estoy comunicando por conducto de pecadores e ignorantes porque no todo lo que juzgáis imperfecto, lo es. (59, 54)

Os he dicho que esta humanidad alcanzará un día la espiritualidad y sabrá vivir en armonía con todo lo creado y sabrán marchar al mismo compás espíritus, entendimiento y corazón. (305, 11)

"Amaos los unos a los otros", he ahí mi máxima, mi mandamiento supremo para los hombres, sin distinción de credos o de religión. (129, 40)

El hombre al apartarse del cumplimiento de mi ley, ha creado ideas, teorías, religiones y doctrinas diversas que dividen y confunden a la humanidad, atando al espíritu al materialismo, impidiéndole elevarse libremente. Mas la luz de mi Espíritu Santo ilumina a todos los hombres, indicándoles el sendero de la vida verdadera, donde sólo hay un guía que es la conciencia. (46, 44)

El Espiritualismo no es una religión, es la misma Doctrina que en cuerpo de Jesús vine a derramar en el mundo para la orientación de todos los hombres en todos los tiempos. Es mi Doctrina de amor, de justicia, de comprensión y de perdón. (359, 60)

El altar que os dejo para que celebréis en él el culto que Yo espero, es la vida, sin limitación alguna, más allá de todas las religiones, de todas las iglesias y las sectas, porque existe en lo espiritual, en lo eterno, en lo divino. (194, 28)

Desarrollo de los dones espirituales y buenas virtudes

Así como en todos los tiempos la vida del hombre se ha dividido en eras o edades y cada una de ellas se ha significado por algo, ya por sus descubrimientos, por las revelaciones divinas que ha recibido, por su desarrollo en el sentido de lo bello, a lo cual llama arte, o por su ciencia, así, el tiempo que se inicia, la era que asoma ya como una nueva aurora, se significará por el desarrollo de los dones del espíritu, de aquella parte que debíais haber cultivado para evitaros tantos males, y a la cual siempre dejasteis para después.

¿No creéis que la vida humana puede transformarse totalmente, desarrollando la espiritualidad, cultivando los dones del espíritu y estableciendo la ley que dicta la conciencia en este mundo? (135, 53-54)

Mas Yo os digo: Benditos sean aquellos de mis labriegos que sepan sentir en su corazón la pena de los que viven privados de la libertad o de la salud, y les visiten y les conforten, porque un día volverán a encontrarse, sea en ésta o en otra vida. (149, 54)

El perdón que proviene del amor, sólo mi Doctrina lo enseña y él posee una fuerza poderosa para convertir, regenerar y transformar al malo en bueno, al pecador en virtuoso. (238, 13)

Oración, meditación, espiritualización, visiones

Este es tiempo para orar y meditar; pero con oración libre de fanatismo y de idolatría y con meditación serena y profunda en mi divina palabra.

Todas las horas y todos los sitios pueden ser propicios para orar y meditar; nunca os dije en mis enseñanzas, que hubiesen lugares o momentos destinados a ello. (279, 5-6)

Si no sabéis hablar con vuestro Dios, me bastará el arrepentimiento, vuestro pensamiento, vuestro dolor, me bastará vuestro amor.

Este es el lenguaje que Yo escucho, el que Yo entiendo, el lenguaje sin palabras, el de la verdad y la sinceridad, esa es la oración que he venido a enseñaros en este Tercer Tiempo. (358, 53-54)

Yo espero de los hombres la espiritualidad, porque ella quiere decir elevación de la vida, ideal de perfeccionamiento, amor al bien, culto a la verdad, práctica de la caridad, armonía consigo mismo, que es armonía con los demás y por lo tanto con Dios. (326, 22)

Espiritualidad es la armonía con todo cuanto os rodea. (326, 66)

Hombres, naciones, razas y pueblos, todos tendréis que acudir al divino llamado, cuando el espíritu del hombre, cansado de su cautiverio en la Tierra, se levante rompiendo las cadenas del materialismo para dar el grito de liberación espiritual. (297, 66)






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Capítulo 1
Amor Divino — Origen de todo ser

En todos los tiempos mi Doctrina os ha mostrado que su esencia es el amor. El amor es la esencia de Dios, de esa fuerza toman todos los seres para vivir; de ella surgió la vida toda y la creación: El amor es el principio y el fin en el destino de todo lo hecho por el Padre. (295, 32)

Yo os he revelado mi existencia y el por qué de la vuestra; os he descubierto que el fuego que da vida y todo lo anima, es el amor; es el principio de donde han brotado todas las naturalezas.

He ahí que vosotros nacisteis por amor, existís por amor, sois perdonados por amor y seréis en la eternidad por amor. (135, 19-20)

El amor es el principio y la razón de vuestra existencia, ¡oh humanidad! ¿Cómo podríais vivir sin ese don? Creedme, hay muchos que llevan en sí la muerte, y otros que están enfermos tan sólo por no amar a nadie. El bálsamo que a muchos ha salvado, ha sido el amor y el don divino que resucita a la vida verdadera, que redime y que eleva, es también el amor. (166, 41)

Amad, el que no ama lleva en sí una tristeza profunda: la de no poseer, de no sentir lo más bello y elevado de la vida.

Eso fue lo que Jesús vino a enseñaros con su vida y con su muerte, y lo que os legó en su divina palabra condensada en la frase de "Amaos los unos a los otros, con ese amor que Yo os he enseñado". (224, 34-35)

En verdad os digo que el amor es la potencia inmutable que mueve al Universo. El amor es el principio y la esencia de la vida. (282, 13)

El amor es causa, principio, simiente de sabiduría, de grandeza, de fuerza, de elevación y de vida. Ese es el verdadero camino que ha trazado el Creador al espíritu, para que de peldaño en peldaño y de morada en morada vaya sintiendo cada vez más el acercamiento a Mí.

Si el hombre desde el principio de los tiempos hubiese hecho del amor espiritual un culto, en lugar de caer en ritos idólatras y en el fanatismo religioso, este mundo, hoy convertido en valle de lágrimas por la angustia y miseria de los hombres, sería un valle de paz, en el cual los espíritus vendrían a hacer méritos, para alcanzar después de esta vida aquellas moradas espirituales a donde el espíritu en su camino de elevación debe penetrar. (184, 37-38)

Antes de que el Padre se manifestase en Jesús a la humanidad, os enviaba sus revelaciones, sirviéndose de formas y sucesos materiales. Por el nombre de Cristo conocisteis a quien manifestó el amor de Dios entre los hombres, mas cuando Él vino a la Tierra, antes ya se había manifestado como Padre, por lo tanto no debéis decir que Cristo nació en el mundo, quien nació fue Jesús, el cuerpo donde se albergó Cristo.

Meditad y concluiréis por comprenderme, aceptando que antes que Jesús, ya era Cristo, porque Cristo es el amor de Dios. (16, 6-7)

La lección perfecta os dí a través de Jesús. Analizad mi paso por el mundo en cuanto hombre desde el nacimiento hasta la muerte y tendréis explicado el amor en forma viva y perfecta.

Mi Ley eterna os ha hablado siempre de ese amor. Os dije en los primeros tiempos: "Amarás a Dios de todo corazón y espíritu", "amarás a tu prójimo como a ti mismo".

Más tarde os dí estas inspiraciones: "Amad a vuestros hermanos como el Padre os ha amado", "amaos los unos a los otros".

En este tiempo os he revelado que améis a Dios antes que a todo lo creado, que améis a Dios en todo lo existente y a lo existente en Dios; que practiquéis caridad y más caridad con vuestros hermanos para que veáis al Padre en todo su esplendor, porque la caridad es amor. (167; 15, 17-19)

Nadie se avergüence de llamar Padre a Dios, al Creador, porque ese es su verdadero nombre. (19, 58)

Hoy, en el Tercer Tiempo, también duda de que María venga a comunicarse con los hombres y Yo os digo que tiene participación en todas mis obras porque es la representación del amor más tierno que se alberga en mi Espíritu Divino. (221, 6)

María es el espíritu fundido de tal manera a la Divinidad, que constituye una de sus partes como lo son sus tres fases: El Padre, el Verbo y la luz del Espíritu Santo. Así María es el Espíritu de Dios que manifiesta y representa la ternura divina. (352, 76)

El manto de vuestra Madre Celestial ha hecho sombra al mundo desde la eternidad, cubriendo con amor a mis hijos que lo son de Ella. María, Espíritu, no nació en el mundo; su esencia maternal ha sido siempre de Mí. (141, 63)

Yo sé que mientras mayor sea vuestro conocimiento, más grande será vuestro amor hacia Mí.

Cuando os digo: "Amadme", ¿Sabéis qué es lo que quiero deciros? Amad la verdad, amad la vida, amad la luz, amaos los unos a los otros, amad la vida verdadera. (297, 57-58)

La humanidad aún hará muchas falsas obras de amor y caridad, mientras aprende a amar y hacer la caridad verdadera, y muchos aún tendrán que andar de religión en religión, hasta que su espíritu se eleve en conocimientos y lleguen a comprender que la Ley única, la Doctrina Universal y eterna del espíritu, es la del amor, a la cual todos llegarán. (12, 64)

Dejad que el Maestro os guíe en todos los actos, palabras y pensamientos. Preparaos bajo su dulce y amoroso ejemplo y manifestaréis el amor divino, así os sentiréis cerca de Dios, porque estaréis en armonía con Él. (21, 11)

Antes de que los mundos fuesen, antes de que toda criatura y lo que es materia surgiera a la vida, ya existía mi Espíritu Divino. Mas siendo el Todo, experimentaba en mí un inmenso vacío, porque era como un rey sin súbditos, como un maestro sin discípulos, por ese motivo concebí la idea de crear seres semejantes a Mí, a quienes dedicaría toda mi vida, a los que amaría tan profunda e intensamente que llegado el momento, no titubearía para ofrecerles mi sangre en la cruz. (345, 20)

Para que Dios pudiera nombrarse Padre, hizo brotar de su seno espíritus, criaturas semejantes a Él en sus divinos atributos; éste fue vuestro principio, así surgisteis a la vida espiritual. (345, 22)

La razón de haberos creado, fue el amor, el divino anhelo de compartir con alguien mi poder, y la razón de haberos dotado de libre albedrío, fue también el amor, quise sentirme amado por mis hijos, no por ley sino por un sentimiento espontáneo que brotara libremente de su espíritu. (31, 53)

El Universo se llenó de seres, y en todos se manifestó el amor, el poder y la sabiduría del Padre.

Como un manantial inagotable de vida fue el seno del Señor desde aquel instante en que dispuso que los átomos se uniesen para formar cuerpos e integrar seres.

Primero existió la vida espiritual; primero fueron los espíritus y después la naturaleza material.

Como estaba dispuesto que muchas criaturas espirituales habrían de tomar forma corpórea para habitar en mundos materiales, todo fue previamente preparado, a fin de que los hijos del Señor encontrasen todo dispuesto. (150, 80-83)

Todo es bendito por Mí a toda hora, en todo instante. De Mí no ha brotado ni brotará maldición o abominación alguna para mis hijos; por eso sin contemplar justos ni pecadores, hago descender sobre todos mi bendición, mi ósculo de amor y mi paz. (319, 50)

Ahora agrego que, cuando el avaro se torne en generoso y el soberbio en humilde, llegarán al instante a gozar de cuanto tengo reservado para el que sabe practicar la virtud, pues mi amor no es parcial, es universal, es para todos mis hijos. (250, 17)






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Capítulo 2
Dios esta presente in su creación

Mi Espíritu, siendo infinito y omnipotente, no habita en un lugar determinado, está en todas partes, en todos los sitios, en lo espiritual y en lo material. ¿Dónde está ese trono que vosotros me atribuís?

Unos dicen: Dios está en los cielos, otros: Dios habita en el más allá; pero no saben lo que dicen, ni conocen lo que creen. Ciertamente que habito en los cielos, pero no en el lugar determinado que habéis imaginado; Yo habito en los cielos de la luz, del poder, del amor, de la sabiduría, de la justicia, de la felicidad, de la perfección. (130; 30, 36)

Mi presencia universal lo llena todo, en ningún sitio o plano del Universo existe el vacío, todo está saturado de Mí. (309, 3)

Mi Espíritu, que es universal, existe en todo lo creado por Mí, ya sea en lo espiritual o en la Naturaleza material; en todo está mi Obra, dando testimonio de mi perfección en cada uno de sus planos. Mi Obra divina todo lo abarca, desde los seres más grandes y perfectos que habitan a mi diestra, hasta el animalillo menos imperceptible, el vegetal o el mineral, en el átomo o la célula, que forman todas las criaturas, y en esto os muestro una vez más la perfección de todo lo creado por Mí, desde los seres materiales, hasta los espíritus que ya han llegado a alcanzar la perfección. ¡Esa es mi Obra! (302, 39)

Yo soy la esencia de todo lo creado. Todo vive por mi poder infinito. Estoy en todo cuerpo y en toda forma. Estoy en cada uno de vosotros, pero es menester que os preparéis y os sensibilicéis para que podáis sentirme y encontrarme.

Yo soy el aliento para todos los seres, porque soy la vida. Por eso he hecho comprender, que si me tenéis presente en todas vuestras obras, no hace falta que forjéis en barro o en mármol mi imagen para adorarme o sentirme próximo a vosotros. Esa incomprensión sólo ha servido para conducir a la humanidad a la idolatría.

A través de mi palabra presentís la armonía que existe entre el Padre y todo lo creado, comprendéis que Yo soy la esencia que alimenta todos los seres, y que vosotros sois parte de Mí mismo. (185, 26-28)

Os he dicho que me encuentro tan cerca de vosotros, que conozco hasta lo más íntimo de vuestros pensamientos; que doquiera que os encontréis, ahí me encuentro Yo, porque soy omnipresente. Soy la luz que ilumina vuestra mente con inspiraciones o ideas de luz.

Yo estoy en vosotros, porque soy el Espíritu que os anima, la conciencia que os juzga. Estoy en vuestros sentidos y en vuestra materia, porque Yo soy toda la creación. (180, 50-51)

Ya no tratéis de darme forma material en vuestra mente, porque no existe forma en mi Espíritu, como no tiene forma la inteligencia, el amor, ni la sabiduría. (39, 44)

Yo estoy sobre los tiempos, sobre todo lo creado; mi divino Espíritu no está sujeto a la evolución, Soy Eterno y Perfecto, no así vosotros que sí tenéis principio, que sí estáis sujetos a leyes de evolución y que además sentís sobre vuestro ser el paso del tiempo. (66, 43)

Os he enseñado a ver a Dios como el todo, como la maravilla sin límite para vuestra concepción mental, como la fuerza que origina el movimiento y la acción en todo el Universo; como la vida que manifestándose está tanto en la planta sencilla, como en aquellos mundos que giran por millones en el espacio, sin que ninguno de ellos desobedezca la ley que los rige.

Esa Ley soy Yo, es vuestro Dios, es la Ley de continua evolución que está maravillando al hombre, dándole amplios campos de investigación que le permiten ir penetrando en los secretos de la Naturaleza. (359, 74-75)

Hoy mi lengua universal se hace oír en todos, para decirles que aunque Yo estoy en cada uno de vosotros, nadie debe decir que Dios está dentro del hombre, porque son los seres y todo lo creado lo que se encuentra dentro de Dios. (136, 71)

El Espíritu del Padre es invisible, pero se manifiesta en una infinidad de formas. Todo el Universo es tan solo una manifestación material de la Divinidad. Todo lo creado es un reflejo de la verdad.

He rodeado la existencia de los espíritus, que son hijos de mi Divinidad, según la morada en la que habitan, de una serie de formas en las cuales he puesto sabiduría, belleza, esencia y buen sentido, para dar a cada una de esas moradas la prueba más palpable de mi existencia y una idea de mi poder. Os hago notar que la esencia de la vida consiste en amar, en saber, en poseer la verdad. (168, 9-10)

Muchos han hecho de la Naturaleza su Dios, divinizándola como fuente creadora de todo cuanto existe. Mas en verdad os digo que esta Naturaleza de cuyo seno han brotado todos los seres, las fuerzas y los elementos materiales que os rodean, no es creadora, ella fue concebida y formada antes por el Hacedor Divino. No es la causa ni el por qué de la vida. Solamente Yo, vuestro Señor, soy el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega. (26, 26)

Todo lo que os rodea y os envuelve en esta vida, es una imagen de la vida eterna, es una profunda lección explicada con formas y objetos materiales, para que pueda ser comprendida. (184, 31)

No vengo a privaros de nada de lo que en esta Naturaleza he depositado para la conservación, la salud, el sustento, el bienestar y el goce de mis hijos; por el contrario, os digo que así como ofrezco el pan del espíritu y os invito a aspirar esencias divinas y a saturaros de efluvios espirituales, no desconozcáis ni os alejéis de cuanto os brinda la Naturaleza, ya que así lograréis la armonía, la salud, la energía, y por lo tanto, el buen cumplimiento a las leyes de la vida. (210, 22)

Buscad mi presencia en las obras llevadas a cabo por Mí y a cada paso podréis encontrarme; tratad de oírme, y me escucharéis en la voz potente que surge de todo lo creado, porque no encuentro dificultad alguna en manifestarme a través de los seres de la Creación. Lo mismo me manifiesto en un astro, en furor de una tempestad, que en la dulce luz de una aurora. Lo mismo hago oír mi voz en el melodioso trino de una ave, que lo expreso por medio del aroma de las flores. Y cada expresión mía, cada frase, cada obra os habla a todos de amor, de cumplimiento a las leyes de justicia, de sabiduría, de eternidad en el espíritu. (170, 64)

Todas mis obras están escritas por Mí en un Libro que se llama: "Vida"; el número de sus páginas es incontable; lo infinito de su sabiduría, fuera de Dios que es su autor, no podrá ser alcanzada por nadie; pero allí, en cada una de sus páginas, existe un resumen en el que el Padre ha limitado cada una de sus obras, para ponerla al alcance de todo entendimiento.

También vosotros estáis escribiendo el libro de vuestra vida, en el que quedarán escritas todas vuestras obras y cada uno de vuestros pasos a lo largo del camino de evolución. Ese libro quedará escrito en vuestra conciencia y será la luz del saber y la experiencia con que mañana iluminéis la senda de vuestros hermanos menores. (253, 6-7)

Os he explicado que lo que llamáis Padre, es el Poder Absoluto de Dios, del Creador Universal, el único increado. Que lo que llamáis Hijo, es Cristo, o sea la manifestación del Amor perfecto del Padre hacia sus criaturas, y que lo que llamáis Espíritu Santo, es la Sabiduría que Dios os envía como luz en este Tercer Tiempo, en el cual vuestro espíritu está capacitado para comprender mejor mis revelaciones.

Esa luz del Espíritu Santo, esa sabiduría de Dios, reinará pronto en esta tercera era que veis nacer, iluminando el pensamiento de una humanidad necesitada de espiritualidad, sedienta de verdad y hambrienta de amor. (293, 20-21)

Ley, amor sabiduría, he ahí las tres fases con las cuales me he mostrado al hombre para que llegue a tener plena firmeza en su camino de evolución y un completo conocimiento de su Creador. Esas tres fases son distintas entre sí, pero todas proceden de un solo principio y en su conjunto son la perfección absoluta. (165, 56)

¿Entonces, por qué os empeñáis en encontrar tres dioses en donde sólo existe un Espíritu Divino, que es el Mío? (32, 24)

Discípulos: de Mi han brotado las tres naturalezas: la divina, la espiritual y la material. Como Hacedor y dueño de todo lo creado puedo hablaros en forma divina y a la vez comprensible. Si la naturaleza material nació de Mí, también puedo materializar mi voz y mi palabra, para hacerme comprensible al hombre. (161, 35)

Sentidme muy cerca de vosotros, pruebas de ello os doy en los instantes difíciles de vuestra vida. He querido que hagáis de vuestro corazón mi morada, para que en ella sintáis mi presencia.

¿Cómo es que estando yo en vosotros, no sabéis sentirme? Unos me buscan en la naturaleza, otros solo me sienten más allá de todo lo material, más de cierto os digo, que en todo y en todas partes estoy. ¿Por qué habéis de buscarme siempre fuera de vosotros, cuando también en vuestro ser me encuentro? (1, 47-48)

Aunque no existiesen religiones en el mundo, os bastaría concentraros en el fondo de vuestro ser para encontrar mi presencia en vuestro templo interior. (131, 31)

Es infantil el concepto que de Mí tiene la humanidad, porque no ha sabido penetrar en las revelaciones que sin cesar le he hecho. Para el que sabe prepararse, soy visible y tangible y donde quiera estoy presente, en cambio, para el que no posee sensibilidad, porque el materialismo lo ha endurecido, apenas si comprende que existo, y me siente inmensamente distante, imposible de ser sentido o visto en alguna forma.

Es menester que el hombre sepa que me lleva en sí, que en su espíritu y en la luz de su conciencia tiene la presencia pura de lo divino. (83, 50-51)

El dolor que agobia a los hombres de este tiempo, los va conduciendo paso a paso, sin que de ello se den cuenta, a las puertas del santuario interior, ante el cual preguntarán, impotentes para seguir adelante: Señor, ¿En dónde estás? Y del interior del templo, surgirá la dulce voz del Maestro diciéndoles: "Aquí estoy, donde siempre he habitado: en vuestra conciencia". (104, 50)

Quien practica el bien, siente interiormente mi presencia, lo mismo aquel que es humilde o el que ve en cada semejante a un hermano. (148, 45)

Yo no tengo un sitio determinado o limitado para habitar en el infinito, porque mi presencia está en todo lo que existe, lo mismo en lo divino, que en lo espiritual o en lo material. De Mí no podréis decir en qué dirección está mi reino, y cuando elevéis vuestra mirada a las alturas, señalando hacia los cielos, hacedlo sólo como algo simbólico, porque vuestro planeta gira sin cesar y en cada movimiento os presenta nuevos cielos y nuevas alturas.

Con todo esto quiero deciros que entre vosotros y Yo, no existe ninguna distancia y que lo único que os separa de Mí son vuestras obras ilícitas que ponéis entre mi Ley perfecta y vuestro espíritu.

Mientras mayor sea vuestra limpidez, más elevadas vuestras obras y más constante vuestra fe, me sentiréis más próximo, más íntimo, más accesible a vuestra oración.

Así como también cuando más os apartéis de lo bueno, de lo justo, de lo lícito y os entreguéis al materialismo de una vida oscura y egoísta, tendréis que sentirme cada vez más distante de vosotros; conforme vuestro corazón se vaya apartando del cumplimiento de mi Ley, más insensible será a Mi divina presencia. (37, 27-30)

Mientras las criaturas humanas discuten mi Divinidad, mi existencia y mi Doctrina, existen muchos mundos en donde soy amado con perfección.

En el mismo tiempo en que unos han alcanzado la máxima limpidez espiritual, vuestro planeta, moral y espiritualmente vive un tiempo de gran perversidad. (217, 65-66)

Soy el Padre que trabaja para que llegue a reinar armonía entre todos sus hijos, tanto entre los que habitan la Tierra como los que moran en otros mundos. (286, 2)

Muchas veces me habéis preguntado qué hay más allá de este mundo, y si esos astros que giran en el espacio son mundos como el vuestro. Mi respuesta ante vuestra curiosidad no ha descorrido completamente el velo del misterio, viendo que todavía no tenéis la evolución necesaria para comprender, ni la espiritualidad indispensable para armonizar con otras moradas. No habéis llegado aún a conocer ni a comprender las enseñanzas que os brinda el planeta en que vivís, y ya queréis buscar otros mundos. No habéis podido fraternizar entre vosotros, habitantes de un mismo mundo, y queréis descubrir la existencia de seres en otras moradas.

A las generaciones del mañana les será dado contemplar abiertas las puertas que les aproximen a otros mundos y tendrán motivo para maravillarse ante el Padre.

¿Que sería de vosotros, hombres vanidosos, seres empequeñecidos por vuestro materialismo, si antes de despojaros de vuestras lacras humanas, os fuese concedido llegar hasta otros mundos? ¿Cuál sería la semilla que iríais a sembrar? La discordia, la ambición insana, la vanidad.

Cuando la vida de los hombres tenga reflejos de espiritualidad, Yo os digo que ni siquiera tendrán que esforzarse en buscar más allá de su mundo, porque al mismo tiempo serán buscados por quienes habitan moradas más altas. (292; 3-4, 8, 11)






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Capítulo 3
Enseñanzas Divinas en todos los tiempos

Si vosotros creéis que hasta ahora he venido a revelaros algo de la vida espiritual, estáis en grave error, porque vuelvo a deciros: La enseñanza divina empezó cuando nació el primer hombre, y no exagero si os digo que mi lección comenzó con la formación de los espíritus, antes que el mundo fuese. (289, 18)

Cuando la humanidad sólo creía que existía lo que con sus ojos alcanzaba a descubrir y hasta ignoraba la forma del mundo que habitaba, concebía a un Dios limitado a lo que sus ojos conocían; pero a medida que su mente fue descubriendo misterio tras misterio, el Universo se fue ensanchando ante su vista y la grandeza y omnipotencia de Dios fueron creciendo ante la inteligencia maravillada del hombre. Por eso he tenido que traeros en este tiempo una enseñanza que esté de acuerdo con vuestra evolución.

Mas, Yo os pregunto: ¿Es ciencia material lo que encierra mi revelación? No, la ciencia que os enseño habla de una existencia más allá de la Naturaleza que contempláis y examináis hace tanto tiempo. Mi revelación descubre el camino que eleva al espíritu hasta una morada desde donde puede descubrirlo, conocerlo y comprenderlo todo.

Que Dios se comunique espiritualmente con los hombres; que el mundo espiritual se comunique y se manifieste en vuestra vida, que los mundos y las moradas desconocidas lleguen a comunicarse con vosotros, ¿os parece imposible o al menos extraño? ¿Queréis acaso que vuestro conocimiento permanezca estacionado y el Padre nunca os revele más de lo que ya os ha revelado? (275, 64-66)

De los que viven esperándome, puedo deciros que no todos presienten la forma verdadera de mi presencia en este tiempo, porque, mientras unos influenciados por antiguas creencias, piensan que voy a volver al mundo en cuanto hombre, otros creen que he de venir en alguna forma visible a todo ojo humano y muy pocos son los que aciertan con la verdad, presintiendo que mi venida es espiritual. (279, 42)

Cuando este mensaje llegue a todos los corazones, será un presente de gozo para unos, por que en él confirmarán todos sus presentimientos y su fe; en cambio, otros le negarán verdad a mi mensaje al no encontrarlo de acuerdo con lo que ellos creían que sería y la forma en que se manifestaría. (279, 44)

No vengo creando una nueva religión entre vosotros, esta Doctrina no viene a desconocer a las religiones existentes, cuando ellas están basadas en mi verdad. Es este un mensaje de amor divino para todos, un llamado a todas las instituciones. Quien comprenda el propósito divino y cumpla mis preceptos, se sentirá guiado hacia el progreso y elevación de su espíritu. (23, 13)

Lleva esta palabra el mensaje de espiritualidad que abre los ojos a los hombres para que miren frente a frente la realidad que creen encontrar tan sólo en lo que ven, en lo que tocan o en lo que comprueban con su ciencia humana, sin darse cuenta de que están llamando "realidad" a lo pasajero, y están desconociendo y negando lo "eterno", en donde existe la verdadera realidad. (322, 45)

Si en aquel tiempo se habían dado falsas interpretaciones a los mandatos divinos, en este también se había falseado mi Doctrina, y fue necesario que el Maestro viniese de nuevo a ayudaros a salir de vuestros errores, ya que por vosotros mismos, muy pocos son los que logran liberarse de las confusiones.

Ciertamente Yo os prometí desde aquel tiempo que volvería; mas también debo deciros que lo hice porque sabía que llegaría un día en que la humanidad, creyendo vivir dentro del camino de mis enseñanzas, andaría muy alejada de ellas, y este es el tiempo que Yo anuncié para mi vuelta. (264, 35-36)

A través del tiempo aquellos escritos que dejaron mis discípulos han sido alterados por los hombres y por ello hay división entre las religiones. Mas Yo he venido a esclarecer todas mis enseñanzas para unificar a la humanidad en una sola luz y en una sola voluntad. (361, 29)

Yo vengo a establecer un reino en el corazón de la humanidad, no un reino material como muchos lo esperan, sino espiritual y cuya fuerza provenga del amor, y la justicia y no de los poderes del mundo. (279, 63)

Ya os he pronosticado que la lucha será intensa, porque cada quien cree perfecta su religión e impecable su forma de cumplir con ella, mas os digo que si así fuera, Yo no tendría porqué haber venido a hablaros en este tiempo. (279, 72)

Ni siquiera os digo que esta Doctrina Espiritualista será la religión mundial, porque nunca he entregado religión, sino ley; Yo sólo me concreto a deciros que la ley que triunfará en la Tierra, estableciéndose en ella para iluminar la existencia de los hombres; será la Ley del amor que en mi Doctrina os he explicado para que la conozcáis plenamente. (12, 63)

Todavía vuestro planeta no es morada de amor, de virtud, ni paz. Envío a vuestro mundo a espíritus limpios y me los volvéis impuros, porque la vida de los hombres está saturada de pecado y de perversidad.

Contemplo a las virtudes como pequeñas luces aisladas entre los espíritus; azotadas por los vendavales del egoísmo, de rencores y odios; ese es el fruto que me ofrece la humanidad. (318, 33-34)

El mundo necesita mi palabra, los pueblos y naciones necesitan mis cátedras de amor, el gobernante, el científico, el juez, el que guía espíritus, el que enseña, todos necesitan de la luz de mi verdad, y es precisamente a lo que he venido en este Tiempo, a Iluminar al hombre en su espíritu, en su corazón y en su entendimiento. (274, 14)

Este es un tiempo en que mi Espíritu está hablando incesantemente a la conciencia, al espíritu, a la razón y al corazón de la humanidad. Mi voz llega a los hombres a través de pensamientos y de pruebas, por las que muchos por sí mismos van despertando a la verdad, ya que quienes les guían o enseñan están durmiendo y quisiesen que el mundo nunca despertase. (306, 63)

Mi palabra viene a detener a unos, a orientar a otros, a fortalecer a todos en la verdad y a salvaros de los abismos. (283, 41)

Mi Verbo se derrama en múltiples formas, por medio de la conciencia; por pruebas que hablan de Mí, por los elementos o por mis hijos espirituales. Mi Verbo es universal. Todo el que se prepare oirá mi voz. (264, 48)

La palabra divina está destinada a iluminar el entendimiento y a sensibilizar el corazón del hombre, y la esencia que existe en esa palabra está destinada a alimentar y a elevar al espíritu.

Para que la vida del hombre sea completa, necesita ineludiblemente del pan espiritual, al igual que trabaja y lucha por el sustento material.

Podrán decir los materialistas que ya la humanidad está viviendo sólo de lo que la Tierra y la Naturaleza le ofrece, sin necesidad de ir en busca de algo espiritual que le sustente, que le fortalezca a través de su jornada, pero debo deciros que esa no es una vida perfecta ni completa, sino una existencia a la que le falta lo esencial, como es la espiritualidad. (326; 59-60, 62)

Comprended que mi palabra no viene a llenar vuestra mente de vanas filosofías, ella es la esencia de la vida. No soy el acaudalado que os viene ofreciendo riquezas temporales. Soy el Dios único que viene prometiéndoos el Reino de la vida verdadera. Soy el Dios humilde que sin ostentación, se acerca a sus hijos, para levantarles con su caricia y con su palabra milagrosa, por el sendero de la restitución. (85, 55)

Mirad que no he venido como rey, ni traigo cetro ni corona; estoy entre vosotros como ejemplo de humildad, y aún más, como vuestro siervo. (111, 46)

Experimentad en vuestro corazón el goce de sentiros amados por vuestro Padre, quien no ha venido nunca a humillaros con su grandeza, sino a manifestárosla dentro de su humildad perfecta, para haceros grandes llevándoos a vivir la verdadera vida en su Reino, que no tiene principio ni fin. (101, 63)

En la Escala de Perfección hay muchos peldaños, en el valle espiritual y en los espacios sin fin, hay muchos mundos. Y en verdad os digo: Siempre me he comunicado con todos; y según sea la escala espiritual, el mundo en que se encuentren, así ha sido mi manifestación entre ellos. (219, 34)

Cuán ignorante de las enseñanzas espirituales encuentro a esta humanidad, y es porque se le ha enseñado mi Ley y mi Doctrina sólo como una moral que le sirva de ayuda y no como el sendero que conduce a su espíritu a la mansión perfecta.

Las distintas religiones han venido sembrando en el corazón del hombre un falso temor hacia el conocimiento espiritual, lo que ha ocasionado que huyan de mis revelaciones y que se vayan hundiendo en las tinieblas de la ignorancia, argumentando que la vida espiritual es un misterio impenetrable.

Mienten los que esto afirman. Todas las revelaciones que Dios hizo al hombre desde el principio de la humanidad, le han venido hablando de la vida espiritual. Cierto es que no os había dado toda mi enseñanza, porque no estabais capacitados para saberlo todo, sino hasta que fuera llegado el tiempo, pero lo revelado por el Padre hasta hoy, os basta para tener un conocimiento completo de la vida espiritual. (25, 38-40)

La vida espiritual que es deseada por unos, es temida, negada y hasta burlada por otros; pero ella, impasible, os espera a todos. Ella que es el seno que abriga, los brazos que estrechan, la patria del espíritu, es un misterio insondable aun para los sabios, pero en mis arcanos se puede penetrar siempre que la llave que uséis para abrir esa puerta sea la del amor. (80, 40)

En verdad os digo que esos sedientos de verdad y de luz no encontrarán en el mundo la fuente cuyas aguas calmen su sed, seré Yo quien derrame desde los cielos esas aguas de sabiduría que los espíritus ansían beber, Yo desbordaré mi fuente de verdad sobre todo espíritu y sobre toda mente para que los misterios queden destruidos, porque os digo una vez más, que no soy Yo quien tiene misterios para los hombres, sino vosotros quienes los creáis. (315, 71)

Llamáis sobrenatural a todo aquello que desconocéis o que miráis envuelto en misterio, pero que, cuando vuestro espíritu conquiste con méritos su elevación y contemple y descubra lo que antes no podía ver, encontrará que todo en la creación es natural. (198, 11)

Muchos han sido los hombres que han aceptado que todas las lágrimas de este mundo han sido causadas por un pecado de los primeros pobladores y en su torpeza para analizar la parábola, han llegado a decir que Cristo vino a lavar con su sangre toda mancha. Si tal afirmación hubiera sido cierta ¿Por qué a pesar de que aquel sacrificio ya fue consumado, los hombres siguen pecando y también sufriendo?

Jesús vino a la Tierra para enseñar a los hombres el camino de perfección, camino que enseño con su vida, con sus hechos y con sus palabras. (150, 43-44)

La sangre de Jesús sí representa el amor divino, porque no hay ninguna mancha en ella, en el Maestro nunca hubo un pecado y de su sangre os dió hasta la última gota, para haceros comprender que Dios es todo para sus criaturas, que a ellas se entrega completamente, sin reservas, porque las ama infinitamente.

Os digo una vez más, que en Mí será salva toda la humanidad. Aquella sangre derramada en el Calvario es vida para todo espíritu, mas no es la sangre en sí, puesto que ella cayó en el polvo de la tierra, sino el amor divino que en ella está representado. Cuando os hable de mi sangre, ya sabéis cuál es y qué significado tiene.

Os he dicho: Yo soy la fuente de la vida, venid a lavaros de vuestras manchas para que caminéis libres y salvos hacia vuestro Padre y Creador.

Mi fuente es de amor, inagotable e infinita, de eso es de lo que os habla mi sangre derramada en aquel tiempo, ella selló mi palabra, ella rubricó mi Doctrina. (158; 25, 23, 32-33)

Ahora, a muchos siglos de distancia de aquellos acontecimientos, os digo que, a pesar de haber derramado mi sangre por toda la humanidad, sólo han logrado alcanzar su salvación los que han tomado el camino que Jesús vino a enseñaros, mientras que todos aquellos que han persistido en la ignorancia, en su fanatismo, en sus errores o en el pecado, aún no están a salvo. (168, 16)

Soy el Verbo de Amor que viene a consolar al que sufre, al turbado, al que llora, al pecador y al que me ha buscado. Y es mi palabra en esos corazones, el río de la vida donde calman su sed y limpian sus impurezas, es también el camino que conduce a la morada eterna del descanso y la paz. (229, 3)

Es mi palabra la voz que anima, es el grito de libertad, es el ancla salvadora. (281, 15)

Mi doctrina desarrolla al hombre en todas sus fases, sensibiliza y ennoblece al corazón, despierta y profundiza a la mente y perfecciona y eleva al espíritu. (176, 25)

Mi Doctrina es esencialmente espiritual, es luz y es fuerza que desciende y penetra en vuestro espíritu, para hacerlo vencer en su combate contra el mal. Mi palabra no es solamente para recreo del oído, es luz del espíritu.

¿Queréis escucharme con el espíritu para que él sea quien se sustente y aproveche la esencia de esta enseñanza? Limpiad vuestro corazón, despejad vuestra mente y dejad que sea vuestra conciencia la que os guíe. Veréis entonces cómo en vuestro ser comenzará a efectuarse una transformación, no sólo espiritual, sino moral y corporal. Aquella elevación que con el conocimiento vaya adquiriendo el espíritu, aquella limpidez que vaya alcanzando, se reflejarán en los sentimientos del corazón y en la salud del cuerpo. (284, 21-22)

¡Esta luz significa para vuestro espíritu el camino de su liberación! Esta Doctrina viene a ofrecerle los medios para elevarse por sobre la vida humana y ser guía de todas sus obras, señor sobre sus sentimientos y no esclavo de bajas pasiones, ni víctima de flaquezas y miserias. (78, 15)

En aquel tiempo os dije: "Yo soy la luz del mundo", porque hablaba en cuanto hombre y porque no conocían los hombres más allá de su pequeño mundo. Ahora en Espíritu os digo: Yo soy la luz universal, la que alumbra la vida de todos los mundos, cielos y moradas, la que ilumina y da vida a todos los seres y criaturas. (308, 4)

Muchas religiones existen en esta Tierra, pero ninguna de ellas unirá a los hombres ni hará que se amen los unos a los otros. Será mi Doctrina espiritual la que realice esta obra. En vano será que el mundo se oponga al avance de esta luz. (243, 30)

¿Sabéis, cuál es el origen de esa luz que hay en la palabra vertida por los labios de los portavoces? Su origen está en el bien, en el amor divino, en la luz universal que emana de Dios. Es un rayo o un destello de ese Todo luminoso que os da la vida, es parte de la fuerza infinita que todo lo mueve y bajo la cual todo vibra, palpita y gira sin cesar. Es eso que llamáis irradiación divina, es la luz del Espíritu Divino que ilumina y vivifica a los espíritus.

Esa irradiación lo mismo se manifiesta sobre el espíritu que sobre la materia, lo mismo sobre los mundos que sobre los hombres, las plantas y todos los seres de la Creación. Es espiritual sobre el espíritu, es material sobre la materia, es inteligencia sobre el entendimiento, es amor en los corazones. Es ciencia, es talento y es reflexión, es instinto, es intuición y está sobre los sentidos de todos los seres, según su orden, su condición, su especie y su grado de adelanto. Pero el principio es sólo uno: Dios, y su esencia una sola: el amor. ¿Qué imposible puede ser entonces que Yo ilumine la mente de estas criaturas para enviaros un mensaje de luz espiritual? (329, 42-43)

El mundo se estremecerá cuando mi palabra se haga oír en las naciones, porque el espíritu de la humanidad, que se encuentra preparado para esta revelación, vibrará de gozo y a la vez de temor; entonces, el que quiera conocer la verdad, que se liberte de la esclavitud de sus ideas materiales y se recree ante los horizontes luminosos que se presentan a su vista. Mas, quien persista en su ofuscación y en luchar contra esta luz, queda en libertad de hacerlo. (249, 47)

Hoy vengo hasta vosotros con una enseñanza que aunque al mundo le parezca imposible practicarla, una vez que es comprendida, es la más fácil de cumplir. Vengo a enseñaros el culto del amor a Dios a través de vuestra vida, de vuestras obras y de la oración espiritual, la que no es pronunciada por los labios en un sitio determinado, ni necesita de formas o imágenes para inspirarse. (72, 21)

Comprended por qué he venido en este tiempo a manifestar mi palabra en esta forma y a prepararos para la comunicación de espíritu a Espíritu. (37, 31)

Cuando os hablo como Padre, es el libro de la ley el que se abre ante vosotros. Cuando os hablo como Maestro es el libro del amor el que muestro a mis discípulos. Cuando os hablo como Espíritu Santo, es el libro de la sabiduría que os ilumina con sus enseñanzas y que forma una sola doctrina, porque proviene de un solo Dios. (141, 19)

Dejad que este mensaje vaya de nación en nación, de casa en casa, dejando su simiente de luz, de consuelo y de paz, para que los hombres se detengan unos instantes y concedan a su espíritu una tregua, la indispensable para que él medite y recuerde que cualquier instante puede ser el de su retorno al valle espiritual y que de sus obras y su siembra en el mundo depende el fruto que a su llegada a la vida espiritual recoja. (322, 46)






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Capítulo 4
Hombre, reconócete a ti mismo

Antes de vuestra creación estabais en Mí; después, como criatura espiritual, en el lugar donde todo vibra en una perfecta armonía, en donde se encuentra la esencia de la vida y la fuente de la verdadera luz, que es de la que vengo a alimentaros.

Pero cuando dejasteis aquella morada, dí al espíritu una vestidura y fuisteis descendiendo más y más. Después poco a poco vuestro espíritu fue evolucionando hasta llegar al plano donde ahora os encontráis, donde brilla la luz del Padre. (115, 4-5)

Los primeros hombres, aquellos que fueron padres de la humanidad, conservaron por un tiempo la impresión que su espíritu trajo del valle espiritual, impresión de beatitud, de paz y delicia que estuvo en ellos mientras no surgieron en su vida las pasiones de la materia y también la lucha por subsistir.

La mente materializada de los hombres, confundiendo el verdadero sentido de aquel testimonio, llegó a creer que el paraíso en que vivieron los primeros hombres, fue un paraíso terrenal, sin comprender que fue un estado espiritual de aquellas criaturas. (287, 12-13)

Sabéis que fuisteis creados a mi imagen y semejanza, y cuando lo decís, pensáis en vuestra forma humana; os digo, que ahí no está mi imagen, sino en vuestro espíritu, el cual para asemejarse a Mí, tiene que perfeccionarse practicando las virtudes. (31, 51)

A veces la imagen que de Mí lleváis en vuestro ser, la llegáis a manchar y a profanar con la desobediencia y el pecado, entonces no os asemejáis a Mí, porque no basta tener un cuerpo humano y un espíritu para ser imagen del Creador; la verdadera semejanza conmigo, está en vuestra luz y en vuestro amor para todos vuestros semejantes. (225, 24)

Escuchad: Dios, el Ser Supremo, os creó "a su imagen y semejanza", no por la forma material que tenéis, sino por las virtudes de que está dotado vuestro espíritu, semejantes a las del Padre.

Cuán agradable a vuestra vanidad ha sido el creeros la imagen del Creador. Os creéis las criaturas más evolucionadas hechas por Dios y estáis en grave error al suponer que el Universo se hizo sólo para vosotros. ¡Con cuánta ignorancia os llamáis a vosotros mismos los reyes de la creación!

Los fines que todo ello encierra y que como hombres, aunque quisiereis, no podríais comprender, son grandes y perfectos como todos los propósitos de vuestro Padre, mas en verdad os digo, que no sois vosotros ni las más grandes ni las más pequeñas criaturas del Señor. (17; 24-25, 27)

Mucho tiempo ha que no estáis conmigo, que ignoráis lo que en realidad sois, porque habéis dejado que duerman en vuestro ser muchos atributos, potencias y dones que en vosotros depositó vuestro Creador. Dormís para el espíritu y la conciencia, y precisamente en esos atributos espirituales radica la verdadera grandeza del hombre. Imitáis a los seres que son de este mundo porque en él nacen y en él mueren. (85, 57)

Sobre el instinto y las inclinaciones de la carne, se levanta una luz que es vuestro espíritu y sobre esa luz, un guía, un libro y un juez que es la conciencia. (86, 68)

La humanidad, en su materialismo, me dice: ¿Será cierto que existe el reino del Espíritu? Y Yo os contesto: Oh incrédulos, sois el Tomás del Tercer Tiempo. Sentir piedad, compasión, ternura, bondad, nobleza, no son atributos de la materia, como tampoco los son las gracias y dones que lleváis ocultos en vosotros mismos. Todos esos sentimientos que lleváis grabados en vuestro corazón y en vuestra mente, todas esas potencias, son del espíritu y no debéis negarlo. La carne es sólo un instrumento limitado, y el espíritu no lo está: El es grande por ser átomo de Dios.

Buscad la mansión del espíritu en el fondo de vuestro ser y la gran sabiduría en la grandeza del amor. 147, 21-22)

La chispa que hace al hombre semejante a su creador, se irá acercando a la flama infinita de donde brotó, y ese destello será un ser luminoso, consciente, vibrante de amor, pleno de saber y de fuerza. Ese ser va a disfrutar del estado de perfección, en el cual no existe el menor dolor o la más pequeña miseria, en donde está la felicidad perfecta y verdadera. (277, 48)

Esa chispa de luz que existe en todo humano, es el lazo que une al hombre con lo espiritual, es lo que lo pone en contacto con el más allá y con su Padre. (201, 40)

Cuando los hombres lleguen a penetrar en comunión con su espíritu, y en vez de buscar lo espiritual hacia el exterior, lo busquen en su interior, podrán escuchar la voz suave, persuasiva, sabia y justa que estuvo siempre vibrando en ellos sin que la escuchasen, y comprenderán que en la conciencia está la presencia de Dios, que ella es el verdadero medio por el cual debe el hombre comunicarse con su Padre y Creador. 287, 30)

De cierto os digo que la expresión más elevada y pura del espíritu, es la conciencia, esa divina luz interior que le hace ser entre todas las criaturas que le rodean, la primera, la más alta, la más grande y la más noble. (170, 60)

Podría el cuerpo vivir sin espíritu, animado tan sólo por la vida material, pero no sería humano. Poseería espíritu y carecería de conciencia, pero no sabría guiarse por sí mismo, ni sería el ser superior que por medio de la conciencia, conoce la Ley, distingue el bien del mal y recibe toda revelación divina. (59, 56)

Sea la conciencia la que ilumine al espíritu y el espíritu el que guié a la materia. (71, 9)

Lo justo es que el espíritu revele la sabiduría a la mente humana y no que la mente sea la que dé luz al espíritu. (295, 48)

Esa es la finalidad de la Ley y las Enseñanzas: inspiraros el conocimiento de mi verdad para que podáis haceros dignos hijos de aquel Padre Divino que es la suma perfección. (267, 53)

En el hombre hay dos fuerzas que siempre están en lucha: su naturaleza humana, que es pasajera, y su naturaleza espiritual que es eterna; ese eterno ser sabe muy bien que habrán de pasar tiempos muy largos para que logre alcanzar su perfeccionamiento espiritual; presiente que ha de tener muchas existencias y que en ellas pasará por muchas pruebas, antes de lograr la felicidad verdadera. El espíritu presiente que después de las lágrimas, del dolor y de haber pasado muchas veces por la muerte corpórea, llegará a la cumbre que su anhelo de perfección siempre ha buscado. (18, 24)

Largo es el peregrinaje del espíritu, extenso su camino, muchas y muy variadas sus existencias, y diversas en cada instante sus pruebas, pero mientras las cumple, se eleva, se purifica, se perfecciona. (18, 27)

La vanidad, que ha sido flaqueza manifestada desde el primer hombre, será combatida por medio de la espiritualidad. Es la lucha que siempre ha existido entre el espíritu y la materia; pues mientras el espíritu tiende a lo eterno y elevado en busca de la esencia del Padre, la materia busca tan sólo lo que le satisface y halaga, aún cuando sea en perjuicio del espíritu. (230, 64)

Espíritu y materia, son dos naturalezas distintas, de ellas está formado vuestro ser y sobre ambas está la conciencia. La primera es hija de la luz, la segunda proviene de la tierra, es materia, ambas están unidas en un solo ser y luchan entre sí guiadas por la conciencia, en la cual tenéis la presencia de Dios. Esa lucha hasta ahora ha sido constante pero al final, espíritu y materia cumplirán en armonía la misión que a cada una le señala mi Ley. (21, 40)

Os he otorgado el don del libre albedrío y os he dotado de conciencia. El primero para que os desarrolléis libremente dentro de mis leyes y la segunda, para que sepáis distinguir el bien del mal, para que ella como juez perfecto os diga cuándo cumplís o faltáis a mi Ley.

La conciencia es luz de mi Espíritu Divino que no se aparta en ningún momento de vosotros. (22, 8-9)

¿Por qué existe el pecado, predomina el mal y se desatan las guerras? Porque el hombre no escucha los dictados de la conciencia y hace mal uso de su libre albedrío. (46, 64)

¿Qué sería del espíritu privado de su libre albedrío? En primer lugar no sería espíritu y por lo tanto no sería creación digna del Ser Supremo; sería algo así como esas máquinas que vosotros hacéis; algo sin vida propia, sin inteligencia, sin voluntad, sin aspiraciones. (20, 37)

Sobre el divino don de su libre albedrío puse un faro de luz que iluminara la senda de su vida: la conciencia. (92, 33)

El espíritu goza del don del libre albedrío, medio por el cual debe hacer méritos para salvarse.

¿Quién guía, orienta o aconseja al espíritu, durante su libre trayecto, para distinguir lo lícito de lo ilícito y por lo tanto para no perderse? La conciencia. (287, 26-27)

Intimad con la conciencia, es la voz amiga, a través de la cual asoma el Señor su luz, ya como Padre, ya como Maestro, ya como Juez. (293, 74)

Oíd, discípulos: El hombre tiene como dones espirituales el libre albedrío y la conciencia; todos al nacer están dotados de virtudes y pueden hacer uso de ellas. En su espíritu está la luz de la conciencia; pero a la vez que la materia se desarrolla, con ella se desarrollan las pasiones, las malas inclinaciones, siendo éstas las que luchan contra las virtudes.

Mas no os confundáis, porque al hablaros de lucha, Yo me refiero a la que desarrolláis para vencer vuestras debilidades y pasiones. Esas luchas son las únicas que permito a los hombres para que dominen su egoísmo y su materialidad, a fin de que el espíritu tome su verdadero sitio iluminado por la conciencia.

Esa batalla interior sí la autorizo, mas no aquélla que hacen los hombres con el deseo de engrandecerse, cegados por la ambición y la maldad. (9, 42-44)

Lucha el espíritu por alcanzar su elevación y su progreso, mientras la materia cede a cada paso a las atracciones del mundo; mas podrían armonizar espíritu y materia, tomando ambos lo que lícitamente les corresponde, eso es lo que os enseña mi Doctrina. (148, 53)

No quiero más restitución ni dolores para vosotros, quiero que, así como las estrellas embellecen el firmamento, los espíritus de todos mis hijos vengan con su luz, a iluminar mi Reino y a llenar de alegría el corazón de vuestro Padre. (171, 67)

Mi palabra vendrá a reconciliar al espíritu con la materia, ya que ha tiempo existe enemistad entre uno y otra, para que sepáis que vuestro cuerpo que habéis considerado un obstáculo y una tentación para el tránsito del espíritu, puede ser el mejor instrumento de vuestro cumplimiento en la tierra. (138, 51)

No sólo os digo que purifiquéis vuestro espíritu, sino también que fortalezcáis a vuestra materia, para que las nuevas generaciones que de vosotros broten, sean saludables y sus espíritus puedan cumplir su delicada misión. 51, 59)

El cuerpo, es el punto de apoyo en el que descansa el espíritu mientras habita en la tierra. ¿Por qué dejar que se convierta en cadena que sujeta o en celda que aprisiona? ¿Por qué dejar que él sea el timón de vuestra vida? ¿Acaso es justo que un ciego guíe al que tiene vista en sus ojos? (126, 16)

Desde el principio de los tiempos ha existido la lucha entre el espíritu y la materia, al tratar de comprender qué es lo justo, lo lícito y lo bueno, para hacer una vida ajustada a la Ley presentada por Dios. (271, 50)

Todos los destinos son diferentes aunque os llevan al mismo fin. A unos les están reservadas unas pruebas, a otros otras. Una criatura recorre un camino, otra sigue distinta jornada. Ni todos habéis surgido a la existencia en el mismo instante, ni todos retornaréis en el mismo momento. Unos caminan delante, otros detrás, pero la meta a todos os está esperando. Ninguno sabe quién está cerca, ni quién viene distante, porque aún sois pequeños para tener este conocimiento; sois humanos y vuestra vanidad os perdería. (10, 78)

Es que el espíritu no nace al mismo tiempo que la envoltura, ni el principio de la humanidad coinciden con el del espíritu. En verdad os digo que no existe un sólo espíritu que haya venido al mundo sin antes haber existido en el más allá. Y ¿Quién de vosotros puede medir o conocer el tiempo que haya vivido en otras moradas antes de haber venido a morar la Tierra? (156, 32)

Si Yo he formado todo lo creado de la tierra para recreo del hombre, tomadlo siempre en beneficio vuestro. No olvidéis que existe en vosotros una voz que os indica los límites dentro de los cuales podréis tomar cuanto os ofrece la naturaleza, y es esa voz interior a la que debéís obedecer. Así como procuráis para vuestro cuerpo un hogar, abrigo, sustento y satisfacciones, para hacer más agradable su existencia, así debéis conceder al espíritu lo que le es necesario para su bienestar y progreso. (125, 30)

El espíritu quiere vivir, busca su inmortalidad, quiere lavarse y purificarse, tiene hambre de saber y sed de amor. Dejadle pensar, sentir y trabajar, concededle que tome una parte del tiempo de que disponéis, para que ahí se manifieste y se recree en la libertad.

De todo lo que sois aquí en el mundo, sólo quedará después de esta vida vuestro espíritu. Dejadle que él acumule y atesore virtudes y méritos para que, llegada la hora de su liberación, no sea un menesteroso ante las puertas de la "Tierra Prometida". (111, 74-75)

Cada quién tiene trazado su destino con su misión espiritual y su misión humana, ambas deben armonizar y tender hacia un solo fin y en verdad os digo que no sólo tomaré en cuenta vuestras obras espirituales, sino también vuestras obras materiales, porque en ellas encontraré méritos que ayuden a vuestro espíritu a llegar a Mí. (171, 23)

El mundo os ofrece coronas que sólo hablan de vanidad, de soberbia, de falsa grandeza. Al espíritu que sabe pasar por sobre esas vanidades, le está reservada en el más allá otra corona, la de mi sabiduría. (53, 11)

El fin de todo espíritu es el de fundirse en la Divinidad, después de su purificación y de su perfeccionamiento. Por ello inundo de luz vuestro camino y doy fuerza a vuestro espíritu, para que escaléis peldaño tras peldaño. De acuerdo con la elevación que poseáis cuando dejéis esta tierra, será la morada espiritual que habitéis en el más allá, porque el universo fue creado como una escuela de perfección para el espíritu. 195, 38)

Es la conciencia la que eleva al espíritu a una vida superior por sobre la materia y sus pasiones. La espiritualidad os hará sentir el gran amor de Dios, cuando logréis practicarla; entonces sí comprenderéis la importancia de la vida, contemplaréis su belleza y encontraréis su sabiduría. Entonces sabréis por qué le he llamado VIDA. (11, 45)

Sabed que el estado natural del ser humano, es el de la bondad, el de la paz del espíritu y la armonía con todo lo que le rodea. Quien se conserve en la práctica de estas virtudes a través de la vida, ese va por el camino verdadero que lo conducirá al conocimiento de Dios. (20, 20)

Cuando vuestro espíritu ya no necesite las lecciones que da esta vida, porque otras más elevadas le esperan en otro mundo, entonces, con la luz adquirida en esta lucha, dirá: Con cuánta claridad comprendo ahora que todas las vicisitudes de esta vida sólo fueron experiencia y lecciones que yo necesitaba para comprender mejor. Cuán larga me parecía esa jornada cuando los sufrimientos me agobiaban; en cambio ahora, que todo ha pasado, cuán breve y fugaz me parece ante la eternidad. (230, 47)

Yo sí espero del hombre, sí creo en su salvación, en su dignificación y en su elevación, porque al crearlo, lo destiné a que reinase en la Tierra, formando en ella una morada de amor y de paz, y a que su espíritu se forjase en la lucha para llegar por méritos a habitar en la luz del Reino de Perfeccionamiento, el cual le pertenece por herencia eterna. (326, 46)






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Capítulo 5
Conceptos erróneos sobre el mal

En las religiones reconocen el poder del mal y lo han personificado en forma humana; le atribuyen un reino poderoso y le han dado diversos nombres. Sienten temor los hombres cuando creen tenerlo cerca, sin saber que la tentación está en las pasiones, en las flaquezas. Que lo mismo se agita en el interior del hombre el bien y el mal. El mal predomina en este tiempo en el mundo y ha creado una fuerza, un poder que se manifiesta en todo. Y en lo espiritual existen legiones de espíritus imperfectos, turbados, inclinados al mal y a la venganza, cuya fuerza se une a la maldad humana para formar el reino del mal. (182, 42)

Cuán erróneamente se ha interpretado la existencia del príncipe de las tinieblas. Cuántos han llegado a creer más en su poder que en el mío, y qué lejos de la verdad han andado en esto los hombres.

El mal existe; de él se han derivado todos los vicios y pecados. Los pecadores, o sea los que practican el mal, siempre han existido, lo mismo en la tierra que en otras moradas o mundos; mas, ¿Por qué personificáis todo el mal existente en un sólo ser, y por que lo enfrentáis a la Divinidad? Yo os pregunto: ¿Qué es ante mi poder absoluto e infinito, un ser impuro y qué significa ante mi perfección vuestro pecado?

El pecado ha nacido en el mundo; los espíritus al brotar de Dios, unos permanecieron en el bien, mientras que otros al desviarse de ese camino, crearon uno distinto, el del mal. (114, 55-57)

De Dios no pueden brotar demonios; a éstos los habéis forjado con vuestra mente. El concepto que tenéis de ese ser que a cada paso me ponéis por adversario, es falso.

Yo os he enseñado a velar y orar, para que os libréis de tentaciones e influencias maléficas, que lo mismo pueden provenir de seres humanos, que de seres espirituales.

Si vosotros os habéis imaginado que los seres de tiniebla son como monstruos, Yo sólo los veo como criaturas imperfectas, a las cuales les tiendo mi mano para salvarles, porque también son mis hijos. (114; 55-57, 59-60, 62)

La maldad ha crecido entre los hombres, mi pueblo. La bondad, la virtud, el amor, han sido débiles ante la invasión del mal, de las enfermedades, de las plagas, de las pestes y las calamidades. Todo aquello que es simiente de los perversos, ha contaminado el corazón de los buenos, ha hecho flaquear a algunos, ha diezmado el número de los fieles, porque gran fuerza ha traído el mal sobre la humanidad. (345, 11)

En este tiempo en que hasta el aire, la tierra y el agua, se encuentran envenenados de la maldad de los hombres, ¡Cuán pocos son los que no se contaminan por el mal o por las tinieblas! (144, 44)

Os advierto que estáis llegando a colmar la medida que permite mi justicia a vuestro libre albedrío, estáis provocando demasiado a la Naturaleza. Y como sois los pequeños que se sienten grandes, viene esta palabra para advertiros del peligro en que os encontráis. (17, 60)

También os digo que la naturaleza puede ser para los hombres lo que ellos quieran. Una madre pródiga en bendiciones, en caricias y sustento, o un desierto árido en donde reinen el hambre y la sed. Un maestro de sabias e infinitas revelaciones sobre la vida, el bien, el amor y la eternidad, o un juez inexorable ante las profanaciones, desobediencias y errores de los hombres. (40, 27)

¿Miráis el desequilibrio de los elementos de la Naturaleza y el trastorno que han sufrido? ¿Os dais cuenta de cómo sois tocados por sus fuerzas desatadas? Es que habéis roto la armonía que existe entre la vida espiritual y la material provocando con ello ese caos en que os vais hundiendo, mas cuando la humanidad sea obediente a las leyes que rigen la vida, todo volverá a ser paz, abundancia y felicidad. (108, 56)

Mi Doctrina no viene a prohibiros que utilicéis los elementos y fuerzas de la Naturaleza, pero viene a ordenaros y a enseñaros a emplearlos para fines buenos. (210, 44)

Ahora que el hombre cree encontrarse en la cumbre del saber, es cuando ignora que está en el abismo. (40, 67)

Ante tanta confusión y tanto desvío, mi Doctrina les parecerá absurda a los hombres de este tiempo, mas Yo os digo que es la enseñanza justa para lograr que los hombres se libren del letargo en que se encuentran. (157, 16)

El Padre al formaros os puso en el primer peldaño de esa escala, con el fin de que recorriendo ese camino, tuvieseis ocasión de conocer y comprender verdaderamente a vuestro Creador. Pero ¡Cuán pocos iniciaron la jornada ascendente partiendo del primer escalón! Los más se unieron en su desobediencia, en su rebeldía, haciendo mal uso del don de la libertad y desoyendo los dictados de la conciencia, dejándose dominar por la materia, para crear con sus vibraciones una fuerza, la del mal, y cavar un abismo hacia donde su influencia tuvo que arrastrar a sus hermanos, que entablaron una lucha cruenta entre sus flaquezas y perversidades, y su anhelo de elevación y de pureza. (35, 38)

De altar en altar, de rito en rito, y de secta en secta, van los hombres en busca del Pan de la Vida, sin encontrarlo, y ante el desengaño, se tornan en blasfemos para tomar caminos sin rumbo y vivir sin Dios y sin Ley. ¡Y pensad, pueblo que entre ellos están los grandes espíritus, que entre ellos descubro a los profetas y a los discípulos del Espíritu Santo! (217, 49)

Contemplad a la humanidad ocupada en destruirse y odiarse, en arrebatarse el poder unos a otros sin detenerse ante el crimen, el hurto o la traición. Ahí tenéis a los hombres que por millones sucumben víctimas de sus semejantes y otros que perecen bajo el efecto del vicio, ¿Hay luz en ello? ¿Habla el espíritu que en ellos existe? Lo que hay es tiniebla y dolor, resultado del abuso del don del libre albedrío y de no escuchar la voz interior, de no mirar la luz de esa chispa de Dios que todos lleváis en vuestro ser y que es el destello divino al que llamáis conciencia. (79, 31)

Yo he dejado que así acontezca por razón del libre albedrío que os he dado, porque detrás de toda la perversidad, de todas las tinieblas y de la ofuscación de los hombres, hay una luz divina; la conciencia que no se pierde y no se perderá jamás; hay un principio que es el espíritu, que guarda inmaculado el ósculo que el Padre le dio, que es el sello divino con que Yo he enviado a todos mis hijos a la senda de la lucha y por esa Marca no se perderá ninguno de esos espíritus. (345, 12)

Es valiente el hombre para pecar, decidido para salirse fuera del camino de mi Ley; mas Yo os aseguro que es demasiado cobarde cuando se trata de restituir y de saldar sus deudas. Sin embargo, Yo os fortalezco en vuestra cobardía, os protejo en vuestras flaquezas, os despierto de vuestro letargo, enjugo vuestras lágrimas y os doy nuevas oportunidades para que recuperéis la luz perdida y volváis a encontrar el camino olvidado de mi Ley. (17, 38)

Conocedme todos para que ninguno me niegue, conocedme para que vuestro concepto sobre Dios esté fundado en la verdad y sepáis que donde se manifieste el bien, ahí estoy Yo.

El bien no se confunde con nada. El bien es verdad, es amor, es caridad, es comprensión.

El bien es preciso, exacto, determinado. Conocedlo para que no os equivoquéis. Cada uno de los hombres podrá ir por diversos caminos; pero si todos ellos coinciden en un punto, que es el bien, llegarán a identificarse y a unirse. No así cuando se empeñen en engañarse a sí mismos, dándole cariz de malo a lo bueno y disfrazando de bueno a lo malo, como acontece entre los hombres de este tiempo. (329, 45-47)

Si me preguntáis cuáles fueron las armas con las que doté a la humanidad para luchar contra las fuerzas o influencias del mal, os diré que fueron la oración, la perseverancia en la ley, la fe en mi palabra, el amor de los unos para los otros. (40, 70)

Haced de la humildad una de vuestras mejores aliadas para alcanzar la elevación, porque las puertas del Cielo, que es el reino de la conciencia, se encuentran completamente cerradas para el soberbio. Nunca ha pasado por ellas, ni logrará pasar el soberbio, pero cuando éste se torne en humilde, Yo seré el primero en ensalzarle y será mi caridad la que le abra la puerta de la eternidad. (89, 45)

Discípulos: Cuando en el hombre existe un verdadero conocimiento de las obras que ha realizado, no se deja cegar por la vanidad, sabe que si ese innoble sentimiento penetra en su ser, su inteligencia se nublaría y ya no podría avanzar en el sendero, se estancaría y sucumbiría en el letargo.

La vanidad ha perdido a muchos hombres, ha derrumbado muchos pueblos florecientes y ha hundido vuestras culturas.

Mientras los pueblos tuvieron por ideal el trabajo, la lucha y el progreso, supieron de la abundancia, del esplendor y el bienestar; mas cuando el orgullo les hizo sentirse superiores, cuando su ideal de elevación fue cambiado por la ambición insaciable de desearlo todo para sí, sin darse cuanta y sin quererlo comenzaron a destruir paso a paso cuanto habían construido, acabando por hundirse en un abismo. (295, 18-20)

Podrá el hombre descender mucho, llenarse de tinieblas, o tardarse en retornar a Mí, mas para todos llegará el instante en que sintiéndome en su propio ser, no me sientan lejano, ni me vean como a un extraño o puedan negar mi existencia, mi amor y mi justicia. (52, 30)

Yo os digo: que mientras no améis, Dios será para vosotros algo que no podréis entender, porque la magnanimidad de vuestro Creador está por sobre vuestra comprensión.

Hacéos fuertes, grandes, sabios, aprended a amar; cuando améis, no tendréis la infantil tendencia de querer analizar a Dios, porque entonces lo miraréis y lo sentiréis, y con eso os bastará. (248, 31-32)

Escrito está que el mal no prevalecerá, lo que quiere decir que al final de los tiempos será el bien el que triunfe. (40, 69)






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Capítulo 6
Materialismo, ignorancia, doctrinas falsas

Largo tiempo ha tenido que transcurrir para que la humanidad alcanzara la madurez espiritual. Siempre habéis caído en los dos extremos; uno ha sido el materialismo, por el que tratáis de alcanzar mayores goces mundanos, y esto, en verdad es perjudicial, por apartar al espíritu del cumplimiento de su misión; pero también debéis evitar el otro extremo: la mortificación de la materia, la negación completa de todo lo que pertenece a esta vida, porque Yo os mandé a esta Tierra a vivir como hombres, como humanos, y os he indicado el camino recto para que viváis dando al César lo que pertenece al César, y a Dios lo que corresponde a Dios.

Yo he creado este mundo para vosotros, con toda su belleza y toda su perfección. Os he dado el cuerpo humano, a través del cual vosotros debéis desarrollar todos los dones que Yo os he dado para alcanzar la perfección.

El Padre no quiere que vosotros os privéis de todo lo bueno que este mundo os ofrece, mas no debéis dar preferencia a la materia sobre el espíritu, porque el cuerpo es pasajero y el espíritu pertenece a la eternidad. (358, 7-9)

No os digo que os apartéis de vuestros deberes materiales ni de los sanos goces del corazón y de los sentidos; sólo os pido que renunciéis a lo que envenena a vuestro espíritu y os enferma el cuerpo. (33, 44)

La mayoría de los hombres luchan entre las dos influencias, sin decidirse por una, sin entregarse totalmente al materialismo, pero sin esforzarse por librarse de él para espiritualizar su vida; es decir, para elevarla por el bien, por el saber y la fuerza espiritual. Estos están en plena lucha interior.

Los que se han entregado íntegros al materialismo, sin preocuparles más la voz de la conciencia y desentendiéndose de todo cuanto se refiere a su espíritu, ya no luchan, han sido derrotados en el combate. Creen haber triunfado, creen ser libres, y no se dan cuenta de que estan prisioneros y que será menester que las legiones de la luz vengan a las tinieblas, para que ellos sean puestos en libertad. (321, 61-62)

Desde los primeros tiempos, he visto a los hombres quitarse la vida por causa de la envidia, por el materialismo, por la ambición del poder; siempre han descuidado su espíritu, creyéndose materia solamente, y cuando ha llegado la hora de dejar en la Tierra la forma humana, sólo ha quedado lo que hicieron en su vida material, sin recoger ninguna gloria para el espíritu porque no la buscaron, no pensaron en ella ni les preocuparon las virtudes del espíritu, ni el saber. Se conformaron con vivir sin buscar el camino que los conduce a Dios. (11, 43)

Un materialista sólo ama la vida humana, más reconociendo que todo en ella es fugaz, procura vivirla intensamente. Cuando sus planes o sus ambiciones no se realizan, o el dolor en alguna forma lo sorprende, entonces se desespera, blasfema y reta al destino, culpándole de no recibir las dádivas a que cree tener derecho.

Son espíritus débiles en materias reacias, son seres moralmente pequeños, que son probados en muchas formas, para hacerles comprender el valor que ellos en su materialidad atribuyen a obras de escaso mérito.

¡Cómo desearían modificar su destino los materializados! ¡Quisieran que todo se hiciera según su idea y su voluntad! (258, 48-50)

He puesto grandeza en el hombre, pero no la que él busca en la Tierra. La grandeza de que Yo hablo es sacrificio, amor, humildad, caridad. El hombre huye continuamente de estas virtudes apartándose de su verdadera grandeza y de la dignidad que el Padre le ha dado como hijo suyo.

Huís de la humildad porque creéis que significa pequeñez. Huís de las pruebas, porque os espanta la miseria sin querer comprender que ellas vienen sólo a libertar a vuestro espíritu. Huís también de lo espiritual, porque creéis que profundizaros en ese conocimiento es perder vuestro tiempo, sin saber que despreciáis una luz superior a toda ciencia humana. (80, 37-38)

Podrán los hombres investigar muchas de las maravillas de la naturaleza, pero mientras no lo hagan por el sendero del amor divino, no llegarán a alcanzar la verdadera sabiduría, la que se encierra en la vida inmortal del espíritu. (139, 70)

Aprended a amarme, mirad cómo mi amor, a pesar de vuestras ofensas y pecados os sigue por doquiera, sin que podáis apartaros de su influencia o huir de él. Ved cómo mientras mayores son vuestras faltas, más grande es mi misericordia por vosotros. (297, 59)

Tenéis gobernantes en cuyo corazón no se alberga la justicia ni la magnanimidad para gobernar a su pueblo, porque van tras el ideal mezquino del poder y la riqueza. Hombres que se dicen representantes míos y que ni siquiera conocen el amor hacia sus semejantes. Médicos que no conocen la esencia de su misión, que es la caridad, y jueces que confunden la justicia con la venganza y utilizan la ley con fines perversos.

Así podéis encontrar ministros de Dios que no lo son, porque no fueron enviados para ello; hombres que conducen pueblos y que no son capaces de conducir sus propios pasos; maestros que carecen del don de enseñar, y que en vez de hacer luz turban las mentes. Doctores en cuyo corazón no ha latido el sentimiento de la piedad ante el dolor ajeno, ignorando que el que verdaderamente posee este don, es un apóstol de Cristo.

También hay quienes han tomado misiones que no les corresponden y que con sus errores van dando pruebas de carecer en lo absoluto de los dones necesarios para desempeñar el cargo que por sí mismos han asumido. 105; 16, 19, 18)

Ved este mundo, soberbio, retador, y orgulloso de todas las obras de los hombres con las que asombran a las generaciones de este siglo; en su mayoría no creen ni aman lo espiritual, por lo tanto, no oran ni practican mi Ley. Sin embargo, están satisfechos y orgullosos de poder mostrar un mundo portentoso, de maravillas creadas con el poder de su ciencia.

Ya pronto sabréis que nada sois sin Dios, que la fuerza, la vida y la inteligencia sólo de Mí las podéis tomar para hacer una existencia armoniosa entre el espíritu y la parte humana del hombre. 282; 9, 11)

No, humanidad, mientras no sea el espíritu quien dé esas pruebas de madurez, de elevación, de perfeccionamiento, de adelanto y progreso en los distintos órdenes de vuestra vida, no pasaréis de presentarme obras humanas, sólo grandes en apariencia, pero sin consistencia moral, sin solidez por la falta de amor. (325, 63)

El amor al mundo, la codicia por el terreno, el deseo de la carne, el deleite de todos los bajos deseos, el egoísmo, el amor por sí mismo y el orgullo, fueron la fuerza conque creasteis una vida según vuestra inteligencia y vuestra voluntad humana, cuyos frutos os he dejado recoger para que vuestra experiencia llegue a ser absoluta. Mas, si esta Era que termina, se habrá de significar en la historia de la humanidad por su materialismo, en verdad os digo, que el nuevo tiempo habrá de distinguirse por su espiritualidad, porque en él serán la conciencia y la voluntad del espíritu quienes construyan en la Tierra un mundo de seres elevados por el amor, una vida en la que se sienta vibrar el Espíritu del Padre en el espíritu de los hijos, porque entonces todos las dones y potencias que hoy viven ocultos en vuestro ser, tendrán por campo para desarrollarse el infinito. (305, 42)

De cierto os digo, que los poderosos de ahora se acabarán, para dar paso a los que serán grandes y fuertes, poderosos y sabios por el amor y la caridad hacia sus semejantes. (128, 50)

Los hombre que alimentan por ahora sólo ambiciones de poderío y grandezas terrestres, saben que su adversario más fuerte es la espiritualidad, por eso la combaten y cuando presienten la lucha que ya se aproxima, la batalla del espíritu contra el mal, temen perder sus posesiones y por eso se resisten ante la luz que en forma de inspiración les sorprende a cada paso. (321, 12)

¡Cuán menesterosos llegan ante mi puerta celestial los que fueron grandes y poderosos en la Tierra, porque se olvidaron de las joyas espirituales y del camino de la vida eterna! Mientras la verdad de mi Reino le es revelada a los humildes, se les oculta a los sabios y entendidos, porque harían de la sabiduría espiritual lo mismo que han hecho de la ciencia material, buscarían en esta luz tronos para su vanidad y armas para sus guerras. (238, 68)

Ved a los hombres que conducen a los pueblos, creando doctrinas e imponiéndolas a los hombres. Cada quien pregona la superioridad de su doctrina, mas Yo pregunto: ¿Cuál ha sido el fruto de todo ello? Las guerras, con su cortejo de miserias, de sufrimientos, de destrucción y de muerte. Esa ha sido la cosecha que aquí, en la Tierra, han recogido los apóstoles de tales teorías. (106, 11)

No todos los hombres se encuentran en un mismo nivel de comprensión: mientras unos se maravillan a cada paso, otros todo lo contemplan imperfecto, mientras unos sueñan con la paz como la cúspide de la espiritualidad y la moral del mundo, otros proclaman que son las guerras las que hacen evolucionar a los hombres.

Sobre esto os digo: Las guerras no son necesarias para la evolución del mundo; si los hombres las utilizan para sus fines ambiciosos y egoístas, es por el estado de materialidad en que se encuentran quienes las promueven; y entre ellos hay quienes creen en la existencia en este mundo solamente, pues ignoran o niegan la vida espiritual y son tenidos por sabios entre la Humanidad; por eso es menester que esta revelación sea conocida por todos. (227, 69-70)

Es tiempo de que el amor, el perdón y la humildad, surgan del corazón de la humanidad como armas verdaderas, que se opongan al odio y al orgullo. Mientras el odio encuentre odio y el orgullo tropiece con el orgullo, los pueblos se extinguirán y en los corazones no habrá paz. (39, 29)

¿Cuándo llegaréis a alcanzar la paz del espíritu, si ni siquiera habéis conseguido obtener la paz del corazón? Yo os digo, que mientras la última arma homicida no haya sido destruída, no habrá paz entre los hombres. Armas homicidas son todas aquellas con las cuales los hombres se quitan la vida, matan la moral, se privan de la libertad, se quitan la salud, se arrebatan la tranquilidad o se destruyen la fe. (119, 53)

¿Cómo es posible que los pueblos que se nombran cristianos se destruyan con la guerra y hasta oren antes de ir a matar a sus hermanos pidiendome que les de la victoria sobre sus enemigos? ¿Es que puede existir mi simiente donde en vez de amor existe el odio y en vez de perdón la venganza? (67, 28)

Yo propongo al mundo la paz, pero la soberbia de las naciones engrandecidas con su falso poder y su falso esplendor, rechaza todo llamado de la conciencia, para dejarse arrastrar sólo por sus ambiciones y odios.

Los hombres del poder han olvidado que existe un dueño de todas las vidas y ellos toman la vida de sus semejantes como si les perteneciese; las multitudes claman pan, justicia, hogar, vestido. La justicia Yo la haré, no los hombres, ni sus doctrinas. (151; 70, 72)

Ya no era tiempo de que existiesen reinados en la Tierra, ni pueblos fuertes que humillasen a los débiles, y sin embargo existen, como una prueba de que aún prevalecen en el hombre las tendencias primitivas de despojar al débil usando la fuerza y de conquistar por medio de la violencia. (271, 58)

¡Qué distantes se encuentran los hombres de comprender la paz espiritual que reinará en el mundo! Ellos tratan de imponerla por medio de la fuerza y de amenazas, es el fruto de su ciencia, de la cual hacen alarde.

Quiero igualdad entre mis hijos, como lo prediqué desde el Segundo Tiempo, pero no como la conciben los hombres únicamente material. Yo os inspiro la igualdad por el amor, haciéndoos comprender que todos sois hermanos, hijos de Dios. (246; 61, 63)

Existe gran desigualdad, pues veo señores a quienes sólo falta la corona para nombrarse reyes y contemplo súbditos que son verdaderos esclavos. De ahí que se haya encendido la lucha. Entre esos señores enriquecidos en el mundo hay muchos que se dicen cristianos, mas Yo os digo que apenas si conocen mi nombre.

Quienes no ven en los demás a su prójimo, quienes acumulan riquezas y se apoderan de lo que es de otros, esos no son cristianos, porque no conocen la caridad. Vendrá la lucha entre lo espiritual y lo material, en esa lucha entrará la humanidad y para que el triunfo de la justicia llegue, ¡Cuántas amarguras tendrá que sufrir! (222, 44-45)

¡Pobres pueblos de la Tierra, esclavizados los unos, humillados los otros y despojados los demás por sus mismos conductores y representantes!

Ya vuestro corazón no ama a quienes os rigen en la Tierra, porque vuestra confianza ha sido defraudada; ya no confiáis en la justicia o magnanimidad de vuestros jueces, ya no creéis en promesas, en palabras ni en sonrisas. Habéis visto que la hipocresía se ha apoderado de los corazones y que ha establecido en la Tierra su reinado de mentiras, falsedades y engaños.

Veo que os arrebatáis el pan los unos a los otros; que los ambiciosos no pueden ver que los demás posean algo, porque lo quisieran para sí; que los fuertes se apoderan del pan de los débiles y éstos se concretan a ver comer y gozar a los poderosos.

Sí, ya sé que me diréis que habéis alcanzado muchos adelantos, ya sé que me hablaréis de vuestra civilización y de vuestra ciencia, mas entonces os diré: que todo ello es precisamente la máscara de hipocresía, tras de la cual escondéis la verdad de vuestros sentimientos y de vuestros impulsos todavía primitivos, porque no os habéis preocupado un poco por el desarrollo del espíritu, por cumplir con mi Ley.

Yo no os digo que no busquéis en la ciencia, no, por el contrario: buscad, analizad, creced y multiplicaos en saber y en inteligencia dentro de la vida material, pero tened caridad unos de otros, respetad los derechos sagrados de vuestros semejantes, comprended que no existe ley alguna que autorice al hombre para disponer de la vida de su hermano, en fin, humanidad, haced algo por aplicar a vuestra vida mi mandamiento máximo de: ¡Amaos los unos a los otros! para que salgáis del estancamiento moral y espiritual en que estáis hundidos, y al caer de vuestra faz el velo de la mentira que le ha cubierto, surja vuestra luz, brille la sinceridad y se establezca en vuestra vida la verdad. Entonces sí podréis decir que habéis progresado.

Fortaleceos espiritualmente en la práctica de mis enseñanzas, para que en el futuro vuestras palabras estén siempre respaldadas por obras verdaderas de caridad, sabiduría, fraternidad. (325; 10-11, 14, 18-20)

La caridad aparente podrá proporcionaros en la Tierra algunas satisfacciones que provengan de la admiración que despertéis y de la adulación que recibáis, pero lo aparente no llega a mi Reino, ahí solo llega lo verdadero. Allí todos llegaréis sin poder ocultar la menor mancha o impureza; porque antes de presentaros ante Dios os habréis despojado de mantos, coronas, insignias, títulos, y todo cuanto al mundo pertenezca, para presentaros delante del Supremo Juez como simples espíritus que van a responder ante el Creador de la misión a ellos encomendada. (75, 24)

Bienaventurados los que al llegar a Mí me digan: "Señor, nada espero en pago de mis obras, me basta existir y saber que soy vuestro hijo para que mi espíritu se llene de felicidad". (4, 81)

No alimentéis intereses egoístas pensando tan sólo en vuestra salvación y en vuestro galardón, porque vuestro desengaño será muy doloroso cuando os presentéis en espíritu, porque encontraréis que en realidad no supisteis labraros ningún galardón. (75, 22)

El vanidoso, el materialista, el indolente, no puede conocer la verdad mientras no destruya las murallas dentro de las cuales vive, es necesario que se sobreponga a sus pasiones y flaquezas para mirar de frente mi luz. (258, 47)

El materialismo, como inmenso obstáculo se interpone en el camino de la evolución del espíritu; ante esa muralla se ha detenido la humanidad. (271, 37)

Hoy los hombres en vez de remediar la miseria que por doquier les rodea, procuran obtener de ella el mejor provecho para sí mismos.

Se han dedicado a aprovechar el tiempo de que disfrutan en el mundo para acumular riquezas y goces, pensando que, acabando la materia, terminó todo para ellos. El hombre, en su orgullo ignorante, en vez de elevarse considerándose hijo de Dios, desciende al grado de ser inferior, y si su conciencia le habla de la Divinidad y de una vida espiritual, su miedo a la justicia de Dios se apodera de él y prefiere acallar esa voz interior, apartando su pensamiento de aquellas advertencias. (207, 18)

Mi Doctrina, que es en todo tiempo la explicación de la Ley, ha venido a vosotros como camino de luz, como brecha segura para el espíritu; sin embargo, los hombres empleando el libre albedrío de que fueron dotados, queriendo seguir un camino para su vida, han elegido siempre el camino fácil de la materialidad, desoyendo algunos de manera absoluta los llamados de la conciencia que siempre encaminan hacia lo espiritual; y otros, creando cultos y ritos para creer que van con paso firme por la senda espiritual, cuando en verdad son tan egoístas como aquéllos que han excluido de su vida mi nombre y mi palabra. (213, 51)

Bien poco es lo que sobre el espíritu han revelado a la humanidad las religiones, mas ya despertarán de su letargo y serán bendecidas las que venciendo escrúpulos y temores descubran a la humanidad la verdad que han ocultado.Yo les iluminaré con la luz de mi perdón, de mi gracia y mi sabiduría. (109, 15)

Quiénes sintiéndose intérpretes de la Ley de Dios os digan que a vuestra perversidad y rebeldía le esperan sufrimientos infernales y que sólo demostrando vuestro arrepentimiento, mortificando e hiriendo vuestras carnes y presentando a Dios ofrendas materiales, Él os perdonará y os llevará a su Reino, en verdad os digo que están en confusión. (24, 46)

Las religiones, la ciencia y la justicia de los hombres, tratarán de impedir el avance de lo que para ellos será extraña y maléfica influencia; mas no habrá poder que pueda detener el despertar y el adelanto del espíritu.

El día de la liberación está cerca. (114, 7-8)

Mal me han representado en la tierra los que dicen conocerme, y ésta es la causa de que muchos me hayan vuelto la espalda. (125, 22)

Bendito el que busca la verdad porque es un sediento de amor, de luz y de bondad. Buscad y encontraréis, buscad la verdad y ella os saldrá al encuentro. Seguid meditando, seguid interrogando al Arcano y El os contestará, porque jamás el Padre ha permanecido callado o indiferente ante aquel que anhelosamente le interroga.

Cuántos que andan buscando la verdad en libros, entre los sabios y ciencias diversas, acabarán por encontrarla en sí mismos, ya que en el fondo de cada hombre he depositado una semilla de la eterna verdad. (262, 36-37)

Si Yo os digo que mi sabiduría será vuestra, ¿Creéis que una sola existencia pueda ser suficiente para saber todo lo que tengo que revelaros? Si os digo que la ciencia humana no la podréis adquirir sin recorrer el extenso camino de la evolución, menos podréis adquirir el conocimiento de lo espiritual sin una completa evolución de vuestro espíritu.

No vengo a poner en pugna la espiritualidad con la ciencia porque ese error ha sido de los hombres mas nunca mío; por el contrario, vengo a enseñaros a armonizar lo espiritual con lo material, lo humano con lo divino, lo pasajero con lo eterno; sin embargo os declaro que para andar por las sendas de la vida es menester conocer antes el camino que os traza la conciencia, cuya ley espiritual procede del Espíritu Divino. (79, 38-39)

Igual que el hombre que busca la luz del saber en la Naturaleza, como el que busque mi sabiduría en las revelaciones espirituales, tendrá que recorrer por su propio pie el camino en donde hallará todas aquellas verdades que por otros senderos no puede encontrar. Es por eso que he enviado a vuestro espíritu a vivir una vida tras otra aquí en la Tierra para que mediante su evolución y su experiencia, descubra todo lo que hay en él y en lo que lo rodea.

Si queréis, escudriñad mis palabras, mas luego estudiad y observad la vida a través de ellas y para que podáis comprobar la verdad que encierra cuanto os he dicho. (105, 54-55)

Así como vuestro cuerpo para vivir busca el aire, el sol, el agua y el pan, también el espíritu necesita del ambiente, de la luz y del sustento propio de su ser. Cuando se ve privado de la libertad de elevarse en busca de lo que a él lo alimenta, se debilita, se marchita, se entorpece, como si a un niño se le obligase a permanecer siempre en su cuna y encerrado en su alcoba. Se paralizarían sus miembros, palidecería, se debilitarían sus sentidos y se atrofiarían sus facultades.

¡Ved cómo también el espíritu puede ser un paralítico! ¡Si Yo os dijese que el mundo está lleno de paralíticos, de ciegos, de sordos y enfermos del espíritu! El espíritu que vive encerrado y sin libertad para desarrollarse, es un ser que no crece, ni en sabiduría, ni en fuerza, ni en virtud. (258, 62-63)

En verdad os digo que lo que puede elevaros es el amor, porque en él existe sabiduría, sentimiento y elevación. El amor es un compendio de todos los atributos de la Divinidad y Dios ha encendido esa llama en toda criatura espiritual.

¡Cuántas lecciones os he dado para que aprendáis a amar! ¡Cuántas oportunidades vidas y reencarnaciones os ha proporcionado la misericordia divina! La lección se ha repetido cuantas veces ha sido necesaria, hasta que ha sido aprendida. Una vez cumplida, no existe razón para ser repetida porque tampoco podrá ser olvidada. (263, 43-44)

Yo os digo, que más os vale estar llenos de incertidumbres y de negaciones, que llenos de afirmaciones falsas o de mentiras que pasáis por verdades. Menos mal os hace la negación sincera que nace de la duda o de la ignorancia, que la afirmación hipócrita de una falsedad. Es mejor la duda limpia, que tiene hambre de comprensión, que la firme creencia de un mito cualquiera. Es mejor la incertidumbre desesperada, que a gritos pide la luz, que la firmeza fanática o idólatra. (248, 12)

¡Cuán diáfana y sencilla es la verdad! ¡Qué clara y simple la espiritualidad! Sin embargo, qué difícil comprenderlas para quien se obstina en las tinieblas de su fanatismo y de sus tradiciones. Su mente no puede concebir que haya algo más de lo que él sabe, su corazón se resiste a renunciar a lo que para él ha sido su Dios y su Ley: La tradición y el rito. (318, 48)

¡Cuán lejos de la realidad se encuentran en estos instantes millones de seres, que sólo viven para su presente material! ¿Cómo podrán abrir sus ojos a la realidad? Solamente escuchando la voz de la conciencia. Esa voz que para ser oída requiere de la concentración, de la meditación y la oración. (169, 16)

Siempre que queráis saber si el camino que seguís es el de la evolución, consultaréis a la conciencia y si en ella hay paz y en vuestro corazón se alberga la caridad y la buena voluntad para vuestros hermanos, estaréis seguros de que vuestra luz aún ilumina y vuestra palabra consuela y sana. (73, 45)

Tan meritorio es ante Mí que un ser manchado con la huella de las más graves faltas se purifique inspirado en un elevado ideal, como que un ser que ha perseverado en la pureza, luche hasta el fin por no mancharse, porque él desde un principio amó la luz.

¡Cuán distantes de la verdad andan quienes piensan que los espíritus turbados poseen distinta naturaleza a la de los espíritus de luz! (295, 15-16)

La justicia de los hombres no perdona, no redime, no ama; la mía, ama, perdona, redime, resucita, levanta e ilumina; y a esos mismos que tanto dolor han causado a la humanidad, Yo les redimiré y les lavaré haciéndoles pasar por su gran restitución que será el crisol en el que se purifique y en el que despertarán en plenitud a la voz de su conciencia, para poder llegar a contemplar hasta lo más profundo de sus obras, Yo les haré pasar por la misma senda por donde ellos hicieron cruzar a sus víctimas, a sus pueblos, pero al final, alcanzarán la pureza espiritual para poder volver a la Tierra a restaurar, a reconstruir todo lo destruido, a restituir todo lo perdido. (309, 18)

El que vive iluminado por esa luz interior, por pobre que le considere el mundo, nunca se sentirá paria, abandonado, débil, ni perdido; su fe en el Padre, en la vida, en su destino, y aun en él mismo, jamás lo dejarán de caer en la lucha, y además siempre estará capacitado para realizar obras grandes y asombrosas. (136, 5)

Voy a deciros cuál es la prueba de que existe fe verdadera:

Cuando el corazón no zozobra en la hora de la prueba. Cuando la paz inunda al espíritu en los trances supremos. (237, 69-70)

Cuando el corazón encierra buena fe y la mente se halla libre de prejuicios o de ideas confusas, la vida se aprecia mejor y la verdad se contempla con mayor claridad. En cambio, cuando en el corazón se lleva escepticismo o vanidad y errores en la mente, todo parece confuso y hasta la misma luz parece tiniebla.

Buscad la verdad, ella es la vida; pero buscadla con amor, con humildad, con perseverancia y con fe. (88, 5-6)

Cristo, el Ungido, vino a enseñaros el camino, diciéndoos: "Amaos los unos a los otros". ¿Imagináis el alcance de ese sublime mandamiento? Toda la vida de los hombres quedaría transformada si vivieseis en esa doctrina. Sólo el amor será el que pueda revelaros las verdades del arcano, ya que él es el origen de vuestra vida y de todo lo creado. (136, 41)

La humildad es la luz del espíritu y por el contrario, la carencia de ella, es oscuridad en él; la vanidad es el fruto de la ignorancia. El que es grande por el saber y vale por la virtud, lleva la verdadera modestia y humildad espiritual. (101, 61)

Si los hombres comprendiesen que la Tierra ha sido creada para todos y supiesen compartir en forma justa con sus hermanos los tesoros materiales y espirituales de que está sembrada su existencia, de cierto os digo que aquí en este mundo, comenzaréis a sentir la paz del Reino espiritual. (12, 71)

Si el hombre viviese despierto para la vida superior que sobre él existe y vibra y si supiese interrogar a su espíritu, de cuántos tropiezos escaparía, de cuántos abismos se salvaría; pero se pasa la vida interrogando a quienes no podrán resolverle sus dudas y sus incertidumbres: a los hombres de ciencia, que han penetrado en la Naturaleza material; pero que no conocen la vida espiritual, porque dentro de ellos se ha aletargado el espíritu. (278, 4)

Saber, es sentir mi presencia; saber, es dejarse conducir por mi luz y hacer mi voluntad; saber, es comprender la Ley; saber, es amar. (282, 22)

Hoy es tan grande vuestra ignorancia espiritual, que cuando recordáis a los que han partido al más allá decís: "Pobre, murió, y tuvo que dejarlo todo y se fue para siempre".

Si supieseis con qué compasión os ven desde el mundo espiritual, aquellos seres cuando os escuchan hablar así. ¡Piedad es lo que sienten por vosotros ante vuestra ignorancia, porque si les pudieseis contemplar, aunque fuese por un solo instante, os quedaríais mudos y asombrados frente a la verdad! (272, 46-47)

Os enseñé a dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, mas para los hombres de hoy sólo existe el César y a su Señor nada tienen que ofrecerle. Y si al menos le dieseis al mundo lo justo, vuestras penas serían menores; pero el César que habéis puesto delante de vuestras acciones, os ha dictado leyes absurdas, os ha convertido en esclavos y os quita la vida sin daros nada en compensación. (155, 15)

Si entre risas, placeres y vanidades, los hombres se olvidan de Mí y hasta me niegan, ¿Por qué se acobardan y tiemblan cuando están recogiendo la cosecha de lágrimas que atormenta a su espíritu y a su cuerpo? Entonces blasfeman diciendo que Dios no existe. (17, 37)

Vuestro materialismo, ha convertido el Edén que confié al hombre, en un infierno. (272, 29)

Os habéis olvidado de la Ley y habéis esperado que los elementos os recuerden mi justicia: aires huracanados, aguas que se salen de su cauce, terremotos, sequías, inundaciones, son voces que os despiertan y os hablan de mi justicia. (69, 54)

Quien diga que los caminos del Señor están llenos de abrojos, no sabe lo que dice, porque Yo no he creado el dolor para ninguno de mis hijos; mas los que se han alejado del sendero de luz y de paz, al retornar a él tendrán que sufrir las consecuencias de su falta. (17, 41)

En verdad os digo, que no existe fuerza que podáis oponer a mi amor. Los enemigos resultan pequeños, las fuerzas contrarias son débiles, las armas que han tratado en contra de la verdad y de la justicia, siempre han sido frágiles. (179, 12)

Mas en este tiempo ha llegado esta revelación a vuestro espíritu en un grado mayor de evolución y en breve será tenida en justicia como una de las leyes más justas y amorosas del Creador. Desechad la creencia que teníais acerca del "Día del juicio", que no es un día de los vuestros, porque es un tiempo, y el fin del mundo no es el del planeta en que vivís, sino el de la vida egoísta que sobre él habéis creado. (76, 43)

Ved cómo el hombre está antes y por sobre todo cuanto le rodea; que es el único ser dotado de libre albedrío y de conciencia. De ese libre albedrío ha provenido todos los errores, caídas y pecados de la humanidad; pero son errores pasajeros ante la justicia y la eternidad del Creador, porque luego se impondrá la conciencia sobre las flaquezas de la materia y sobre la debilidad del espíritu, con ello vendrá el triunfo de la luz, que es saber sobre las tinieblas, que son ignorancia; será el triunfo del bien, que es amor, justicia y armonía, sobre el mal, que es egoísmo, libertinaje, injusticia. (295, 49)

Aun aquellos seres a los que llamáis de tentación o demonios, de cierto os digo que no son más que seres turbados o imperfectos de los cuales el Padre se sirve sabiamente para llevar a cabo sus altos designios y planes; pero esos seres, hoy envueltos sus espíritus en las tinieblas y muchos de ellos haciendo un mal uso de los dones que Yo les he concedido, serán puestos a salvo por Mí a su debido tiempo. (302, 32)

Cierto es que muchos van manchando a su espíritu, mas no les juzguéis porque no saben lo que hacen. A esos también los salvaré, no importa que ahora se hayan olvidado de Mí, o que me hayan cambiado por los falsos dioses que en el mundo han creado. También a ellos los llevaré hasta mi Reino, aun cuando ahora por ir tras de los falsos profetas, se hayan olvidado del dulce Cristo que les entregó su vida para enseñarles su doctrina de amor.

Nadie es malo para el Padre, ninguno puede serlo si su principio está en Mí. Equivocados, ciegos, violentos, rebeldes, así han sido muchos de mis hijos, en virtud del libre albedrío con que fueron dotados, mas en todos se hará la luz, y mi caridad los conducirá por el sendero de su redención. (54, 45-46)

¿Cómo podrá perderse irremisiblemente para Mí un espíritu, si lleva en sí un destello de mi luz que jamás se extingue y doquier que vaya me tiene delante? Por muy larga que sea su reaciedad o muy duradera su turbación, nunca serán esas tinieblas más largas que mi eternidad. (255, 60)

No permitiré que se confunda ni que se pierda uno solo de mis hijos. A las plantas parásitas las convierto en fructíferas, porque todas las criaturas han sido formadas para llegar a alcanzar un fin perfecto.

Quiero que vosotros gocéis conmigo en mi Obra; ya antes os he participado de mis atributos porque sois parte de Mí; si todo me pertenece, también a vosotros os hago dueños de mi Obra. (9, 17-18)

Mientras el hombre se resista a elevarse por la escala de la espiritualidad, no podrá acercarse a la verdadera grandeza que aquí en el seno de su Padre, le dará la dicha suprema de ser hijo de Dios, Hijo digno de mi Espíritu, por su amor, por su elevación y su saber. (331, 29)

No quiero contemplaros ante Mí como reos; quiero veros siempre como a mis hijos, para quienes mi amor de Padre está siempre dispuesto a socorreros; Yo os he creado para gloria de mi Espíritu y para que os recreéis en Mí. (127, 41)

Hoy os anuncio que tengo reservadas para vuestro espíritu maravillosas regiones, moradas, mansiones espirituales donde podáis encontrar la libertad verdadera para amar, para hacer el bien y extender mi luz. ¿Podréis dudar de ello, después de haberos cumplido mis anteriores promesas? (138, 11)

Tiempo llegará en que las fronteras de este mundo sean borradas por el amor y en que los mundos se acerquen unos a otros por espiritualidad. (213, 61)






Hacia arriba



Capítulo 7
Vida terrenal, muerte, el más allá

Errónea es la idea que tenéis de lo que significa la vida en la tierra, de lo que es el espíritu y de lo que es el valle espiritual. La mayoría de los creyentes piensa que viviendo con cierta rectitud o que arrepintiéndose en el postrer instante de la vida de las faltas cometidas, tiene asegurada la gloria para su espíritu; y ese falso concepto que priva al hombre no le permite perseverar durante toda su vida en el cumplimiento de la ley y hace que su espíritu, cuando abandona este mundo y llega a la mansión espiritual, se encuentre con que ha llegado a un sitio en el que no contempla las maravillas que se había imaginado, ni siente la dicha suprema a la que creía tener derecho.

¿Sabéis qué es lo que sucede a esos seres que tenían la seguridad de llegar al cielo y que en lugar de ello sólo encontraron confusión? Al no seguir habitando en la tierra, porque les faltó el punto de apoyo de su envoltura material y no poder elevarse a las alturas en que se encuentran las moradas de la luz espiritual, crearon para sí, sin darse cuenta de ello, un mundo que ni es humano ni es profundamente espiritual. Entonces es cuando se preguntan los espíritus: ¿Esta es la gloria? ¿Esta es la morada destinada por Dios a los espíritus, después de tanto caminar en la tierra?

No, dicen otros, éste no puede ser el seno del Señor, donde sólo la luz, el amor y la pureza es lo que puede existir.

Lentamente, por la meditación y el dolor, llega el espíritu a la comprensión. Comprende la divina justicia e iluminado por la luz de su conciencia juzga sus obras pasadas y las encuentra que fueron pequeñas e imperfectas, que no eran dignas de merecer lo que él había creído. Entonces, con esta preparación, aparece la humildad y nace el deseo de retornar a los caminos que dejó para borrar las manchas, reparar los yerros y hacer verdaderos méritos ante su Padre.

Es menester esclarecer a la humanidad estos misterios, para que comprenda que la vida en la materia es una ocasión para que el hombre haga méritos para su espíritu, méritos que lo elevarán hasta merecer habitar en una morada de espiritualidad superior, en donde nuevamente deberá hacer méritos para no estacionarse y seguir escalando de peldaño en peldaño, porque "en la casa del Padre hay muchas moradas".

Estos méritos los haréis a través del amor como os lo ha enseñado la ley eterna del Padre. Y así de peldaño en peldaño, por la escala de perfección, irá vuestro espíritu conociendo el sendero que conduce a la gloria, a la verdadera gloria, que es la perfección del espíritu. (184, 40-45)

Una gran enseñanza espiritual se requiere para que el hombre camine de acuerdo con la voz de su conciencia, porque la materia que le rodea en el mundo a pesar de estar todo saturado de amor divino, sabiamente hecho para el bien y para la felicidad del hombre, constituye una prueba para el espíritu, desde el instante en que viene a habitar un mundo al cual no pertenece, unido a un cuerpo cuya naturaleza es diferente a la suya.

Ahí podréis encontrar la causa por la que el espíritu olvida su pasado. Desde el instante en que encarna en una criatura inconsciente, recién nacida y se funde en ella, inicia una vida junto con aquel ser. Del espíritu sólo quedan dos atributos presentes: La conciencia y la intuición, pero la personalidad, las obras hechas y el pasado, temporalmente quedan ocultos. Así ha sido dispuesto por el Padre. (257, 18-19)

Podéis dudar de todo lo que os digo, mas en verdad aquel valle fue vuestra morada cuando erais espíritu. Fuisteis moradores de aquella mansión en la cual no conocisteis el dolor, en la que sentíais la gloria del Padre en vuestro ser, porque no había mancha en él; mas no teníais méritos, era menester que dejarais aquel cielo y descendierais al mundo para que vuestro espíritu, mediante su esfuerzo, conquistara aquel reino; mas poco a poco fuisteis descendiendo moralmente hasta sentiros muy lejos de lo divino y de lo espiritual, de vuestro origen. (114, 36)

Este es el tiempo en que la humanidad despierta para las bellezas del espíritu, en que se interesa por lo eterno y se pregunta: ¿Cómo será la vida que nos espera después de la muerte? ¿Quién, por incrédulo que sea, no se ha preguntado si existirá en él, algo que sobrevivirá a la materia? En verdad os digo que no hay quien no presienta aquel misterio ni medite un momento en lo insondable. Sobre el misterio de la vida espiritual que parece estar lejos, y que en realidad está frente a vuestros ojos, unos preguntan, otros se confunden y otros niegan; unos hablan creyendo saberlo todo, y otros callan y esperan; mas, cuán pocos son los que verdaderamente saben algo del más allá. (107, 1)

Mi Doctrina no es tan sólo para daros fortaleza y tranquilidad durante vuestro paso por la Tierra, ella os enseñará a dejar este mundo, a transponer los umbrales del Más Allá y a penetrar en la mansión eterna.

Todas las religiones confortan al espíritu en su tránsito por este mundo, pero cuán poco le revelan y le preparan para el gran viaje al Más Allá. He ahí por qué muchos miran la muerte como un límite, sin saber que desde ahí se contempla el horizonte infinito de la verdadera vida. (261, 52-53)

La muerte es como un breve sueño, después del cual, ya reparadas las fuerzas, despertará el espíritu bajo la caricia de mi luz, como a un nuevo día que empieza para él.

La muerte es la llave que os abre las puertas de la prisión en que os encontráis al estar adheridos a la materia y es, al mismo tiempo, la llave que os abre las puertas de la eternidad.

Este planeta, convertido por las imperfecciones humanas en valle de expiación, ha sido cautiverio y destierro para el espíritu.

En verdad os digo, que la vida en la Tierra es un grado más en la escala de la vida ¿Por qué no lo entendéis así, para que aprovechéis todas sus lecciones? Es la razón por la que muchos tienen que volver a ella, una y otra vez: porque no comprendieron ni sacaron utilidad de su vida anterior. (167, 23-26)

La muerte es sólo un símbolo, la muerte existe para aquellos que aún no alcanzan el conocimiento de la verdad; para ellos la muerte sigue siendo un espectro tras el cual está el misterio o la nada; a vosotros os digo: Abrid vuestros ojos y comprended que tampoco moriréis; os separaréis de la materia, mas eso no quiere decir que moriréis; vosotros, como vuestro Maestro, tenéis vida eterna. (213, 5)

Tenéis que comprender que vosotros, dotados de espíritu, significáis en la Creación, la obra más amada del Padre, porque en vosotros depositó esencia, atributos e inmortalidad.

No existe la muerte para el espíritu, la muerte como la concebís vosotros o sea el dejar de existir. No puede ser la muerte del cuerpo, muerte o fin para el espíritu. Ahí es precisamente donde él abre los ojos a una vida superior, mientras su envoltura los cierra al mundo para siempre. Es sólo un instante de transición en la ruta que conduce a la perfección. (146, 46-47)

Ahora el Maestro os pregunta: ¿En dónde están vuestros muertos y por qué lloráis la desaparición de los seres que amáis? En verdad os digo que, delante de Mí, ninguno ha muerto, porque a todos les he dado vida eterna. Todos viven, aquellos que creíais perdidos, son Conmigo. Ahí donde creéis contemplar la muerte, está la vida; donde miráis el fin, está el principio. Donde creéis que todo es misterio e insondable arcano, está la luz, con claridad de interminable aurora. Donde creéis que está la nada, está el todo y donde percibís el silencio, está el concierto. (164, 6)

Lo grave no es que el hombre muera, sino que su espíritu al dejar la materia, carezca de luz y no pueda contemplar la verdad. Yo no quiero la muerte del pecador, sino su conversión, mas cuando la muerte se hace necesaria, ya sea para libertar a un espíritu o para detener la caída de un hombre al abismo, mi justicia divina corta el hilo de aquella existencia humana. (102, 50)

Partid de este mundo sin lágrimas, sin dejar dolor en el corazón de los vuestros. Desprendéos cuando el instante sea llegado, dejando en la faz de vuestro cuerpo una sonrisa de paz que hable de la liberación de vuestro espíritu.

Comprended que la muerte no existe para el amor, para el deber, para los sentimientos; en una palabra, para el espíritu. (70; 17, 19)

Vivid en mi Ley y no tendréis que temer a la muerte, mas no la llaméis ni la deseéis antes de tiempo; dejadla llegar que ella siempre es obediente a mis mandatos; procurad que os encuentre preparados y así penetraréis en la mansión espiritual como hijos de la luz. (56, 44)

No tratéis de rechazar la muerte cuando ella por mi voluntad se acerque a vosotros, ni busquéis al hombre de ciencia para que os haga el milagro de contrariar mis designios prolongando vuestra existencia, porque ambos lloraréis amargamente esta falta. Preparaos en esta vida y no tendréis por qué temer vuestra entrada en el Más Allá. (52, 57)

Es preciso que sepáis que el espíritu antes de encarnar, ha tenido una vasta preparación, ya que va a quedar sometido a una larga y a veces dura prueba; pero gracias a aquella preparación no se turba al penetrar en esta vida; cierra sus ojos al pasado para abrirlos a una nueva existencia y así, desde el primer instante se adapta al mundo al que ha llegado. Cuán diferente es la forma en que vuestro espíritu se presenta ante los umbrales de la vida espiritual a cuando acaba de dejar su cuerpo y al mundo. Como ha carecido de verdadera preparación para retornar a su morada, entonces se ve turbado, le dominan aún las sensaciones de la materia y no sabe qué hacer ni a dónde ir.

Un denso velo nubla su mente mientras recobra la luz; una influencia tenaz de todo lo que dejó, le impide sentir la vibración de su conciencia y en tanto se desvanecen sus sombras para reintegrarse a su verdadera esencia, ¡cuánta turbación, cuánto dolor!

¿Habrá quién, después de escuchar o de leer este mensaje, lo rechace como lección inútil o falsa? Yo les digo que sólo aquél que llegare a encontrarse en un grado de materialismo extremo o de ciego fanatismo, podría rechazar esta luz sin que su espíritu se conmoviese. (257, 20-22)

Os he dado la Tierra para que la poseáis todos por igual, para que viváis en paz y la toméis como un hogar temporal, en el que desarrollaréis vuestros dones y preparéis vuestro espíritu para que ascienda a su nueva morada. Yo os he dicho: "En la casa del Señor hay muchas moradas"; vosotros las conoceréis a medida que vayáis elevándoos. Cada una en grado ascendente os acercará a Mí y serán alcanzadas por vosotros según vuestras obras, porque todo está sujeto a un orden y justicia divinos. (315, 34)

En verdad os digo que para que lleguéis a la completa limpidez, aún tendrá vuestro espíritu que purificarse mucho en este mundo y en el valle espiritual.

Cuantas veces os sea necesario tendréis que volver a este planeta y mientras más desaprovechéis las oportunidades que vuestro Padre os concede, tanto más retardaréis vuestra definitiva entrada en la vida verdadera y prolongaréis más vuestra estancia en el valle de lágrimas.

Todo espíritu debe demostrar en cada existencia terrestre el adelanto y los frutos de su evolución, dando en cada vez un paso firme hacia adelante.

Tened presente que el único bien que redunda en beneficio propio, es aquel que se hace por verdadero amor y caridad con los demás, aquel que, además, se hace desinteresadamente. (159, 29-32)

Más allá de vuestra vida humana existe un mundo de espíritus, hermanos vuestros, seres invisibles para el hombre, que luchan entre sí por conquistaros.

Aquella lucha entre ellos proviene de la diferencia de evolución en que unos y otros se encuentran. Mientras los seres de luz elevados por el ideal de amor, de la armonía, de la paz y el perfeccionamiento, van regando de luz el camino de la humanidad, inspirándole siempre el bien y revelándole todo aquello que sea para bien de los hombres, los seres que aún conservan el materialismo de la Tierra, que no han logrado despojarse de su egoísmo y de su amor al mundo o que alimentan por tiempo indefinido tendencias e inclinaciones humanas, son los que siembran de confusiones el camino de la humanidad, ofuscando las mentes, cegando los corazones, esclavizando las voluntades para servirse de los hombres, convirtiéndoles en instrumentos para sus planes, o tomándoles como si fuesen sus propios cuerpos.

Mientras el mundo espiritual de luz lucha por conquistar al espíritu de la humanidad para abrirle brecha hacia la eternidad; mientras aquellas benditas legiones trabajan sin cesar, multiplicandose en amor, convertidos en enfermeros junto al lecho de dolor, de consejeros a la diestra del hombre que lleva el peso de una gran responsabilidad, de consejeros de la juventud, de guardianes de la niñez, de compañeros de quienes viven olvidados y solos: las legiones de seres sin la luz de la sabiduría espiritual y sin la elevación del amor, también trabajan sin cesar entre la humanidad, pero la finalidad no es de facilitaros la senda hacia el reino espiritual, no, la idea de estos seres es opuesta completamente, es su intención dominar el mundo, continuar siendo dueños de él, perpetuarse en la Tierra, dominar a los hombres, convirtiéndolos en esclavos e instrumentos de su voluntad, en fin, no dejarse despojar de lo que han creído siempre suyo: el mundo.

Pues bien, discípulos: Entre unos y otros seres existe una lucha intensa, una lucha que no contemplan vuestros ojos corporales; pero cuyos reflejos se hacen sentir día a día en vuestro mundo.

Para que esta humanidad pueda defenderse y librarse de las malas influencias, necesita tener conocimiento de la verdad que le rodea, necesita aprender a orar con el espíritu y también saber de cuántos dones está revestido su ser, para poder emplearlos como armas en esta gran batalla del bien contra el mal, de la luz contra las tinieblas, de la espiritualidad contra el materialismo. (321, 53-57)

Discípulos: Despertad y reconoced el tiempo en que os encontráis. Os digo que así como nadie podrá retener mi justicia, tampoco podrá cerrar las puertas del Más Allá que mi caridad os ha abierto. Nadie podrá evitar que de aquellos mundos desciendan entre los hombres los mensajes de luz, de esperanza y de sabiduría. (60, 82)

Os he permitido comunicaros brevemente con los seres del más allá, lo que no autoricé en el Segundo Tiempo porque entonces no estabais preparados para ello, ni unos, ni otros. Esa puerta ha sido abierta por Mí en este tiempo y con ello doy cumplimiento a los anuncios de mis profetas y a algunas de mis promesas. (146, 15)

Os sorprendéis de que un espíritu se manifieste o se comunique con vosotros, sin pensar que vosotros también os manifestáis y hasta os comunicáis con otros mundos, en otras moradas.

Vuestro cuerpo no se da cuenta de que vuestro espíritu, en los instantes de orar, se comunica conmigo, no sabe percibir la aproximación que por medio de ese don tenéis con vuestro Señor, y no solamente con mi Espíritu, sino también con el de vuestros hermanos espirituales a quienes recordáis en los momentos de oración.

Tampoco os dais cuenta de que en vuestro reposo, cuando la materia duerme, el espíritu, según sea su evolución y su espiritualidad, se desprende de su cuerpo para presentarse en lugares distantes, y hasta en moradas espirituales que vuestra mente ni siquiera puede imaginar. (148, 75-77)

¡Cuántas veces los apóstoles, los profetas y los enviados del Señor hablaron al mundo bajo la influencia del mundo espiritual sin que la humanidad se diera cuenta de ello, y cuántas veces en vuestra vida cada uno de vosotros ha actuado y hablado bajo la voluntad de los seres espirituales, sin que os hubieseis percatado de ello! Y esto que siempre ha pasado, ahora os lo he confirmado. (163, 25)

Si solamente la curiosidad os llevase a pretender la comunicación con el más allá, no encontraréis la verdad; si os llevase el deseo de grandeza o la vanidad, no obtendréis la comunicación verdadera; si la tentación revistiese vuestro corazón de falsas finalidades o intereses mezquinos, tampoco obtendréis la comunicación con la luz de mi Espíritu Santo. Sólo vuestro respeto, vuestra oración limpia, vuestro amor, vuestra caridad, vuestra elevación espiritual obrarán el prodigio de que vuestro espíritu extienda sus alas, traspase los espacios y llegue a las mansiones espirituales hasta donde sea mi voluntad.

Muchos de vosotros os habéis comunicado con esos seres a través de mis labriegos, pero de cierto os digo que ésta no es la comunicación perfecta y que se acerca el tiempo en que los espíritus encarnados y desencarnados se podrán comunicar entre sí de espíritu a Espíritu, sin emplear ya ningún otro medio material o humano; por inspiración, por el don de la sensibilidad espiritual, de la revelación o del presentimiento. Los ojos de vuestro espíritu podrán sentir la presencia del más allá, después vuestro corazón sentirá el paso de los seres que pueblan el valle espiritual y entonces el regocijo de vuestro espíritu será grande, lo mismo que vuestro conocimiento y amor hacia el Padre.

Entonces sabréis cuál es la vida de vuestro espíritu, quién es y quién fue, reconociendoos a vosotros mismos sin consideraros con límites tan pequeños como los que corresponden a vuestra materia, pues el Padre os dice: si pequeña es en verdad vuestra materia, cuán semejante es vuestro espíritu a mi Espíritu Divino. (244; 21, 23-24)

He aquí la continuación de mi Obra, mi venida en el Tercer Tiempo como Espíritu de Consolación, rodeado de mis grandes ejércitos de ángeles como estaba escrito. Esos espíritus seguidores míos, forman parte de ese consuelo que Yo os había prometido, y ya habéis tenido pruebas de su caridad y de su paz, en sus sanos consejos y ejemplos de virtud. A través de ellos, os he concedido beneficios, y han sido intermediarios entre vosotros y mi Espíritu.

Benditos seáis si habéis reconocido su elevación pero el Maestro os dice: ¿Creéis que ellos siempre han sido seres virtuosos? ¿No sabéis que un gran número ha habitado la Tierra y ha sabido de la debilidad y de las grandes faltas? Y miradlos ahora, no conservan mancha alguna, pero es que oyeron la voz de la conciencia, despertaron para el amor y se arrepintieron de sus pasadas faltas, y en ese crisol se han purificado para elevarse dignos y hoy me sirven, sirviendo a la humanidad. (354, 14-15)

Preparaos, no esperéis que la muerte os sorprenda sin preparación. ¿Qué habéis preparado para cuando volváis a la vida espiritual? ¿Queréis ser sorprendidos cuando aún estáis atados con cadenas a la materia, a las pasiones, a las posesiones terrestres? ¿Queréis penetrar con los ojos cerrados en el Más Allá sin encontrar el camino, llevando impreso en el espíritu el cansancio de esta vida? Preparaos discípulos y entonces no temeréis la llegada de la muerte del cuerpo.

No suspiréis por tener que dejar este valle, porque si reconocéis que en él existen maravillas y grandezas, en verdad os digo que ellas son sólo una imagen de las bellezas de la vida espiritual. (70, 14-15)

¡Cuán dichoso se sentirá vuestro espíritu en el Más Allá si su conciencia le dice que en la Tierra sembró la semilla del amor! Todo el pasado se hará presente delante de vuestros ojos y cada miraje de lo que fueron vuestras obras, os dará un gozo infinito.

Esta Doctrina celestial que os traigo, os revela muchas bellezas y os prepara para que cuando os presentéis en espíritu ante la justicia del Eterno, sepáis enfrentaros ante la realidad maravillosa que os rodeará desde aquel instante. (85; 63, 66)

Recibid mi luz para que ella ilumine el camino de vuestra existencia y en la hora de la muerte os libréis de la turbación; y en un instante, al pasar los umbrales del Más Allia, sepáis quiénes sois, quiénes habéis sido y quiénes seréis. (100, 60)

Mientras, vuestros cuerpos bajarán a la tierra, en cuyo seno se confundirán para fecundarla, porque aun después de muertos seguirán siendo savia y vida; vuestra conciencia que está sobre vuestro ser no quedará en la Tierra, sino que vendrá con el espíritu para mostrarse ante él como un libro cuyas lecciones profundas y sabias serán estudiadas por el espíritu. Ahí se abrirán vuestros ojos espirituales a la verdad y en un instante sabréis interpretar lo que en toda una vida no lograsteis comprender; ahí sabréis lo que significa "ser hijos de Dios y hermano de vuestros semejantes"; ahí comprenderéis el valor de todo lo que hayáis poseído, experimentaréis el pesar y el arrepentimiento por los errores cometidos, por el tiempo perdido, y nacerán de vosotros los más bellos propositos de enmienda y de reparación. (62, 5)

Ahí, en ese breve instante de iluminación ante la conciencia, es donde muchos recogen su galardón, pero también donde muchos ven desvanecerse su grandeza.

Desde ahora encaminaos todos al mismo fin, conciliando y armonizando vuestra vida espiritual; nadie se crea ir por el mejor sendero que el de su hermano, ni piense estar habitando en una escala superior a la de los demás. Yo os digo que en la hora suprema de la muerte, será mi voz quien os diga la verdad de vuestra elevación. (299; 41, 40)

Cuando vuestro espíritu se despoje de la capa humana y en el santuario de la vida espiritual se recoja en el fondo de sí mismo, para examinar su pasado y examinar su cosecha, muchas de sus obras que aquí en el mundo le habían parecido perfectas, dignas de ser presentadas al Señor y merecedoras de un galardón, resultarán pequeñas en los instantes de aquella meditación; el espíritu comprenderá que el sentido de muchos actos que en el mundo le parecieron buenos, no fueron más que rasgos de vanidad, de falso amor, de caridad no sentida por el corazón.

¿Quién creéis que ha dado al espíritu la iluminación de un juez perfecto para juzgarse a sí mismo? La conciencia, que en esta hora de justicia os parecerá que brilla con claridad antes nunca vista, y ella será la que diga a cada quien qué fue lo bueno, lo justo, lo real, lo verdadero que hizo en la Tierra y qué fue lo malo, lo falso y lo impuro, que en su camino sembró.

El santuario de que acabo de hablaros, es el de la conciencia. Ese templo que nadie podrá profanar, ese templo en el que habita Dios y de donde sale su voz y brota la luz.

En el mundo nunca habéis sabido penetrar en ese santuario interior, porque vuestra personalidad humana siempre procura los medios de evadir la voz sabia que en cada hombre habla; os digo que, al despojarse vuestro espíritu de su envoltura, al fin podrá detenerse ante el umbral de ese santuario para disponerse a entrar en él y ante ese altar del espíritu, postrarse, oírse a sí mismo, examinar sus obras ante esa luz que es la conciencia, oír hablar dentro de sí la voz de Dios, como Padre, como Maestro y como Juez.

Ningún mortal puede imaginar en toda su solemnidad ese instante por el que habréis de pasar todos, a fin de conocer lo que lleváis de bueno, para conservarlo y lo que debéis de rechazar porque no podéis llevarlo por más tiempo en el espíritu.

Cuando el espíritu sienta que está frente a su conciencia y ella se hace presente con la claridad de la verdad, ese ser se siente sin fuerzas para escucharse a sí mismo, quisiera no haber existido nunca, porque ante sí, en un instante, pasa delante de su mente toda su vida, la que dejó atrás, la que poseyó y fue suya y de la cual ha llegado por fin a rendir cuentas.

Discípulos, humanidad: Preparaos desde esta vida para ese instante, para que cuando vuestro espíritu se presente ante el umbral del templo de la conciencia, no vayáis a transformar ese templo en tribunal, porque el dolor espiritual será tan grande que no hay dolor material que se le parezca. (334, 5-11)

A toda hora mi voz os llama al buen camino donde existe la paz, pero vuestro oído sordo, sólo tiene un instante de sensibilidad ante aquella voz, y ese instante es el postrero de vuestra vida, cuando la agonía os anuncia la proximidad de la muerte del cuerpo. Entonces es cuando querríais comenzar la vida para reparar yerros, para tranquilizar vuestro espíritu ante el juicio de vuestra conciencia y poder ofrecer algo digno y meritorio al Señor. (64, 60)

De todo tendréis que responder y conforme sean vuestras malas obras, más enérgicos juicios recibiréis de vosotros mismos; porque Yo no os juzgo, eso es falso, es vuestro propio espíritu en su estado de lucidez vuestro tremendo acusador y terrible juez. Yo soy el que os defiende contra la turbación, el que os absuelve y salva porque soy el amor que purifica y perdona. (32, 65)

Pensad que muy pronto estaréis en espíritu y que lo que en esta Tierra sembrasteis, será lo que hayáis que recoger. El paso de esta vida a la otra, no deja de ser un juicio severo y estricto para el espíritu. Nadie escapa a ese juicio, así se considere el más digno de mis siervos. (99, 49)

Toda buena acción, tendrá su recompensa; la que no será recibida en la Tierra, sino en el Más Allá. Mas cuántos quisierais gozar de esa gloria aquí en el mundo, sin saber que el que nada labra para su vida espiritual, al penetrar en ella se encontrará sin méritos y grande será su arrepentimiento. (1, 21)

El que vaya buscando honores y alabanzas del mundo, aquí las tendrá; pero ellas serán de poca duración y de nada le servirán el día de su entrada en el mundo espiritual; el que vaya en pos del dinero, aquí tendrá su retribución, por que fue a lo que aspiró; mas, cuando sea llegada la hora de dejarlo todo aquí, para presentarse en el Más Allá, no tendrá el menor derecho a reclamar compensación alguna para su espíritu, aunque crea haber hecho mucho en pro de la caridad. Por el contrario, el que siempre haya renunciado a los halagos y favores, el que haya amado limpia y desinteresadamente a su hermano y haya renunciado a todo galardón material, ocupado en sembrar el bien, gozando al realizar la caridad, ese no estará pensando en galardones porque no vivirá para la satisfacción propia, sino para la de sus semejantes. ¡Cuán grande será su paz y su felicidad cuando sea en el seno de su Señor! (253, 14)

Cuando el espíritu de algún gran pecador se desprende de esta vida material para penetrar en el valle espiritual, se sorprende al comprobar que el infierno, como él lo imaginaba, no existe, y que el fuego del cual se le habló en los tiempos pasados, no es sino la esencia de sus obras al encontrarse ante el juez inexorable que es su conciencia.

Ese juicio eterno, esa claridad que se hace en medio de las tinieblas que envuelven a aquel pecador, queman más que el fuego más ardiente que pudieseis concebir, mas no es una tortura preparada de antemano como un castigo para el que me ofendió, no, esa tortura proviene del conocimiento de las faltas cometidas, del pesar de haber ofendido a quien le dio la existencia, de haber hecho mal uso del tiempo y de cuantos bienes recibió de su Señor.

¿Creéis que deba Yo castigar a quien con sus pecados me ofendió, cuando Yo sé que el pecado ofende más a quien lo comete? ¿No miráis que el pecador es a sí mismo a quien se hace mal y que no voy Yo a aumentar con su castigo la desgracia que se ha labrado? Solamente dejo que se mire a sí mismo, que oiga la voz inexorable de su conciencia, que se interrogue y se responda, que recobre la memoria espiritual que a través de la materia había perdido y recuerde su principio, su destino y sus promesas; y ahí en ese juicio, tiene que experimentar el efecto del fuego que extermine su mal, que le funda de nuevo como el oro en el crisol, para apartar de él lo nocivo, lo superfluo y todo lo que no es espiritual.

Ese momento de quietud, de serenidad y claridad, no llega al mismo tiempo a todos los espíritus; unos penetran pronto en aquel examen de sí mismos, y con ello se evitan muchas amarguras, porque en cuanto despiertan a la realidad y reconocen sus errores, se preparan y disponen para reparar hasta la última de sus malas obras; otros ofuscados, ya sea por el vicio, por algún rencor o por haber llevado una existencia de pecados, tardan en salir de su ofuscación; otros más insatisfechos, creyendo haber sido arrebatados de la Tierra antes de tiempo, cuando todo les sonreía, imprecan y blasfeman, retardando así el poder librarse de su turbación, y como éstos, hay un gran número de casos que solamente mi sabiduría conoce. (36; 47-49, 51)

Remordimientos y torturas que provienen de la falta de saber, sufrimiento por carecer de espiritualidad para disfrutar aquella vida, esto y más existe en la expiación de los espíritus que llegan manchados o sin preparación a los umbrales de la vida espiritual. (36, 56)

Qué sorpresa siente el espíritu del científico cuando abandona este mundo y llega a presentarse ante la verdad divina. ¡Ahí inclina avergonzado su faz, rogando que su orgullo le sea perdonado! Creía saberlo y poderlo todo, negaba que existiese algo que estuviese más allá de su conocimiento o de su comprensión; pero al hallarse frente al Libro de la Vida, ante la obra infinita del Creador, tiene que reconocer su pequeñez y que revestirse de humildad ante quien es sabiduría absoluta. (283, 49)

Orad por los que se ausentan de entre vosotros y parten al Más Allá, porque no todos logran encontrar el camino, no todos saben elevarse ni todos alcanzan pronto la paz.

Hay quienes en espíritu viven bajo la obsesión de la vida material; algunos que sufren grande arrepentimiento; otros se encuentran insensibles sepultados bajo la tierra junto con sus cuerpos, y otros no pueden apartarse de los suyos, de los que en el mundo quedaron, porque el llanto, el egoísmo y la ignorancia humana les retiene y les materializa, privándoles de la paz, la luz y el adelanto. (106, 35-36)

Será muy agradable para vuestro espíritu ser recibido por ellos a vuestra llegada al valle espiritual, recibiendo muestras de gratitud por la caridad que les brindasteis y será grande vuestro gozo viéndoles inundados de luz; pero cuán doloroso será encontraros con aquella legión de seres, oscurecida por la turbación y saber que ellos esperaron una caridad de vuestra parte y vosotros no se las disteis. (287, 58)

Quiero que seáis hombres de fe, que creáis en la vida espiritual; si habéis visto partir al Más Allá a vuestros hermanos, no los sintáis lejanos ni penséis que los habéis perdido para siempre. Si queréis reuniros con ellos, trabajad, haced méritos y cuando lleguéis al Más Allá, ahí los encontraréis esperándoos, para enseñaros a vivir en el Valle Espiritual. (9, 20)

¿Quién no ha sentido inquietud ante la vida del Más Allá? ¿Quién de los que han perdido a un ser amado en este mundo, no ha sentido el anhelo de volver a contemplarlo o por lo menos de saber dónde se encuentra? Todo lo sabréis; a ellos los volveréis a mirar; mas haced méritos ahora, no sea que cuando dejéis esta Tierra, en el valle espiritual preguntéis en dónde se encuentran aquéllos que esperáis encontrar, y os digan que no les podéis ver porque se encuentran en una escala más alta; no olvidéis que tiempo ha os he dicho que en la casa del Padre existen muchas moradas. (61, 31)

Recordad que os dije: "En la casa del Padre hay muchas moradas". Y en este tiempo de mayor evolución, en el que comprendéis mejor mis enseñanzas, he venido a deciros: "En la casa del Padre hay un número infinito de moradas". Por lo tanto, no penséis que al partir de este mundo, alcanzaréis la máxima elevación espiritual. No, discípulos. Cuando termine vuestra etapa en este planeta, os conduciré a otras moradas y así os guiaré eternamente en la escala infinita de vuestro perfeccionamiento. Confiad en Mí, amadme y seréis salvos. (317, 30)

Os digo que ni los espíritus que habitan en planos más altos que aquél en que vivís, conocen la realidad de aquella vida. ¿Sabéis lo que es vivir en el seno del Padre? Cuando habitéis ahí, entonces podréis saberlo. Sólo un vago presentimiento, una leve intuición de aquel misterio cruzará fugazmente por vuestro corazón como un aliciente en vuestro camino de evolución. (76, 29)

No existe entre tantas moradas como tiene la casa del Padre, un solo mundo de tinieblas, en todas está su luz; mas si en ellas penetran los espíritus con una venda en los ojos debido a su ignorancia, ¿Cómo podrán contemplar aquel esplendor? (82, 12)

Siete etapas espirituales tendrá que recorrer vuestro espíritu para alcanzar su perfección. Hoy que vivís en la tierra, no sabéis en qué peldaño de la escala os encontráis. (133, 59)

Este es el Tercer Tiempo, en el que ya vuestro espíritu, desde la Tierra, puede comenzar a soñar en moradas muy altas y en conocimientos muy grandes, porque el que parte de este mundo llevando en su espíritu el conocimiento de lo que va a encontrar y el desarrollo de sus dones espirituales, ése pasará por muchos mundos, sin detenerse en ellos, hasta llegar al que por sus méritos le corresponda habitar. Estará plenamente consciente de su estado espiritual, sabrá desempeñar su misión doquiera que se encuentre, conocerá el idioma del amor, de la armonía y la justicia y sabrá comunicarse con la pureza del lenguaje espiritual que es el pensamiento. No tendrá escollos, turbación, ni llanto, y comenzará a vivir el supremo goce de estarse acercando a las mansiones que le pertenecen, porque ellas le corresponden como herencia eterna. (294, 55)

Los hombres han imaginado el infierno como un lugar de tortura eterna, a donde han creído que van todos los que han faltado a mis mandatos. Y así como han creado para las grandes faltas ese infierno, para las faltas menores han imaginado otro lugar, así como uno más para quienes no hayan hecho ni bien ni mal.

Los que dicen que en el Más Allá ni se goza ni se sufre, no dicen verdad; nadie está sin sufrir, ni exento de gozo. Las penas y las alegrías siempre irán mezcladas, mientras el espíritu no alcance la paz suprema.

Escuchad mis hijos: El infierno está en encarnados y desencarnados, en moradores de este mundo y del valle espiritual, el infierno es el símbolo de las grandes penas, de los terribles remordimientos, de la desesperación, del dolor y la amargura de los que han pecado grandemente y de cuyas consecuencias se librarán mediante la evolución de su espíritu hacia el amor.

Interrogad a vuestra conciencia y sabréis si vivís en el infierno, si estáis expiando vuestras faltas, o si vibráis con la paz de la gloria.

Lo que los hombres llaman gloria o infierno, no son lugares determinados, es la esencia de vuestras obras la cual recoge vuestro espíritu cuando llega al valle espiritual. Cada quien vive su infierno, habita su mundo de expiación, o goza de la beatitud que da la elevación y la armonía con el Espíritu Divino. (11; 51-53, 55-56)

Así como el hombre en la Tierra puede crearse un mundo de paz espiritual, semejante a la paz de mi Reino, puede también con su perversidad rodearse de una existencia que sea como un infierno de vicios, de maldades y remordimientos.

También en el más allá puede el espíritu encontrar mundos de tiniebla, de perversidad, de odios y venganzas, según las tendencias del espíritu, su turbación y sus pasiones. Mas en verdad os digo, que tanto la gloria como el infierno que los hombres conciben tan sólo a través de figuras e imágenes terrestres, no son más que distintos estados de la evolución del espíritu: uno en la cúspide de la perfección por su virtud y evolución, otro en el abismo de sus tinieblas, de sus vicios y de su ofuscación.

¿Creéis que Yo, vuestro Padre, haya creado lugares expresamente destinados para castigaros y vengarme así eternamente de vuestras ofensas?

¡Cuán torpes son los hombres que van enseñando esas teorías! (52; 31-32, 34-35)

Cuán deforme e imperfecto es ese Dios en la forma en que tantos lo imaginan; qué injusto, monstruoso y cruel. Reuniendo todos los pecados y crímenes que hayan cometido los hombres, no pueden compararse con la perversidad que significaría el castigo del infierno para toda la eternidad al cual, según ellos, condena Dios a los hijos que pecan. ¿No os he explicado que el atributo más grande de Dios es el amor? ¿No creéis entonces, que un tormento eterno sería la negación absoluta del atributo divino del amor eterno? (164, 34)

Mi palabra no desciende a atacar creencia alguna. Si alguien pensase esto, está en grave error. Mi palabra viene a explicar el contenido de todo aquello que no ha sido debidamente interpretado y que por lo tanto, ha producido confusiones que se han transmitido de generación en generación entre la humanidad. (352, 47)

Os he dicho en este tiempo: No alberguéis la idea que existe entre la humanidad acerca del infierno, porque no hay más infierno en este mundo, que la vida que habéis creado con vuestras guerras y odios, y en el más allá no existe más fuego que el remordimiento del espíritu, cuando la conciencia le muestra sus errores. (182, 45)

Los que en su fanatismo religioso sólo esperan en el Más Allá el castigo del infierno, mientras abriguen esa creencia ellos mismos forjarán su infierno, porque la turbación del espíritu es semejante a la de la mente humana, aunque más poderosa. (227, 71)

No tembléis ante estas revelaciones, por el contrario, gozad pensando en que esta palabra viene a destruir el concepto que del castigo eterno teníais y todas las interpretaciones que os dieron del fuego eterno en los tiempos pasados. El fuego es el símbolo del dolor, de los remordimientos y el arrepentimiento que atormentarán al espíritu, purificándolo como se purifica el oro en el crisol. En ese dolor está mi voluntad y en mi voluntad está mi amor por vosotros. (352, 44)

El Juicio Final, como lo ha interpretado la Humanidad, es un error; mi juicio no será de una hora ni de un día; ha tiempo que él pesa sobre vosotros; mas en verdad os digo que los cuerpos muertos, muertos están y han ido a confundirse en su propia naturaleza, porque lo que es de la tierra, a la tierra volverá, así como lo espiritual buscará su morada que es mi seno.

En el valle espiritual existen muchos seres confundidos y turbados; a ellos llevad mi mensaje y mi luz cuando penetréis en él.

Desde ahora podéis practicar esa forma de caridad, por medio de la oración, con la cual podéis establecer comunicación con ellos. Vuestra voz resonará donde ellos habitan y los hará despertar de su profundo sueño. Les hará llorar y lavarse con el llanto del arrepentimiento. En ese instante habrán recibido un rayo de luz, porque entonces comprenderán sus pasadas vanidades, sus errores, sus pecados. (240, 41-43)

El descanso espiritual según lo entiende y lo concibe vuestra materia, no existe; el descanso que espera al espíritu es la actividad, el multiplicarse haciendo el bien, el no desperdiciar un instante. Entonces descansa el espíritu, se aligera de remordimientos y de penas, se recrea haciendo el bien, descansa amando a su Creador y a sus hermanos.

El espíritu que retorna de la Tierra al valle espiritual, trayendo impresa en sí mismo la fatiga de la carne y llega buscando el Más Allá como un lecho donde reposar, donde hundirse en el olvido para borrar las huellas de la lucha, ese tendrá que llegar a sentirse el ser más desdichado y no encontrará paz ni felicidad hasta que despierte de su letargo, hasta que salga de su error y se levante a la vida espiritual que es como ya os he dicho antes, el amor, el trabajo, la continua lucha en el sendero que conduce a la perfección. (317; 12, 14)

La Humanidad de hoy, tan grande como la consideráis en número, es muy pequeña comparada con el mundo de seres espirituales que la rodea, y con cuánta fuerza esas legiones invaden los caminos de los hombres y éstos no perciben, no sienten ni oyen ese mundo que se agita en torno suyo. (339, 29)

Las legiones de espíritus que vagan errantes por el mundo, llamando en distintas formas a las puertas del corazón de la humanidad, muchas veces son voces que quieren deciros que despertéis, que abráis vuestros ojos a la realidad, que os arrepintáis de vuestros errores y que os regeneréis, para que más tarde, cuando dejéis vuestra materia en el seno de la tierra, no tengáis que llorar como ellos en su soledad, su ignorancia y su materialismo. He aquí la luz surgiendo de las mismas tinieblas porque la hoja del árbol no se mueve sin mi voluntad; así esas manifestaciones que día a día aumentan, llegarán a abrumar en tal forma a los hombres, que al fin vencerán el escepticismo de la humanidad. (87, 65)

Millares de ojos invisibles os están contemplando, unos para acecharos en vuestro paso y haceros caer, otros para protegeros. (138, 27)

Las grandes legiones de espíritus turbados, aprovechando la ignorancia de la humanidad, su insensibilidad y su falta de vista espiritual, le hacen la guerra, y los hombres no han preparado sus armas de amor para defenderse de sus ataques, por lo que ante esa lucha, aparecen como seres indefensos.

Era menester que llegara a vosotros mi Doctrina Espiritual, para enseñaros cómo debéis prepararos para salir victoriosos en esa contienda.

De aquel mundo invisible que palpita y vibra en vuestro propio mundo, parten influencias que tocan a los hombres, ya sea en su mente, en sus sentimientos o en su voluntad, convirtiéndolos en siervos sumisos, en esclavos, en instrumentos, en víctimas. Por doquiera surgen manifestaciones espirituales y sin embargo, el mundo sigue sin querer darse cuenta de lo que rodea a su espíritu. (152, 22-24)

Cuánta discordia, cuánta confusión y dolor ha acumulado el hombre sobre sí. La falta de oración, de moral y de espiritualidad, han atraído a los seres impuros y turbados, y ¿Qué se puede esperar de los que han partido sin luz y sin preparación?

Ahí están aquellos a quienes habéis engañado y oprimido, a los que habéis confundido y humillado. Sólo confusión y tinieblas os pueden enviar, sólo venganzas pueden ejercer y sólo reclamos es lo que vienen a haceros. (152, 27-28)

Un hombre entregado a una vida de pecado, es capaz de arrastrar tras de sí una legión de seres en tiniebla, que harán que a su paso vaya dejando una estela de influencias maléficas. (87, 7)

Si pudieseis contemplar desde aquí el valle espiritual donde habitan los seres materializados, aquéllos que nada han labrado para la jornada espiritual después de esta vida, que daríais anonadados; pero ni por un instante diríais: ¡Cuán terrible es la justicia de Dios! No, en cambio exclamaríais: ¡Qué ingratos, qué injustos y crueles somos con nosotros mismos! ¡Qué indiferentes para con nuestro espíritu y qué fríos hemos sido como discípulos de Jesús! (213, 52)

Yo os digo que no existe una mente humana que no viva bajo la influencia del Mundo Espiritual.

Muchos lo negarán, mas nadie podrá probar que sea imposible que la mente del hombre reciba los pensamientos y las vibraciones, no sólo de los seres espirituales y las de sus propios semejantes, sino aún las Mías.

Esta es una revelación para toda la humanidad, revelación que al ser difundida, encontrará corazones abiertos que la reciban con gran gozo, como también habrá de encontrar encarnizados opositores y perseguidores.

Mas ¿Qué podrán hacer para impedir que la Luz del Reino Espiritual brille en la vida de los hombres? ¿De qué medios podrán valerse los incrédulos para evitar aquella vibración? ¿Quién es aquel que se cree fuera de la influencia universal, que es la fuerza creadora y vivificante de Dios? (282, 33-36)

Cuando os hablo de mi mundo espiritual, me estoy refiriendo a aquellas huestes de seres obedientes como verdaderos siervos, los cuales sólo hacen lo que la voluntad de su Señor les ordena. Esos son a los que he enviado entre vosotros, para que sean los consejeros, los guardianes, los doctores y verdaderos hermanos entre todos los hombres. No vienen a llorar porque llevan en sí la paz; no vienen a hacer preguntas, porque la luz de su evolución y su experiencia en las largas jornadas, les ha dado el derecho de poder hacer la luz en el entendimiento del hombre. Son oportunos en su ayuda, solícitos y humildes, a cualquier llamado o necesidad.

Yo soy quien les ha mandado manifestarse entre vosotros, para que os den su lección, su testimonio y su estímulo. Van caminando delante de vosotros, para que encontréis limpio el sendero y prestaros su ayuda para que no vayáis a desfallecer.

Mañana, también vosotros formaréis parte de ese ejército de luz, que en el mundo infinito de los espíritus viene trabajando tan sólo por el amor a sus hermanos, sabiendo que con ello glorifican y aman a su Padre.

Si queréis asemejaros a ellos, consagrad vuestra existencia al bien. Compartid vuestra paz y vuestro pan, recibid con amor al necesitado, id a visitar al enfermo y al cautivo. Haced luz en el camino de vuestros hermanos que van a tientas en busca de la verdadera senda. Llenad de pensamientos nobles el infinito, orad por los ausentes y la oración os aproximará a ellos.

Y cuando la muerte detenga los latidos de vuestro corazón y se apague la luz en vuestras pupilas, iréis a despertar a un mundo maravilloso por su armonía, por su orden y su justicia. Ahí comenzaréis a comprender que la caridad de Dios es la que puede compensaros de todas vuestras obras, pruebas y sufrimientos. (170, 43-47)

Llegará a comprender el hombre que su reino tampoco es de este mundo, que su cuerpo o envoltura humana es tan sólo el instrumento a través de cuyos sentidos se asoma su espíritu a este mundo de pruebas y restitución. Concluirá por saber que esta vida es tan sólo una magnífica lección ilustrada con maravillosas formas e imágenes, para que puedan llegar a entender mejor los discípulos, o sea toda la humanidad, las lecciones que la vida les da, con las cuales, si las saben valorizar, alcanzarán la evolución de su espíritu y comprenderán la finalidad de la lucha que los va forjando, el dolor que los pulimenta, el trabajo que ennoblece, el saber que ilumina y el amor que eleva. (194, 34)

En verdad os digo que si supieseis buscar instantes de satisfacción y alegría, así como de tener horas de paz, las tendríais en todos los días de vuestra existencia, pero para eso, elevad primero vuestro espíritu, elevad vuestros sentimientos y la forma de pensar sobre la vida.

Este mensaje que os envío a través de mi palabra, va lleno de luz que iluminará vuestro camino y dará a vuestro ser la elevación que os enseñe a vivir en paz y a gozar sanamente todo aquello con que he bendecido vuestra existencia. (303, 31-32)






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Capítulo 8
Evolución y reencarnación

Cuántos son los que sueñan en morir, con la esperanza de que ese momento sea el de su llegada ante Mí para adorarme eternamente en el Cielo, sin saber que el camino es infinitamente más largo de lo que ellos han podido creer. Para ascender un peldaño de la escala que os conducirá hacia Mí es necesario haber sabido vivir la vida humana. La ignorancia es la que hace que muchos confundan la esencia de mis lecciones. (164, 30)

Así como veis desarrollarse el cuerpo del hombre, también en él se va desarrollando el espíritu; mas el cuerpo encuentra un límite a su desarrollo mientras el espíritu requiere muchas materias y la eternidad para alcanzar su perfección. Esa es la causa de vuestras reencarnaciones.

Nacisteis de la mente paterna y materna de Dios, puros, sencillos y limpios, semejantes a una semilla, mas no os confundáis, porque no es lo mismo ser puros y sencillos a ser grandes y perfectos.

Podéis hacer la comparación de un niño que acaba de nacer, con un hombre de experiencia que enseña a niños.

Ese será vuestro destino a través de las edades, cuando vuestro espíritu esté desarrollado. Pero, ¡Cuán lento avanza vuestro espíritu! (212, 57-60)

Reconoced que esta jornada es para hacer méritos suficientes ante Dios, con los que podáis convertir vuestro espíritu, de inocente y sencillo, en gran espíritu de luz a la diestra del Padre. (231, 12)

Cada mundo, cada morada, fue creada para que en ella el espíritu evolucionara y diese un paso hacia su Creador y así, avanzando más y más en la senda del perfeccionamiento, pudiese tener ocasión de llegar blanco, limpio y modelado al fin de su jornada, a la cima de la perfección espiritual que es precisamente habitar en el Reino de Dios.

Todo espíritu al brotar de Mí, fue virgen, mas luego en su camino muchos se mancharon; sin embargo, estando todo previsto en forma sabia, amorosa y justiciera por Mí, por vuestro Padre, me adelanté a poner en el camino que los hijos habrían de recorrer, todos los medios necesarios para su salvación y regeneración.

Si aquella virginidad espiritual fue profanada por muchos seres, llegará algún día en que purificando todas sus faltas, adquieren su pureza original, y esta purificación será ante mi mirada muy meritoria, porque la habrá logrado el espíritu a través de grandes e incesantes pruebas para su fe, su amor, su fidelidad y su paciencia. (313, 21-23)

Pensad que sólo lo que es perfecto llega a Mí; por lo tanto vuestro espíritu penetrará en mi Reino sólo cuando haya alcanzado la perfección. Brotasteis de Mí sin experiencia, más habréis de volver engalanados con la vestidura de vuestros méritos y virtudes. (63, 22)

Los que creen que es absurda la existencia y piensan en la inutilidad de la lucha y del dolor, son los que ignoran que la vida es el maestro que modela y el dolor el cincel que perfecciona. No penséis que Yo hice el dolor para ofrecéroslo en un cáliz, no penséis que Yo os haya hecho caer. El hombre cayó en desobediencia por sí mismo, y es por eso que debe levantarse también por su propio esfuerzo. Tampoco penséis que solamente el dolor os perfeccionará, no, también practicando el amor llegaréis a Mí, porque Yo soy amor. (31, 55)

Comprended que aunque aparentemente la Creación ha sido terminada, sin embargo todo evoluciona, todo se transforma y se perfecciona. ¿Podría vuestro espíritu escapar a esa Ley divina? No mis hijos. Nadie podrá decir la última palabra sobre lo espiritual, sobre la ciencia ni sobre la vida, porque son obras mías que no tienen fin. (79, 34)

Cuántos hombres, por el saber que han alcanzado, creen poseer la grandeza espiritual y no son para Mí más que unos niños estacionados en su camino de evolución; porque deben de considerar que no es tan sólo el desarrollo de su mente por la que pueden lograr la elevación de su espíritu, sino que debe ser por el desarrollo del conjunto de su ser y hay muchos dones en el hombre que es necesario desarrollar, para lograr alcanzar la plenitud.

Por eso es que instituí, como una de mis leyes de amor y de justicia, la reencarnación del espíritu, para concederle un camino más extenso, que le brinde todas las oportunidades necesarias para lograr su perfeccionamiento. (156, 28-29)

¿Por qué mientras todo crece, se transforma, se perfecciona y desarrolla sin cesar, sólo vuestro espíritu ha de tener que permanecer estancado a través de los siglos? (305, 6)

Desde el principio de la humanidad existe la reencarnación del espíritu como una ley de amor y justicia y una de las formas en las que el Padre ha demostrado su infinita clemencia. La reencarnación no es sólo de este tiempo, lo es de todos los tiempos, más tampoco penséis que es hasta ahora cuando os ha sido revelado ese misterio. Desde los primeros tiempos existió en el hombre la intuición sobre la reencarnación del espíritu. (105, 52)

Ahora el mundo sabrá la verdad sobre la resurrección de la carne, que es la reencarnación del espíritu.

Reencarnar: Volver al mundo material para nacer de nuevo en cuanto hombre; surgir el espíritu en un cuerpo humano para continuar una misión. Esa es la verdad sobre la resurrección de la carne, de que os han hablado vuestros mayores dándoles tan torcidas como absurdas interpretaciones. (290, 53-54)

¿Cómo habéis podido creer que en el día del juicio resuciten los cuerpos de los muertos y se unan a sus espíritus para penetrar en el Reino de Dios? ¿Cómo podéis interpretar así lo que en otros tiempos se os enseñó?

La carne es de este mundo y en él queda, mientras el espíriru se levanta libre y vuelve a la vida de donde brotó. "Lo que es nacido de la carme, carne es; lo que es nacido de mi Espíritu, espíritu es". La resurrección de la carne es la reencarnación del espíritu y si unos creen que esa es una teoría humana y otros creéis que es una nueva revelación, de cierto os digo que esta revelación comencé a darla a conocer al mundo desde el principio de la humanidad; prueba de ello podéis encontrarla, en el texto de las Escrituras que son un testimonio de mis obras. (76, 41-42)

¿Por qué si la humanidad ha presenciado el desarrollo de la ciencia y ha visto descubrimientos que antes no hubiere creído, se resiste a creer en la evolución del espíritu? ¿Por qué se obstina en lo que estaciona y aletarga?

Si en vez de envaneceros con vuestros conocimientos terrestres, os identificaseis con toda mi Obra, no existirían misterios para vosotros, os reconoceríais como hermanos y os amaríais los unos a los otros como Yo os amo: habría en vosotros bondad, caridad, amor, y por lo tanto unión con el Padre. (23; 5, 7)

Cada vez que la muerte siega la existencia de vuestra envoltura, es como una tregua para el espíritu, el cual, al reencarnar, surge con nuevas fuerzas y mayor luz, para continar estudiando aquella divina lección que no había concluido. Así madura a través de las eras el trigo que es vuestro espíritu. (99, 32)

Vuestra mente no recibe las impresiones o los recuerdos del pasado de vuestro espíritu, porque la materia es como un velo espeso que no alcanza a penetrar en la vida del espíritu. ¿Qué cerebro podría recibir las imágenes e impresiones que el espíritu ha recogido en el trayecto de su pasado? ¿Qué inteligencia podría coordinar con ideas humanas lo que le es incomprensible? (274, 54)

Peregrinación de un espíritu

Si mi ley os enseña la moral, la rectitud y el orden en todos los actos de vuestra vida, ¿Por qué buscáis caminos adversos labrándoos con ello el dolor, y cuando partís al más allá dejando vuestro cuerpo en la Tierra, lloráis, porque habéis amado mucho esa envoltura? Al sentir que ya no os pertenece la materia y que tenéis que seguir el camino hasta llegar a Mí, os he dicho: Hijo mío, ¿Qué me hacéis presente? ¿Habéis vivido en la Tierra cumpliendo mis mandatos? Y vosotros avergonzados y cabizbajos, porque no lleváis un presente de amor para quien tanto os ama y tanto os ha concedido, habéis formado cadenas que abruman a vuestro espíritu, y éste, habiendo perdido la gracia, aparece sin luz, llora y se lamenta, sólo oye la voz del Padre que le llama, mas como no ha evolucionado ni se siente digno de llegar a Él, se detiene y espera.

Pasan los tiempos y el espíritu vuelve a escuchar la voz, y en medio de su pena pregunta quién le habla y esa voz le dice: Despertad, ¿No sabéis de dónde habéis venido, ni a dónde vais? Entonces eleva sus ojos, ve una inmensa luz, ante cuyo esplendor se contempla mezquino, reconoce que antes de haber sido enviado a la Tierra ya existía, ya era amado por el Padre que es de quien provenía la voz y que ahora al verle en doloroso trance, sufre por él, conoce que ha sido enviado a distintas moradas para recorrer el camino de lucha y alcanzar por sus méritos su galardón. Y el hijo pregunta: Si antes de ser enviado a la Tierra he sido vuestra criatura muy amada, ¿Por qué no he permanecido en la virtud y he tenido que descender, que sufrir y trabajar para volver a vos? La voz le ha contestado: Todos los espíritus han sido sometidos a la ley de evolución y en ese camino mi Espíritu de Padre los protege siempre, y se complace en las buenas obras del hijo. Ciertamente os he enviado a la Tierra para que hagáis de ella una mansión de lucha, de perfeccionamiento espiritual, no un valle de guerra y de dolor. Os he dicho que os multipliquéis, que no seáis estériles, y cuando volvéis al valle espiritual no traéis cosecha alguna, sólo lloráis y venís sin gracia con que Yo os he revestido; por eso os envío una vez más y os digo: limpiaos, buscad lo que habéis perdido y labrad vuestra elevación.

El espíritu vuelve a la Tierra, busca un pequeño y tierno cuerpo humano para descansar en él y dar principio a la nueva jornada; encuentra el pequeño niño que le es señalado y lo toma para restituir sus faltas a mi ley. Con conocimiento de causa viene el espíritu a la Tierra, sabe que es aliento del Padre y conoce el encargo que de Él trae.

En los primeros años es inocente y conserva su pureza, permanece en contacto con la vida espiritual, después empieza a conocer el pecado, mira de cerca el orgullo, la soberbia y la rebeldía de los hombres ante las leyes justas del Padre, y la carne reacia por naturaleza, empieza a contaminarse con el mal. Caído en tentación, olvida la misión que trajo a la Tierra y se levanta haciendo obras adversas a la ley. Espíritu y materia toman los frutos prohibidos, y cuando han caído en el abismo les sorprende la última hora.

Vuelve el espíritu a encontrarse en el espacio, cansado y doblegado por el peso de sus culpas. Entonces recuerda la voz que en otro tiempo le habló, que aún le llama, y después de llorar mucho, sintiéndose perdido sin saber quién es, recuerda que ha estado ya en aquel sitio. Y el Padre que lo ha creado con tanto amor, aparece en su camino diciéndole: ¿Quién sois, de dónde venís y a dónde vais? El hijo reconoce en aquella voz la palabra de quien le ha dado el ser, la inteligencia y los dones, al Padre que siempre le perdona, lo purifica, le aparta de las tinieblas y le conduce a la luz, éste se estremece porque sabe que está ante el Juez y habla diciendo: "Padre, mi desobediencia y mis deudas contigo son muy grandes y no puedo aspirar a vivir en tu morada porque no tengo méritos, hoy que he retornado al valle espiritual veo que sólo he acumulado faltas, las que debo restituir". Mas el Padre cariñoso le señala una vez más el camino y vuelve a encarnar, a formar parte de la humanidad.

Entonces el espíritu ya experimentado, con mayor fuerza, doblega la envoltura para sobreponerse y obedecer los dictados divinos, se entabla la lucha, combate con los pecados que hacen caer al hombre y quiere aprovechar la oportunidad que le ha sido concedida para su salvación; lucha de principio a fin y cuando las canas brillan en su sien y su cuerpo, antes robusto y fuerte, va doblegándose por el peso de los años y perdiendo energías, el espíritu se siente fuerte, más desarrollado y experimentado; ¡Qué grande y repugnante le parece el pecado! Se aleja de él y llega al final; ya sólo espera el momento en que el Padre lo llame, porque ha llegado a la conclusión de que la ley divina es justa y la voluntad de Dios es perfecta. Que ese Padre vive para dar vida y salvación a sus hijos.

Y cuando llegó el día postrero, palpó en su carne la muerte y no sintió dolor, se apartó callada y respetuosamente, contemplose en espíritu, y como si tuviese delante de él un espejo, se miró hermoso y radiante de luz. Entonces la voz le habló y le dijo: Hijo, ¿a dónde vais? Y él que sabía quién era, acercose al Padre, dejó que su luz invadiera su ser y habló así: ¡Oh Creador, oh amor Universal, vengo a vos para descansar y entregaros el cumplimiento! (33, 15-16)

En otros mundos, también gozan los espíritus de libre albedrío y pecan y se desvían, o perseveran en el bien y así logran elevarse, igual que como lo hacéis vosotros en la Tierra; mas llegado el instante marcado, los que están destinados a venir a este mundo, descienden a él unos para cumplir una noble misión, otros para expiar su restitución; mas según ellos quieran ver esta Tierra, así se les presentará como un paraíso para algunos o como un infierno para otros. Por eso es que, cuando ellos comprenden la misericordia de su Padre, sólo ven una vida maravillosa sembrada de bendiciones y enseñanzas para el espíritu, un camino que los acerca a la Tierra Prometida. (156, 33)

Nadie se rebele ante la idea de tener que volver a este planeta en otro cuerpo, ni penséis en que la reencarnación es un castigo para el espíritu. Todos los espíritus destinados a tener que morar en la tierra, han tenido que pasar por la ley de la reencarnación, para poder alcanzar su evolución y llevar a cabo la misión que les he confiado.

No sólo los espíritus de poca elevación tienen necesidad de volver a encarnar; también los espíritus elevados vuelven una vez tras otra, hasta dejar concluída su obra. (122, 25-26)

Todos camináis por la escala de perfección espiritual; unos han alcanzado la evolución que por ahora no podéis concebir, otros vienen detrás de vosotros.

Los grandes espíritus, grandes por su lucha, por su amor, por su esfuerzo, buscan la armonía con sus hermanos pequeños, con los distantes, con los negligentes; sus misiones son nobles y elevadas, su amor a mi Divinidad y a vosotros es muy grande también.

Esos espíritus saben que fueron creados para la actividad, para la elevación; saben que la inactividad no es para los hijos de Dios. En la Creación todo es vida, movimiento, equilibrio, armonía; y así, esos innumerables seres trabajan, se esfuerzan y gozan en su lucha, con el conocimiento de que así glorifican a su Señor y ayudan al progreso y perfeccionamiento de sus semejantes.

Es necesario que sepáis que aquellos espíritus, en su amor y respeto a las leyes del Creador, nunca toman lo que no les corresponde, ni tocan lo vedado ni penetran en donde saben que no deben, para no desarmonizar a los elementos de la Creación. (20; 28-30, 32)

Cuando vuestra espiritualidad os permita sentir y comprobar la presencia de aquellos hermanos vuestros que invisiblemente, sin ostentación alguna, trabajan por vuestro bienestar y progreso, entonces sentiréis pesar de haberlos obligado a trabajar mucho y a padecer también mucho por vuestros pecados. Mas cuando esta comprensión surja en vosotros, será porque ya la luz se hizo en vuestro entendimiento y brotará la caridad hacia ellos, la gratitud y la comprensión.

¡Tenéis tántos hermanos y tántos amigos en el valle espiritual, a quienes no conocéis! (334; 73, 75)

¿Cuándo sabrá el hombre prepararse para escuchar el sabio consejo del Mundo Espiritual, y en esa forma guiarse por sus inspiraciones? (20, 34)






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Capítulo 9
Matrimonio, familia, educación

En un principio el ser humano fue dividido en dos partes, creando así los dos sexos, el uno, el hombre, el otro, la mujer; en él fuerza, inteligencia, majestad; en la otra ternura, gracia, belleza. El uno, la simiente, la otra, la tierra fecunda. He ahí dos seres que sólo unidos podrán sentirse completos, perfectos y felices, porque con su armonía formarán una sola carne, una sola voluntad y un solo ideal.

A esa unión, cuando es inspirada por la conciencia y por el amor, se le llama matrimonio. (38, 30-31)

He ahí porqué he instituido y santificado el matrimonio, porque en la unión de esos dos seres espiritualmente iguales pero corporalmente diferentes, se encuentra el estado perfecto. (66, 69)

A unos y a otros pregunto: ¿Tenéis hijos?, pues tened caridad de ellos; si pudiéseis contemplar por un momento a esos espíritus, os sentiréis indignos de llamaros sus padres. No les deis malos ejemplos, cuidaos de hacer escándalo delante de los niños.

Yo sé que en este tiempo, como nunca, existen problemas en el seno de los matrimonios, problemas a los que sólo les encuentran una solución: el distanciamiento, la separación.

Si esta humanidad tuviese del conocimiento espiritual la noción necesaria, no incurriría en tan graves errores, porque encontraría en la oración y en la espiritualidad, la inspiración para solucionar los trances más difíciles y vencer las pruebas más duras.

Mi luz llega a todos los corazones, a los tristes y a los vencidos, para alentarlos. (312, 39-42)

El hombre y la mujer toman sin preparación el fruto de la vida y desconocen su responsabilidad ante el Creador, al traer nuevos seres a encarnar en la Tierra. (34, 14)

Algunos me preguntan: Señor, ¿Por ventura el amor humano es ilícito y abominable delante de Ti y sólo apruebas el amor espiritual?

No, pueblo. Bien está que al espíritu le corresponden los más elevadas y puras amores, mas también en la materia deposité un corazón para que amase y le di sentidos para que a través de ellos amase a cuanto le rodea. (127, 7-8)

No he venido a pediros sacrificios sobrehumanos. Ni al hombre le he exigido que deje de ser hombre por seguirme, ni a la mujer le he pedido que deje de serlo para cumplir con una misión espiritual Al esposo no lo he separado de su compañera, ni a ella la he distanciado del esposo para que puedan servirme, ni a los padres les he dicho que abandonen a sus hijos o que dejen el trabajo para que puedan seguirme.

A unos y a otras, al convertirlos en labriegos de esta campiña, les he hecho comprender que no por ser mis siervos dejan de ser humanos y que por lo mismo tienen que saber dar a Dios lo que es de Dios y al mundo lo que a él corresponde. (133, 55-56)

Velad por la virtud de vuestra familia y por la paz de vuestro hogar. Mirad cómo hasta los más pobres pueden ser dueños de este tesoro. Reconoced que la familia humana es una representación de la familia espiritual; en ella está el hombre convertido en padre, guardando verdadera semejanza con su Padre Celestial; la mujer, con su corazón maternal lleno de ternura, es imagen del amor de la Madre Divina, y la familia que con su unión forman, es una representación de la familia espiritual del Creador. El hogar es el templo en dónde mejor podréis aprender a cumplir mis leyes, cuando los padres han sabido prepararse. (199, 72)

Pensad seriamente en las generaciones que tras de vosotros vienen, pensad en vuestros hijos, a los que, así como les habéis dado el ser material, también tenéis el deber de darles vida espiritual, aquélla que es fe, virtud y espiritualidad. (138, 61)

Encended en la juventud el amor hacia sus semejantes, inspiradles grandes y nobles ideales, porque ella será la que el mañana luche por alcanzar una existencia en la cual brille la justicia, el amor y la sagrada libertad del espíritu. Preparaos todos, porque la gran batalla de la que os han venido hablando las profecías, no ha llegado aún. (139, 12)

Padres de familia, evitad errores y malos ejemplos; no os exijo perfección, solamente amor y caridad para con vuestros hijos. Preparaos de espíritu y materia, porque en el más allá, las grandes legiones de espíritus esperan el instante para encarnar entre vosotros.

Quiero que se llene la Tierra de hombres de buena voluntad, que sean frutos de amor. (38; 44, 46)

Hoy habéis dejado de ser niños y podéis comprender el sentido de mis enseñanzas; también sabéis que vuestro espíritu no nació junto con el cuerpo que poseéis, y que el principio del uno no es el del otro. Esos niños que mecéis en vuestros brazos, llevan inocencia en su corazón, mas en su espíritu encierran un pasado a veces más largo y azaroso que el de sus mismos padres. ¡Cuán grande es la responsabilidad de quienes tienen que cultivar esos corazones para que su espíritu alcance progreso en el camino!

No por esto miréis con menos amor a vuestros hijos; pensad que no sabéis quiénes son ni lo que han hecho; antes bien, aumentad para ellos vuestra caridad y amor y agradeced a vuestro Padre que haya puesto en vosotros su misericordia para convertiros en guías y consejeros de vuestros hermanos espirituales, de cuyos cuerpos pasáis a ser padres por la sangre. (56, 31-32)

Sabed que el espíritu cuando encarna, trae consigo todos sus dones, que su destino está ya escrito y que por lo tanto, nada tiene que recibir en el mundo. El trae un mensaje o una restitución. A veces viene a recoger una siembra y en otras a saldar una deuda; pero siempre viene a recibir en esta vida, una lección de amor que le da su Padre.

Los que vais conduciendo a vuestros hijos a través de esta vida, haced que ellos pasada la edad de la inocencia, penetren en el camino de mi Ley, despertad sus sentimientos, reveladles sus dones e inducidles siempre a lo bueno, y en verdad os digo, que a quien así acercaseis a Mí, será bañado en la luz que brota de ese fuego divino, que es mi amor. (99, 64-65)

Espiritualmente habéis recorrido un largo camino y ahora os asombráis ante la intuición y el desarrollo que manifiestan las nuevas generaciones desde su más tierna infancia; porque son espíritus que han vivido mucho y que ahora vuelven, para caminar delante de la humanidad, unos por las sendas del espíritu y otros por los caminos del mundo, según sus dones y su misión. Mas en todos ellos, la humanidad encontrará la paz. Esos seres de que os hablo serán vuestros hijos. (220, 14)

Estudiad a los espíritus que os rodean y a los que cruzan por vuestras vidas, a fin de que estiméis sus virtudes, recibáis el mensaje que os traigan o les entreguéis lo que de vosotros deben recibir. (11, 26)

Yo os doy las llaves para que abráis las puertas de vuestra felicidad eterna: Esas llaves son el amor, de donde procede la caridad, el perdón, la comprensión, la humildad y la paz con que debéis transitar por la vida. (340, 56)

La enfermedad y el dolor se irán desterrando de vuestra vida, al llevar una existencia sana y elevada, y cuando llegue la muerte, os encontrará preparados para el viaje hacia la mansión espiritual. (117, 25)

Yo bendigo a todos aquellos que saben encontrar en el calor de su hogar los mejores goces de su existencia, procurando con su cariño de padres a hijos, de hijos para con sus padres, y de hermanos con hermanos, formar un culto, porque aquella unión, aquella armonía y aquella paz se asemejan a la armonía que existe entre el Padre Universal y su familia espiritual. (303, 29)






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Capítulo 10
Ciencia, religion, espiritualidad

Hoy estáis comiendo día tras día los frutos amargos del árbol de la ciencia, tan imperfectamente cultivado por los hombres, porque no habéis procurado el desarrollo armonioso de todas vuestras facultades; entonces, ¿Cómo podréis encauzar por la senda del bien, vuestros descubrimientos y vuestras obras, si sólo habéis desarrollado la inteligencia, pero habéis dejado en el abandono al espíritu y al corazón? (282, 15)

La prueba de que vuestro adelanto científico no ha tenido por móvil el amor de los unos a los otros, es la degeneración moral de los pueblos, es la guerra fratricida, es el hambre y la miseria que reinan por doquiera, es la ignorancia de lo espiritual. (315, 54)

La ciencia es luz, la luz es vida, es fuerza, salud y paz, ¿Es esto el fruto de vuestra ciencia? No, humanidad, por eso os digo, que mientras no dejéis que la luz de la conciencia atraviese las tinieblas de vuestro entendimiento, vuestras obras nunca podrán tener un principio elevado o espiritual, nunca pasarán de ser obras humanas. (358, 34)

También serán llamados los médicos. A ellos les preguntaré que han hecho del secreto de la salud que Yo les revelé y del bálsamo que les confié; les preguntaré si en verdad han sentido el dolor ajeno, si han sabido descender hasta el más humilde lecho para sanar con amor al que sufre. ¿Qué me responderán los que han alcanzado grandeza, comodidad y lujo con el dolor de sus semejantes, dolor que no siempre supieron calmar? Todos se harán preguntas en su corazón y ante la luz de su conciencia me tendrán que responder. (63, 62)

No os envanezcáis con los frutos de vuestra ciencia, porque ahora que tantos adelantos habéis hecho en ella, es cuando más sufre la humanidad, cuando hay más miseria, intranquilidad, enfermedades y guerras fratricidas. (22, 16)

Existe confusión entre la humanidad, porque a quienes os han llevado al abismo, los habéis elevado sobre pedestales; por eso no preguntéis porqué he venido entre los hombres, ni juzguéis el porqué me estoy comunicando por conducto de pecadores e ignorantes porque no todo lo que juzgáis imperfecto, lo es. (59, 54)

Yo no me he equivocado en lo que he hecho, el hombre sí se ha equivocado de ruta y de vida, pero pronto volverá a Mí como el hijo pródigo que disipó toda su herencia. Con su ciencia ha creado un nuevo mundo; un falso reino. Ha hecho leyes, ha levantado su trono y se ha adjudicado un cetro y una corona. Pero ¡Cuán pasajero y engañoso es su esplendor! Un débil soplo de mi justicia es bastante para que sus cimientos se estremezcan y se desmorone todo su imperio. Sin embargo, el reino de la paz, de la justicia y del amor, se encuentra lejos del corazón de la humanidad que no ha sabido conquistarlo.

Ya os he dicho que el espíritu es antes que el cuerpo como el cuerpo es antes que el vestido. Esa materia que poseéis es tan sólo un atavío pasajero del espíritu. (80; 49, 53)

Os he dicho que esta humanidad alcanzará un día la espiritualidad y sabrá vivir en armonía con todo lo creado y sabrán marchar al mismo compás espíritus, entendimiento y corazón. (305, 11)

La evolución humana, sus progresos, su ciencia y su civilización no han tenido jamás por meta la elevación del espíritu, que es lo más alto y noble que en el hombre existe; su aspiración, sus ambiciones, sus anhelos e inquietudes, han tenido siempre su meta en este mundo. Aquí han buscado el saber, aquí han acumulado tesoros, aquí se han procurado placeres, honores, galardones, poderes y halagos; aquí han querido encontrar su gloria. (277, 42)

Yo quiero que tengáis anhelos, que ambicionéis, que soñéis con ser grandes, fuertes y sabios, pero de los bienes eternos del espíritu; porque para alcanzar aquellos bienes se requiere de todas las virtudes como son: la caridad, la humildad, el perdón, la paciencia, la nobleza; en una palabra: el amor. Y todas las virtudes elevan, purifican y perfeccionan el espíritu. (288, 32)

Cuando el hombre se encuentra espiritualmente a sí mismo, es cuando siente en sí la presencia de su Padre; mas, cuando no sabe ni quién es, ni de dónde procede, me siente distante, extraño, inalcanzable, o permanece insensible.

Sólo despierto el espíritu puede penetrar en el reino de la verdad; el hombre, por su sola ciencia, no podrá conocerla. (139, 40-41)

Los hombres de ciencia, llenos de vanidad, han llegado a considerar a las revelaciones divinas como indignas de su atención. No quieren elevarse espiritualmente hasta Dios y cuando no alcanzan a comprender algo de lo que les rodea, lo niegan para no tener que confesar su incapacidad y su ignorancia. Muchos de ellos no quieren creer más que en lo que llegan a comprobar.

¿Qué consuelo podrán llevar estos hombres al corazón de sus semejantes, cuando no reconocen el principio del amor, que es lo que rige a la Creación y además, ignoran el sentido espiritual de la vida? (163, 17-18)

¡Oh varones y mujeres del mundo que habéis olvidado en vuestras ciencias lo único que puede haceros sabios y felices; os habéis olvidado del amor que todo lo inspira, del amor que todo lo puede y todo lo transforma! Vivís dentro del dolor y de las tinieblas, porque al no practicar el amor que os enseño, origináis vuestro sufrimiento material o espiritual. (16, 31)

Interrogad a vuestros sabios y si son sinceros os dirán que le han pedido inspiración a Dios. Y Yo les daría más inspiración, si me la pidieran con más amor para sus hermanos y con menos vanidad para sí mismos. (17, 59)

En las grandes obras humanas está la influencia y la labor de seres espirituales elevados que trabajan y vibran continuamente en los entendimientos, inspirando o revelando lo desconocido a sus hermanos encarnados. (182, 21)

La vanidad ha anidado en los que, creyendo haber alcanzado el completo conocimiento de la verdad, han llegado a considerarse sabios, fuertes, infalibles, grandes y absolutos, sin darse cuenta que muchas veces han estado confundidos. (27, 3)

Ahora el hombre siente grandeza y enaltece su personalidad y se avergüenza de proclamar a Dios, llamándole con otros nombres para no comprometer su soberbia, para no bajar del pedestal de su posición. Por eso me llaman: Inteligencia cósmica, arquitecto del Universo, pero Yo os he enseñado a decirme: ¡Padre nuestro! ¡Padre mío! Como en el Segundo Tiempo os enseñé. ¿Por qué diciéndome Padre, los hombres creen rebajarse o menguar su personalidad? (147, 7)

Yo pregunto a los hombres de este tiempo, que se consideran los más adelantados en toda la historia de este mundo: ¿No habéis encontrado con todo vuestro talento, una forma de hacer la paz, de alcanzar el poder y de lograr la riqueza, que no sea matando a vuestros semejantes, destruyendo o esclavizándolos? ¿Creéis que vuestro adelanto sea verdadero y real, cuando moralmente os arrastráis por el cieno y espiritualmente vagáis entre sombras? Yo no combato la ciencia, puesto que Yo mismo la he inspirado al hombre; lo que censuro es el fin para el que a veces la aplicáis. 37, 56)

¡Hasta donde se ha hundido el hombre en su materialismo, llegando a negar a quien todo lo ha creado! ¿Cómo ha podido la mente humana ofuscarse a tal grado? ¿Cómo ha podido vuestra ciencia negarme y profanar la vida y la naturaleza, como lo ha hecho? (175, 72)

Vengo de nuevo a dar a los hombres mi palabra para que sepan que no están solos, para que despierten ante la voz de su conciencia y sepan que después de esta vida esperan al espíritu grandes maravillas divinas.

De ellas he hablado a los hombres y lo mismo lo comprueba el que sabe orar para ponerse en contacto con lo espiritual, como lo testifica el que se profundiza en los misterios de la Naturaleza, a través de la ciencia. Por esas dos sendas, tanto la mente como el espíritu, mientras más busquen, más encontrarán. Pero ¿Cuándo llegará el tiempo en que el hombre se inspire en el amor, para su estudio y su investigación? Sólo cuando esto sea, su obra en el mundo será firme; mientras el móvil de la ciencia, sea la ambición, el orgullo, el materialismo o el odio, tendrán los hombres a cada paso el reclamo de los elementos desatados castigando su insensatez.

¡Cuántos se han engrandecido en el mal, en el orgullo, en las vanidades! ¡Cuántos se han ceñido coronas, siendo miserables y estando desnudos del espíritu! ¡Cuán grande es el contraste entre lo que creéis como vuestra verdad y mi verdad! (277; 31-32, 36)

Si los hombres sintiesen el verdadero amor para sus hermanos, no deberían sufrir el caos en que se encuentran, todo en ellos sería armonía y paz; pero ese divino amor no lo entienden y sólo quieren la verdad que llega al cerebro no la que llega al corazón, y ahí tienen el resultado de su materialismo: una humanidad egoísta, falsa y llena se amargura. (14, 42)

Hoy os digo que materia y espíritu no son fuerzas opuestas, entre ambas debe existir armonía. Luz son mis revelaciones espirituales y luz son también las revelaciones y descubrimientos de la ciencia. Mas si habéis oído de Mí, que mucho censuro la obra de los científicos, es porque muchos de ellos, han tomado de la Naturaleza, su energía, sus elementos y fuerzas antes desconocidas, para fines perversos de destrucción, de odios y venganzas, de dominio terrestre y desmedida ambición.

Os debo decir que, en aquéllos que han desempeñado con amor y buenos fines su misión, en aquéllos que respetuosa y humildemente han penetrado en mis arcanos, me he complacido revelándoles grandes misterios en beneficio de mi hija la humanidad.

Este es el tiempo en que debéis comprender que toda luz pertenece a mi Espíritu, todo lo que sea vida es de mi Divinidad, porque Yo soy el arcano, la fuente y el principio de toda la creación.

Esas pugnas de lo espiritual contra lo científico, desaparecerán de los hombres, hasta el grado de unir la espiritualidad a la ciencia en una sola luz que ilumine el sendero del hombre hasta lo infinito. (233; 30-31, 33-34)

¡Humanidad, humanidad que vais tropezando los unos con los otros! Yo os he encontrado negando vuestra iniquidad y haciendo alarde de lo que creéis que es grandeza, mientras escondéis vuestras lacras. Y Yo os digo que el hombre que halagado cree en su aparente grandeza, es un pobre de espíritu. Y a los que a falta de virtudes murmuran de los defectos de los demás y juzgan las faltas ajenas, debo decirles que son hipócritas y están muy lejos de la justicia y de la verdad.

No sólo asesinan los que quitan la vida del cuerpo, también los que destrozan el corazón con el engaño. Los que matan los sentimientos del corazón, la fe, el ideal, son asesinos del espíritu. Y cuántos de estos van libres, sin presidio y sin cadenas.

Os habéis familiarizado en tal forma con la maldad, que aún a los hombres que inventan esas nuevas armas de muerte, les llamáis grandes, porque en un instante pueden destruir millones de seres. Y aún les llamáis sabios. ¿En dónde esta vuestra razón? Grande sólo se puede ser por el espíritu y sabio sólo el que va por el camino de la verdad. (235; 36-37, 39)

Llenas de orgullo se levantan las grandes naciones pregonando su poderío, amenazando al mundo con sus armas, haciendo alarde de inteligencia y de ciencia, sin darse cuenta de lo frágil que es el mundo falso que han creado, pues bastará un débil toque de mi justicia para que ese mundo artificioso desaparezca. Y será la mano del hombre la que destruya su propia obra, será su mente la que invente la forma de exterminar lo que antes creó.

Sobre las ruinas de un mundo creado y destruido por una humanidad materialista, se levantará un nuevo mundo, cuyos cimientos serán la experiencia y tendrá por finalidad el ideal de su elevación espiritual. (315, 55-56)

Humanidad: si todo lo que habéis dedicado a fomentar guerras sangrientas, lo hubieseis dedicado a ejecutar obras humanitarias, vuestra existencia estaría llena de las bendiciones del Padre, pero el hombre ha venido utilizando las riquezas que ha acumulado, en sembrar la destrucción, el dolor y la muerte. Esta no puede ser la verdadera vida, la que deben llevar los que son hermanos e hijos de Dios. Esta forma de vivir no está de acuerdo con la Ley que escribí en vuestra conciencia.

Para haceros comprender el error en que vivís, brotarán volcanes; el fuego surgirá de la tierra para exterminar la mala hierba. Los vientos se desencadenarán, la tierra se estremecerá y las aguas arrasarán comarcas y naciones. (164, 40-41)

Duro y sordo es el corazón de esta humanidad; será menester que llegue a ella el cáliz de la amargura para que escuche la voz de la conciencia, la voz de la ley y de la justicia divina. Todo será por la salvación y la vida eterna de los espíritus, que son a los que busco. (138, 79)

Mi Doctrina viene a iluminaros para que os liberéis de esos grandes sufrimientos anunciados a la humanidad a través de los profetas de los tiempos pasados.

En la elevación de vuestra vida es donde podréis encontrar esa potestad o virtud para libraros de la acción de los elementos desatados, porque no solamente la fe o la oración son las armas que os dan el triunfo sobre las vicisitudes y adversidades de la vida; esa fe y esa oración tienen que ir acompañadas de una vida virtuosa, limpia y buena. (280; 15, 17)

¿Hasta cuándo va a evolucionar la humanidad, para que comprenda mi amor y sienta mi presencia por medio de la conciencia? Cuando la humanidad escuche mi voz que le aconseja y cumpla con mi ley, será indicio de que han pasado para ella las eras de materialismo.

Por ahora aún tendrán que ser tocados por los elementos en muchas formas, hasta ser convencidos de que existen fuerzas superiores ante las cuales el materialismo del hombre es muy pequeño.

La Tierra se estremecerá. El agua lavará y el fuego purificará a la humanidad.

Todos los elementos y fuerzas de la naturaleza se harán sentir sobre la Tierra, en donde los seres humanos no han sabido vivir en armonía con la vida que les rodea. (40, 20-23)

Muchos pueblos han caído al fondo del abismo de la materialidad y todavía están por caer otros, mas el dolor de su caída hará que despierten de su profundo sueño.

Son aquellas naciones las que después de un tiempo de esplendor, rodaron al abismo, para hundirse en la tiniebla del dolor, del vicio y de la miseria. No es ahora un pueblo sino toda la humanidad, la que ciega corre hacia la muerte y la confusión.

Cuando los hombres, al empuñar el cetro del poder han dejado que su corazón se llene de impiedad, de orgullo y de pasiones insanas, arrastrando a sus pueblos a la degeneración, mi justicia se ha acercado para despojarlos de su poder. Pero al mismo tiempo he encendido ante ellos una antorcha que ilumine el camino de salvación para su espíritu. ¿Qué sería de los hombres si en el momento de sus pruebas, los abandonase a sus propias fuerzas? (105, 45-47)

De precipicio en precipicio fue el hombre descendiendo espiritualmente hasta el grado de negarme y de olvidarme, hasta el extremo de negarse a sí mismo al desconocer su esencia, su espíritu. (173, 21)

El hombre, haciendo uso de su libre albedrío, ha torcido la ruta hasta olvidar de quién ha brotado, y ha llegado hasta el grado de parecerle extraño a su naturaleza, la virtud, el amor, el bien, la paz, la fraternidad, y miran como lo más natural y lícito, el egoísmo, el vicio y el pecado. (161, 21)

Yo permitiré que la mano del hombre lleve la destrucción, la muerte y la guerra, pero hasta un límite solamente. De ese límite la justicia, la perversidad, la ofuscación y la ambición de los hombres no podrán pasar. (345, 91)

Estáis ya en la Tercera Era y aún la humanidad está retrasada espiritualmente. Sus ministros, sus teólogos y pastores espirituales bien poco y a veces nada le revelan de la vida eterna. A ellos les revelo también los misterios de mi arcano y os digo: ¿Por qué los callan? ¿Por qué temen despertar al espíritu aletargado de los hombres? (245, 5)

Mi doctrina os enseña un culto perfecto, espiritual y puro hacia el Padre, porque el espíritu de la humanidad ha llegado, sin darse cuenta, ante los umbrales del templo del Señor, donde penetrará para sentir mi presencia, para oír mi voz a través de su conciencia y verme en la luz que a su mente desciende.

El vacío que los hombres sienten dentro de sus diferentes religiones en este tiempo, se debe a que el espíritu tiene hambre y sed de espiritualidad; no le bastan los ritos y las tradiciones; ansía conocer mi verdad. (138, 43-44)

Cada religión es un camino, unas más perfectas que otras, pero todas tienden al bien y procuran llegar al Padre; si algo de las religiones que conocéis no os satisface, no perdáis en Mí la fe; id por el camino de la caridad y os salvaréis, porque mi camino está iluminado por la virtud del amor. (114, 43)

Las religiones son pequeñas veredas que conducen a los espíritus al camino verdadero por el cual podrán ascender paso a paso hasta llegar a Mí. Mientras los hombres profesan distintas religiones en la Tierra, están divididos, mas cuando estén en el camino de amor y verdad, se habrán unido, se habrán identificado con esa luz única, porque una sola es la Verdad. (243, 5)

La unificación de las religiones será, cuando el espíritu de la humanidad se eleve por encima de materialismos, tradiciones, prejuicios y fanatismos; entonces se habrán unido los hombres espiritualmente en un solo culto: El bien por amor a Dios y al prójimo. Cuando así sea, penetrará la humanidad en un período de perfeccionamiento. (187, 43)

"Amaos los unos a los otros", he ahí mi máxima, mi mandamiento supremo para los hombres, sin distinción de credos o de religión.

Acercaos unos a otros por medio del cumplimiento de esa máxima y me encontraréis presente en cada uno de vosotros. (129, 40-41)

Lo único que persigue mi Obra, es la espiritualidad de todos los hombres, porque en la espiritualidad tendrá que identificarse y comprenderse. En la espiritualidad verán desaparecer los nombres, las formas exteriores de sus religiones, que han sido la causa de su distanciamiento espiritual, ya que cada una ha interpretado a su Dios en forma distinta.

Espiritualidad es cuanto pido en este tiempo a los hombres, y dentro de lo lícito, verán cumplidos sus más grandes ideales y resueltos sus más grandes conflictos. (321; 22, 29)

Habéis penetrado en el tiempo del Espíritu, el de las grandes revelaciones, en el que desaparecerá de todo culto la materialización, la impostura y la imperfección, en que todo hombre, a través de su espíritu, reconocerá a su Dios que es todo Espíritu, y por ese camino encontrará la forma de la comunicación perfecta. (195, 78)

Este es el tiempo de la comprensión, de la iluminación del espíritu y de la mente, en el que el hombre al fin me buscará espiritualmente, porque reconocerá que Dios no es persona ni es imagen, sino Espíritu Universal, ilimitado y absoluto. (295, 29)

Este es el Tercer Tiempo en el cual he venido a enseñaros la lección que deberá unir a la humanidad espiritualmente; porque es mi voluntad que no sean ya un obstáculo para su unificación los idiomas, las razas, las distintas ideologías. La esencia con que formé a un espíritu, es la misma que todos poseen y las substancias que componen la sangre que corre por las venas de los hombres, son las mismas en todos. Por lo tanto todos son iguales y dignos de Mí y por todos he venido nuevamente. (95, 9)

Las transformaciones que la vida humana sufra serán tan grandes, que os parecerá como si un mundo se acabara y naciese otro. (135, 53)

La perversidad, el egoísmo, la soberbia, el vicio, la mentira y todo cuanto ha ensombrecido vuestra vida, caerán como ídolos rotos a los pies de quienes les rindieron culto para dar paso a la humildad. (295, 65)

Sois espíritus. Es menester que reconozcáis lo que es espíritu para que podáis comprender por qué os llamo al camino de perfección. (174, 60)

A pesar de que habitáis en diferentes planos, estad unidos en espíritu y un día os encontraréis reunidos en la séptima etapa, en la más alta, gozando de mi amor. (8, 27)

¿Cuántas veces tendréis que volver a la tierra para llevar un cuerpo a través del que se manifieste cada vez con mayor claridad el mensaje que traéis al mundo? (142, 72)

¿Teméis hablar con vuestros hermanos acerca de la reencarnación del espíritu? ¿No estáis acaso persuadidos de la amorosa justicia que ella encierra.

Comparad esta forma de restitución con la del eterno castigo en el fuego perenne del infierno, forma de la que se valen los hombres para amedrentar al espíritu de la humanidad. Decidme cuál de estas dos formas os da la idea de una justicia divina, perfecta y misericordioso. Una revela crueldad, rencor sin límite, venganza; la otra encierra tan sólo perdón, caridad, esperanza de alcanzar la vida eterna. Cuán grande es la deformación que han sufrido mis enseñanzas por causa de las malas interpretaciones. (120, 15-16)

Basta que sepáis, como os lo dije en mi palabra, que la reencarnación del espíritu es verdad, para que una luz se encienda en vuestro corazón y admiréis más mi amorosa justicia. Comparad las teorías y diversas interpretaciones que las religiones han dado a estas enseñanzas e inclinaos por aquella que encierre mayor justicia y tenga mayor razón. Mas de cierto os digo que esta es una de las revelaciones que más conmoverá al espíritu en este tiempo, en el cual se está despertando la intuición sobre esta gran verdad. (63, 76)

Las revelaciones divinas, la Ley de Dios, mi Doctrina y mis manifestaciones os han dado a entender desde el principio que el hombre es un ser sujeto a evolución, ¿Por qué entonces ninguna de vuestras religiones justifica o prueba esta verdad? (265, 24)

Existe en este tiempo la lucha de ideas y de doctrinas. Cada hombre quiere tener la razón, y en esa lucha de egoísmos e intereses, ¿Quién poseerá la razón? ¿Quién será dueño de la verdad?

Si quienes se consideran estar dentro del camino perfecto y creen poseer la verdad, se envanecen por ello, en verdad os digo que aún no conocen el camino, porque en él es menester llevar humildad, y basta que desconozcan la verdad que encierra la creencia de los demás, para que hayan dejado de ser humildes. Y Yo os dije desde el Segundo Tiempo: "Bienaventurados los mansos y humildes de corazón". (199, 4-5)

Hoy cada hombre cree conocer en toda su plenitud la verdad; cada religión dice ser la poseedora de la verdad. Los hombres de ciencia declaran que han encontrado la verdad. Yo os digo, que la Verdad absoluta nadie la conoce, ya que la parte que le ha sido revelada al hombre no ha logrado abarcarla con su mente.

Todos los hombres llevan en sí parte de la verdad y errores que mezclan con la luz de la verdad. (322, 15-16)

Hoy viven los hombres una época de turbación, porque no han llegado a comprender que toda su vida y sus luchas deben conducirles al desarrollo del espíritu, cuya meta será la comunicación de su espíritu con el Creador.

Es el materialismo el culto que hoy profesa la mayoría de los hombres.

Mientras las doctrinas y las religiones persisten en sus diferencias, el mundo seguirá fomentando su odio y no podrá dar el paso decisivo hacia el verdadero culto. Pero ¿Cuándo van a comprenderse y a unirse los hombres, dando así el primer paso hacia el amor de los unos a los otros, si aún hay hombres que creyendo poseer la clave o el secreto de la salvación del espíritu y las llaves de la vida eterna, desconocen a todos aquellos que van por caminos distintos, porque a su juicio son indignos de llegar a Dios?

Daos cuenta entonces del verdadero fin del Espiritualismo, cuya Doctrina está por encima de toda religión, de toda idea humana y de toda secta. (297, 38-41)

Las obras del hombre, sus costumbres y formas de impresionar los sentidos para halagarse y envanecerse en sus distintas religiones, están en contra de lo que mi Obra viene a mostrar al mundo. (363, 9)

Cuando la humanidad comprenda la verdad de esta enseñanza, su justicia y los infinitos conocimientos que revela, desechará de su corazón todo temor, todo prejuicio y la tomará como norma de su vida. (24, 51)

Contemplad a la humanidad desorientada, porque las grandes religiones que se nombran cristianas dan más importancia a lo ritual y exterior que a mi propia Doctrina. Aquella palabra de vida que sellé con obras de amor y con sangre en la cruz, ya no vive en el corazón de los hombres, está encerrada y muda en los libros envejecidos y empolvados. Y ahí tenéis una humanidad cristiana que ni conoce ni comprende ni sabe imitar a Cristo. (72, 47)

Después de mi partida en el Segundo Tiempo, mis apóstoles continuaron mi obra, y los que siguieron a mis apóstoles, continuaron la labor de ellos. Eran los nuevos labriegos, los cultivadores de aquella campiña preparada por el Señor, fecundada con su sangre, sus lágrimas y su palabra, cultivada con el trabajo de los doce primeros y también por los que les siguieron; mas de tiempo en tiempo y de generación en generación, los hombres fueron mistificando o falseando mi obra y mi doctrina.

¿Quién le dijo al hombre que él podía hacer mi imagen? ¿Quién le dijo que me representara pendiente de la cruz? ¿Quién le dijo que podía hacer la imagen de María, la forma de los ángeles o el rostro del Padre?

¡Ah hombres de poca fe! Que para poder palpar mi presencia, habéis tenido que materializar lo espiritual. (113, 13-15)

No perseveró la humanidad en mi enseñanza y prefirió tomar mi nombre para crear religiones según su interpretación y conveniencia. Yo abolí tradiciones y le enseñé la Doctrina del amor, y hoy venís a Mí, para presentarme ritos vanos y ceremonias que en nada benefician al espíritu. Si no existe espiritualidad en vuestras obras, no puede haber verdad y lo que no tiene verdad no llega a vuestro Padre. (151, 3)

A Jesús lo vio sufrir la humanidad y su enseñanza y testimonio es creído por vosotros, ¿Para qué seguirlo crucificando en vuestras esculturas? ¿No os bastan los siglos que lleváis de exhibirlo como la víctima de vuestra maldad?

En vez de recordarme en los tormentos y en la agonía de Jesús ¿Por qué no os acordáis de mi resurrección, plena de luz y gloria? (21, 15-16)

¿De qué sirve que el símbolo del cristianismo, o sea la cruz, se encuentre por millones en la Tierra, si los hombres no son de buena voluntad, ni se aman los unos a los otros? (280, 66)

Ya cumpliendo con aquella tradición religiosa, os imagináis estar cumpliendo para con Dios, tratáis de tranquilizaros ante la conciencia y creéis estar asegurando vuestra entrada en la Gloria.

¡Cuánta ignorancia, humanidad! ¿Hasta cuándo vais a despertar a la realidad? ¿No os dais cuenta que al cumplir con vuestras religiones nada me dais a Mí y tampoco nada le proporcionáis a vuestro espíritu? (265, 24-26)

Así levante enormes templos materiales en mi honor, así me ofrezca festines y ceremonias llenas de esplendor, su ofrenda no llegará a Mí, porque no es del espíritu. Todo culto externo lleva siempre vanidad y ostentación, en cambio, la ofrenda callada, aquella que no ve el mundo y que me ofrecéis de espíritu a Espíritu, esa llega hacia Mí por su humildad, por su sinceridad, por su verdad, en una palabra: porque brotó del espíritu. (280, 68)

Yo vine a enseñaros el verdadero cumplimiento de la Ley, a fin de que convirtieseis este mundo en un gran templo donde se adorase al verdadero Dios, donde la vida del hombre fuese una constante ofrenda de amor a su Padre, al que debiera amar en cada uno de sus semejantes rindiendo así tributo a su Creador y Maestro.

Y ahora que he vuelto a los hombres ¿Qué es lo que encuentro? La mentira y el egoísmo han sustituido a la verdad y a la caridad; la soberbia y la vanidad, en vez de la mansedumbre y humildad; la idolatría, el fanatismo y la ignorancia, en vez de la luz, la elevación y la espiritualidad; el lucro y la profanación, donde sólo debería existir el celo y la rectitud; el odio y la guerra desatada entre hermanos han sustituido a la fraternidad, la paz y el amor. (154, 18-19)

Muchos árboles cultiva la humanidad; el hambre y la miseria de los hombres los hace buscar en ellos sombra y frutos que les ofrezcan salvación, justicia o paz. Esos árboles son doctrinas de hombres, inspiradas muchas veces en odios, en egoísmos, en ambiciones y en delirios de grandeza. Sus frutos son de muerte, sangre, destrucción y ultrajes a lo más sagrado en la vida del hombre, que es la libertad de creer, pensar, hablar, en una palabra que es privarlo de la libertad de espíritu.

Son las tinieblas que se levantan para luchar contra la luz. (113, 52-53)

Yo no vengo a despertar fanatismo religioso entre los hombres; mi Doctrina está muy lejos de enseñar falsedades; Yo quiero enmienda, fe, caridad, espiritualidad. El fanatismo es venda de obscuridad, es pasión insana, es tiniebla; velad para que esa mala simiente no penetre en vuestro corazón, mirad que a veces el fanatismo tiene la apariencia del amor.

Sobre las tinieblas de ese fanatismo religioso y de esa idolatría, se aproximan grandes torbellinos que habrán de depurar el culto espiritual de esta humanidad. Cuando esa obra haya sido realizada, brillará en el infinito el iris de la paz. (83; 60, 62)

Uno de los defectos más graves es el de la hipocresía; no pregonéis amor mientras no seáis capaces de amarme en vuestros semejantes. ¡Cuántos de los que han juzgado el beso de Judas no quieren ver que ellos han dado el beso de aparente fraternidad a su hermano y por su espalda le han traicionado! Cuántos de los que dicen estar sirviendo a los necesitados los veo entregando a cambio de monedas, la luz, la verdad, la caridad. (75, 34)

Ninguno está autorizado para juzgar las obras de sus hermanos, porque si el que está limpio no lo hace, ¿Por qué ha de hacerlo quien lleva manchas en su corazón?

Os digo esto, porque siempre andáis escudriñando la simiente de vuestro hermano esperando encontrarle defectos, para luego enseñarle vuestra siembra y humillarle diciéndole que vuestra labor es más limpia y perfecta. (131, 55-56)

Así como en el Segundo Tiempo os anuncié mi venida, así ahora os anuncio la guerra de credos, de ideas y de religiones, como el anuncio precursor del establecimiento de mi reino de espiritualidad entre los hombres.

Mi palabra, como espada de fuego destruirá el fanatismo que ha envuelto por siglos a los hombres, descorrerá el velo de su ignorancia y mostrará el camino blanco, luminoso, que conduce a Mí. (209, 10-11)

Para que la paz de mi reino se establezca entre los hombres, aún falta que se lleve a cabo la guerra de doctrinas, de religiones y de ideas, guerra en la que unos enfrenten mi nombre y mi verdad a las falsas deidades de otros, y en la que se levante una doctrina combatiendo a la otra. Esa será la nueva lucha, la batalla espiritual en la que caerán de su pedestal los falsos dioses y quedará al descubierto toda falsedad, que como verdad habéis tenido. Ya veréis cómo de entre aquel caos de confusión y tiniebla, va a surgir esplendoroso la verdad. (121, 40)

Esa lucha de ideas, ese encuentro entre credos e ideologías, esa batalla, son indispensables para que salgan a la superficie todas las lacras y los errores que se acumulen en el fondo de cada culto y de cada institución. (323, 20)

Espiritualidad es lo que espero del mundo, ante Mí no tiene ninguna importancia los nombres con que cada religión o secta se distingue, ni el mayor o menor esplendor de sus ritos y cultos externos, eso sólo llega a los sentidos humanos, mas no a mi Espíritu. (326, 21)

Los ministros de estos tiempos se atavían regiamente para oficiar simbólicamente en el sacrificio de Jesús, y a pesar de que toman mi nombre y mi representación, descubro su mente turbada, su corazón azotado por los vendavales de intrigas y pasiones; no existe uno que como profeta anuncie que me encuentro entre los hombres de este tiempo. Gran amargura tendrán, porque entre ellos no existe preparación espiritual. ¿Dónde está el cumplimiento de los que han jurado ante Jesús, seguir su huella? ¿En dónde están los imitadores de mis apóstoles? ¿Hay alguno que se asemeje a Juan, que fue de los primeros, o a Pablo, que fue de los segundos?

Por esto el Maestro se acerca nuevamente a vosotros para reanudar su lección. Ya veo a los nuevos fariseos y escribas lanzarse llenos de odio en contra mía, entonces será cuando pregunte: ¿Dónde están mis discípulos? Y cuando los soberbios, los falsos, los enriquecidos que temen perder su poder, los amenazados por mi verdad me escarnezcan y persigan nuevamente, soplarán aires huracanados, mas no seré Yo el que caiga bajo el peso de la cruz, sino aquellos que pidieron el sacrificio para el que les dio la vida. (149, 32-33)

Mi Doctrina y mi nombre serán el blanco de todos los ataques y persecuciones, serán el motivo por el que os persigan los enemigos de la verdad; mas mi Doctrina será también la espada de luz de quienes se levanten defendiendo la fe y será el escudo, tras el cual se defiendan los inocentes. Mi nombre andará en todos los labios, bendecido por unos, maldecido por otros.

¡Cuánta confusión habrá entonces! ¡Cuántos que creían tener fe en Mí, se van a convencer de que no era verdadera fe! En muchos hogares y corazones será apagada la lámpara de amor y de esperanza; la niñez y la juventud no tendrán más Dios que el mundo, ni más ley que la de la Tierra. (300; 38, 40)

El mal ha extendido su reino y se ha hecho fuerte en la Tierra, y es precisamente en este tiempo cuando vengo a oponer mis armas a esas fuerzas, para que el reino del amor y de la justicia se establezca entre los hombres. (33, 33)

Un nuevo mundo está en preparación, las nuevas generaciones están por llegar; pero antes es necesario apartar a los lobos hambrientos para que no hagan presa de las ovejas. (46, 66)

El hombre al apartarse del cumplimiento de mi ley, ha creado ideas, teorías, religiones y doctrinas diversas que dividen y confunden a la humanidad, atando al espíritu al materialismo, impidiéndole elevarse libremente. Mas la luz de mi Espíritu Santo ilumina a todos los hombres, indicándoles el sendero de la vida verdadera, donde sólo hay un guía que es la conciencia. (46, 44)

Orad, ved que es el tiempo en que mi justicia y mi luz han removido todas las tinieblas. Tiempo difícil y de peligros es éste, porque hasta los seres que habitan en tinieblas se harán pasar por seres de luz entre vosotros, para tentaros, para confundiros. Yo os doy mi luz, para que no os desviéis del camino ni os dejéis engañar por aquellos que toman mi nombre.

Los tentadores no solamente son seres invisibles, también los tenéis encarnados en hombres que os hablan de lecciones que aparentan luz, pero que van en contra de mi doctrina. A ésos, no los escuchéis. (132, 7-8)

El mundo no ha aprendido mi enseñanza y ha alimentado su idolatría y fanatismo, por ello está pasando por el gran crisol y apurando el cáliz de amargura, porque su materialismo lo ha alejado de Mí. (334, 30)

Ahora la humanidad, dividida en pueblos, razas, lenguas y colores, recibe de mi Espíritu divino su parte de justicia, las pruebas que a cada quien corresponden, la lucha, el crisol y la restitución que a cada hombre y a cada raza le tengo destinada. Pero sabéis que mi justicia como principio tiene el amor, que las pruebas que a los hombres envía el Padre, son pruebas de amor; que todo conduce a la salvación, al bien, aun cuando aparentemente en esas pruebas haya desgracias, fatalidad o miseria. Detrás de todo ello está la vida, la conservación del espíritu, la redención del mismo; está el Padre esperando siempre al hijo pródigo, para estrecharlo entre sus brazos con el más grande amor. (328, 11)

Tiempo de juicio es éste para la humanidad. Hombre por hombre, pueblo por pueblo y nación por nación son juzgados por mi Divinidad; sin embargo, los hombres no se han dado cuenta de ello ni saben el tiempo en que viven. Es por eso que he venido en Espíritu, enviando mi rayo sobre el entendimiento humano y por su conducto os he revelado quién os habla, qué tiempo es el que vivís y cuál es vuestra misión. (51, 61)

En verdad os digo: Vivís en el día del Señor, estáis ya bajo su juicio. Vivos y muertos están siendo juzgados; actos pasados y presentes son pesados en esta balanza. Abrid vuestros ojos para que seáis testigos de que por donde quiera la justicia divina se hace sentir. (76, 44)

Yo os digo que aunque es cierto que a este mundo le esperan pruebas muy grandes, los días de dolor le serán acortados, porque será tan grande su amargura, que ello hará que los hombres despierten, vuelvan sus ojos hacia Mí y escuchen la voz de su conciencia que les pedirá el cumplimiento de mi ley. (119, 10)

Habéis tenido una oportunidad tras otra, y en ello podéis comprender mi amor infinito por vosotros, porque os he dado y concedido a vuestro ser la oportunidad para reparar errores, purificar y perfeccionar vuestro espíritu, en vez de castigaros o condenaros eternamente como solíais pensar antes. (289, 45)

Hoy es el tiempo de mayor restitución para el espíritu. Mi juicio ha sido abierto y las obras de cada uno han sido puestas en una balanza; si ese juicio es grande y penoso para los espíritus, junto a ellos está el Padre que antes que Juez es Padre y que os ama. También os envuelve el amor de María, vuestra intercesora. (153, 16)

Os he dicho que se aproxima a toda la humanidad una prueba muy grande, tanto que en toda la historia de sus siglos y edades, no ha tenido semejanza. (24, 80)

Se acerca la hora en que el juicio en plenitud se haga sentir en el mundo. Toda obra, palabra y pensamiento serán juzgados. Desde los grandes de la Tierra que gobiernan a los pueblos, hasta los más pequeños serán pesados en mi balanza divina.

Mas no confundáis justicia con venganza, ni restitución con castigo, porque Yo sólo permito que recojáis los frutos de vuestra siembra y los comáis para que conozcáis por su sabor y su efecto si son buenos o nocivos, si sembrasteis bien o mal. (239, 21-22)

Muy amargo será el cáliz que en la gran batalla habrán de beber los hombres, sin embargo, os digo: Bienaventurados los que beban de ese cáliz y una vez purificados dejen la Tierra, porque cuando ellos vuelvan en otros cuerpos a este mundo, su mensaje será de luz, de paz y sabiduría. (289, 61)

Y después de este gran caos, volverán las naciones a recobrar la calma y los elementos naturales se aquietarán. Después de esa noche de tempestad en que vive este mundo, aparecerá el iris de la paz y todo volverá a sus leyes, a su orden y armonía.

Veréis de nuevo el cielo limpio y los campos fecundos, las aguas en su corriente volverán a ser puras y el mar será clemente; habrá frutos en los árboles y flores en los prados y las cosechas serán abundantes. Y el hombre, que habrá sido purificado y sano, volverá a sentirse digno y verá preparado su camino para su ascensión y retorno a Mí. (351, 67-68)

El valle espiritual se acercará aún más entre los hombres, a darles testimonio de su existencia y de su presenca. Por todos los caminos surgirán señales, pruebas, revelaciones y mensajes que hablarán insistentemente de que un nuevo tiempo se ha abierto.

Habrá lucha, habrá conmoción en los pueblos porque las religiones sembrarán el temor en quienes den crédito a aquellos mensajes, y la ciencia negará la verdad a aquellos hechos. Entonces se levantarán los humildes, revistiéndose de valor, para testificar la verdad de las pruebas que hayan recibido; se levantarán los que, habiendo sido desahuciados por la ciencia, recobraron espiritualmente su salud y darán testimonio de casos milagrosos, reveladores de un poder infinito y de una sabiduría absoluta. (350, 71-72)

He llamado "Espiritualismo" a la revelación que os habla de la vida del espíritu, que os enseña a comunicaros directamente con vuestro Padre, y os eleva por sobre la vida material.

En verdad os digo que el Espiritualismo no es nuevo, ni pertenece a este tiempo, sino que ha sido una revelación que se ha venido desenvolviendo, de acuerdo con la evolución espiritual de la humanidad. (289, 20-21)

La conversión a la espiritualidad, traerá amistad y fraternidad entre las naciones, mas es preciso que os preparéis, porque la contienda será grande. Si los hombres se levantan en guerras, no es porque ésta sea mi voluntad, sino porque ellos no han comprendido la Ley de Dios. (249, 48)

Tendréis siempre presente que todos sois iguales ante Mí, que todos tuvisteis el mismo principio y todos lleváis el mismo fin, aunque exteriormente cada destino se presente diferente.

Nunca olvidéis que todos tendréis que llegar a Mí, lo que quiere decir que todos, aunque de distintas maneras, haréis los méritos necesarios para llegar a la mayor altura espiritual; por lo tanto, nunca consideréis inferior a nadie.

En el espiritualista nunca deberá germinar la vanidad, en cambio la verdadera modestia sí deberá acompañarle siempre, y así, sus actos, en vez de deslumbrar con falsa luz, tendrán repercusión en el corazón de sus hermanos. (322, 32-34)

Los buenos sembradores del espiritualismo jamás se distinguirán por algo exterior o material. Ni hábitos, ni insignias, ni ninguna forma especial de hablar habrá en ellos. Todo será en sus actos sencillez y humildad; sin embargo si por algo se distinguen será por su caridad y su espiritualidad.

Los verdaderos predicadores del espiritualismo, no serán notables por lo florido de su lenguaje, sino por la sabiduría y sencillez de su palabra, pero sobre todo por la verdad de sus obras y bondad de su vida. (194, 24-25)

El Espiritualismo no es una religión, es la misma Doctrina que en cuerpo de Jesús vine a derramar en el mundo para la orientación de todos los hombres en todos los tiempos. Es mi Doctrina de amor, de justicia, de comprensión y de perdón. (359, 60)

El altar que os dejo para que celebréis en él el culto que Yo espero, es la vida, sin limitación alguna, más allá de todas las religiones, de todas las iglesias y las sectas, porque existe en lo espiritual, en lo eterno, en lo divino. (194, 28)

La luz del Espiritualismo está revelando al mundo la verdad, la justicia, la razón y el amor que existen en el don espiritual de la reencarnación; sin embargo, el mundo al principio tendrá que combatir encarnizadamente esta revelación, dándole un cariz de doctrina extraña y falsa, para hacer desconfiar a los hombres de buena fe.

Inútiles y vanos serán los esfuerzos que las religiones hagan por conservar a sus fieles en la rutina de antiguas creencias y métodos fuera de tiempo, porque nadie podrá detener la luz divina que penetra al fondo de los entendimientos, despertando al espíritu a una Era de revelaciones, de divinas confidencias, de esclarecimientos de dudas y misterios, de liberación espiritual.

Tampoco nadie podrá detener el torrente que habrá de formar la humanidad cuando se levante en pos de su libertad de pensamiento de espíritu y de fe. (290, 57-59)






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Capítulo 11
Desarrollo de dones y virtudes espirituales

Así como en todos los tiempos la vida del hombre se ha dividido en eras o edades y cada una de ellas se ha significado por algo, ya por sus descubrimientos, por las revelaciones divinas que ha recibido, por su desarrollo en el sentido de lo bello, a lo cual llama arte, o por su ciencia, así, el tiempo que se inicia, la era que asoma ya como una nueva aurora, se significará por el desarrollo de los dones del espíritu, de aquella parte que debíais haber cultivado para evitaros tantos males, y a la cual siempre dejasteis para después.

¿No creéis que la vida humana puede transformarse totalmente, desarrollando la espiritualidad, cultivando los dones del espíritu y estableciendo la ley que dicta la conciencia en este mundo? (135, 53-54)

Esta es la era que ha mucho tiempo he querido que viva en el corazón del hombre y la que ha sido continuamente combatida y destruida por él mismo. Un tiempo cuya claridad sea vista de todos y bajo cuya luz se unan todos los hijos del Señor, no a una religión de hombres que acoja a unos y rechaza a otros, que proclame su propia verdad y se la niegue a los demás, que emplee armas indignas para imponerse, o que dé tinieblas a cambio de luz. (135, 59)

Este es el Tercer Tiempo en el cual el espíritu de la humanidad, habrá de liberarse de las cadenas del materialismo, eso traerá consigo la lucha de ideas más grande que registre la historia de los hombres. (295, 64)

Abolid el dolor. La vida creada por Mí no es dolorosa; el sufrimiento proviene de las desobediencias y faltas de los hijos de Dios. El dolor es propio de la vida que los hombres en su disolución han creado. (134, 57)

De cierto el Maestro os dice: He preparado un Reino de paz y de perfección, para todo espíritu, mas a ese Reino que Yo he preparado se opone otro reino: el mundo. Si mi reinado se conquista por medio de la humildad, del amor y de la virtud, el otro reino para poseerse, precisa del orgullo, de la ambición, de la soberbia, de la codicia, el egoismo y el mal. (327, 3)

El espíritu que sabe velar, no se aparta nunca de la ruta que su Señor le ha trazado y está en aptitud de emplear su heredad y sus dones, hasta alcanzar su elevación. Ese ser tendrá que salir adelante en sus pruebas, porque vive alerta y nunca se deja dominar por la materia. El que vela y ora saldrá triunfante siempre de los trances difíciles y sabrá caminar con paso firme por la senda de la vida. (278, 2)

Cuando seáis humildes seréis grandes. No está la grandeza en la soberbia y la vanidad, como muchos creen. Sed mansos y humildes de corazón, os he dicho a través de los tiempos. Reconocedme como Padre y amadme, no busquéis para vuestra envoltura un trono, ni un nombre que os distinga de los demás, sed uno más entre los hombres y llevad en vosotros la buena voluntad. (47, 54)

No debilitéis en la fe, ni en la esperanza; tened siempre presente que el fin de esta jornada llegará; no olvidéis que en Mí habéis tenido vuestro principio y que el fin lo tendréis también en Mí, y ese fin es la eternidad porque no existe la muerte del espíritu.

Haced que el espíritu camine siempre adelante para que no dejéis nunca de perfeccionaros. (95; 4, 6)

¡Grande es vuestro destino! Mas no por eso os dejéis dominar por los tristes presagios, sino más bien llenaos de valor y esperanza, pensando que los días de amargura que se acercan, son necesarios para el despertar y la purificación de los hombres, sin lo cual no podríais ver la entrada triunfal del tiempo de la espiritualidad. (292, 45)

Espiritualidad quiere decir elevación de los sentimientos, pureza en la vida, fe, amor a los demás, caridad, humildad ante Dios y respeto profundo a los dones recibidos. Cuando lográis alcanzar alguna de estas virtudes, comenzáis a penetrar con vuestra mirada espiritual en la mansión del amor y la perfección. Así, cuando alcancéis la espiritualidad, desde la Tierra podréis decir que habitáis, aunque sea solamente en los instantes de vuestra oración, en el valle espiritual, y al mismo tiempo recibiréis la luz que os revele hechos que pertenecen al futuro, ya que para el espíritu, cuando comienza a elevarse, va dejando de ser un misterio el porvenir. (160, 6)

La intuición, que es videncia, presentimiento y profecía, aclara la mente y hace latir el corazón ante los mensajes y voces que recibe de lo infinito. (136, 46)

Cuántos misterios existen aún para el hombre. Esta rodeado de seres invisibles e impalpables, los cuales ya deberían ser visibles y palpables para él.

Una vida llena de belleza y revelaciones palpita sobre la existencia de los hombres y éstos en su ceguedad no han alcanzado aún a mirarla. (164, 56-57)

Ved cómo cuanto os rodea cumple con la misión de dar. Los elementos, los astros, los seres, las plantas, las flores y las aves, todo, desde lo más grande hasta lo imperceptible, tienen el don y el destino de dar. ¿Por qué os hacéis vosotros una excepción siendo los mayormente dotados de la gracia divina de amar?

¡Cuánto tendréis que crecer en sabiduría, en amor, en virtud y poder para que seáis luz en el camino de vuestros hermanos pequeños! ¡Qué destino tan elevado y hermoso os ha deparado vuestro Padre! (262, 51-52)

A cada quien se le ha asignado una porción a la cual debe guiar o cultivar, y esa misión no queda terminada con la muerte material. El espíritu, lo mismo en la tierra que en el mundo espiritual, sigue sembrando, cultivando y cosechando. Los espíritus mayores son los que guían a los menores y éstos a su vez a otros en menor grado de desarrollo, siendo el Señor el que los conduce a todos hacia el aprisco.

Si os he dicho que los espíritus mayores guían a los menores, no por eso quiero decir que esos espíritus hayan sido grandes desde el principio y que los segundos deberán ser siempre pequeños ante sus hermanos. Los que ahora son grandes, es porque se han elevado y desarrollado en el cunplimiento de la noble misión de amar, servir y ayudar a los que no han alcanzado ese grado de evolución espiritual, a los que aún son débiles, a los que se han extraviado y a los que sufren.

Los que hoy son pequeños, mañana serán grandes mediante su perseverancia en el camino de evolución. (131, 19-21)

Si estáis pobres materialmente y por esa causa no podéis ayudar a vuestros semejantes, no temáis, orad y Yo haré que donde no haya nada, brote luz y haya paz. La caridad verdadera de donde nace la piedad, es la mejor dádiva que podréis depositar en los necesitados. Si al dar una moneda, un pan o un vaso de agua, no tuvieseis en vuestro corazón el sentimiento de amor hacia vuestros hermanos, en verdad os digo que nada habréis dado, que más os vale no desprenderos de aquello que dais. (306, 32)

Os he dicho que si un vaso de agua diereis con verdadera caridad, ese no quedará sin galardón. (4, 80)

Mas Yo os digo: Benditos sean aquellos de mis labriegos que sepan sentir en su corazón la pena de los que viven privados de la libertad o de la salud, y les visiten y les conforten, porque un día volverán a encontrarse, sea en ésta o en otra vida, y entonces no sabéis si ellos tengan más salud, mayor libertad y luz que aquéllos que les llevaron el mensaje de amor a un presidio o a un hospital, y entonces les correspondan con su gratitud, tendiendo la mano a quien en otro tiempo supo tendérsela.

Aquel instante en que hicisteis llegar mi palabra a su corazón aquel momento en que pasasteis vuestra mano sobre su frente y los hicisteis pensar en Mi y sentirme, jamás se borrará de su espíritu, como no se borrará de su mente ni vuestra faz, ni vuestra voz de hermano, por lo que os reconocerán doquiera que os encontrasen. (149, 54-55)

Por medio de la caridad hacia vuestros hermanos, purificaréis vuestro espíritu, saldando en esa forma antiguas deudas, ennobleceréis vuestra vida humana y elevaréis vuestra vida espiritual. (308, 56)

El verdadero bálsamo, pueblo, aquel que sana todos los males, brota del amor.

Amad con el espíritu, amad con el corazón y con la mente y tendréis el poder suficiente para sanar no sólo las enfermedades del cuerpo o consolar en las pequeñas miserias humanas, sino que sabréis resolver los misterios espirituales, las grandes angustias del espíritu, sus turbaciones y remordimientos.

Ese bálsamo resuelve las grandes pruebas, enciende la luz, calma la pena, funde las cadenas que oprimen. (296, 60-62)

¿Cuáles méritos puede hacer un enfermo, imposibilitado para toda lucha? Sus méritos pueden ser muchos y grandes, si sabe revestirse de paciencia y conformidad, si sabe ser humilde a la voluntad divina y sabe bendecirme en medio de su dolor, porque su ejemplo será de luz en muchos corazones que habitan en tinieblas, que se desesperan y se entregan a los vicios o piensan en la muerte cuando les sorprende una prueba. Esos seres, al encontrar en su camino un ejemplo de fe, de humildad y de esperanza, que surge de un corazón que también sufre mucho, porque carga con una cruz muy pesada, sentirán que su corazón ha sido tocado por un rayo de luz. (132, 38)

Bendecir quiere decir saturar. Bendecir es sentir el bien, decirlo y entregarlo. Bendecir es impregnar todo lo que os rodea, de pensamientos de amor. (14, 60)

No miréis enemigos sino hermanos en todos los que os rodean. No pidáis castigo para que deis ejemplo de perdón y no haya remordimiento en vuestro espíritu. Cerrad vuestros labios y dejad que Yo juzgue vuestra causa. (33,58)

El perdón que proviene del amor, sólo mi Doctrina lo enseña y él posee una fuerza poderosa para convertir, regenerar y transformar al malo en bueno, al pecador en virtuoso.

Aprended a perdonar y tendréis en vuestro mundo el principio de la paz. Si mil veces fuese necesario perdonar, mil veces debéis hacerlo. ¿No os dais cuenta de que una reconciliación oportuna, evita que apuréis un cáliz de amargura? (238, 13-14)

Mientras seáis hombres, recordadme en aquella cruz, perdonando, bendiciendo y sanando a mis verdugos, para que vosotros a lo largo de vuestro pesado camino, también bendigáis a quienes os ofendan y hagáis todo el bien posible a quienes os hubiesen causado mal. Quien obrase en esta forma, será mi discípulo y en verdad le digo que su dolor será siempre breve, porque Yo le haré sentir mi fuerza en los instantes de su prueba. (263, 56)

Perdonaos unos a otros y en esto encontraréis alivio para vosotros y para el que os ha ofendido. No llevéis sobre vuestro espíritu el peso del odio o del rencor, sed limpios y habréis encontrado el secreto de la paz y viviréis como apóstoles de mi verdad. (243, 63)

En verdad os digo que en el mismo instante en que otorguéis vuestro perdón a quien os haya ofendido, sentiréis mi paz en plenitud, porque en ese momento vuestro espíritu se habrá unido con el Mío y Yo extenderé mi manto para perdonaros y cubriros a unos y a otros con mi amor. (312, 51)

Alguno suele preguntarme: Maestro, si perdonáis nuestras faltas ¿Por qué dejáis que con dolor las lavemos? A lo que os digo: Yo os perdono, pero es necesario que reparéis esas faltas para que devolváis a vuestro espíritu su limpidez. (64, 14)

Si muchas veces permito que apuréis el mismo cáliz que disteis a vuestros hermanos, es porque hay quienes solamente así comprenden el mal que causaron y pasando por la misma prueba que hicieron pasar a otros, conocerán el dolor que hicieron sentir, ello hará luz en su espíritu y hará brotar la comprensión, el arrepentimiento y por consiguiente el cumplimiento a mi Ley.

Mas si queréis evitar pasar por el dolor o apurar el cáliz de amargura, podéis lograrlo saldando vuestra deuda con arrepentimiento, con buenas obras, con todo lo que vuestra conciencia os diga que debéis hacer. Así saldaréis alguna deuda de amor, devolveréis una honra, una vida o la paz, la salud, la alegría o el pan, que alguna vez hubieseis robado a vuestros hermanos. (16, 53-54)

Orad por los espíritus turbados, por los materializados, por aquellos que en las entrañas de la tierra no logran aún desprenderse de sus cuerpos; por los que sufren y lloran por el luto ignorante que en la Tierra les guardan, y también perdonad y dejad de juzgar a los que hayan sembrado males en vuestro corazón; si vuestros ojos los pudiesen contemplar de hinojos implorando vuestro perdón, no seríais tan injustos con ellos. Ayudadles a que vuelen hacia lo infinito, elevadles con vuestra caridad, comprended que ellos ya no pertenecen a este mundo. (107, 15)






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Capítulo 12
Oración, meditación, espiritualización, visiones

En el Tercer Tiempo, mi Doctrina espiritual dará al espíritu la libertad para extender sus alas y elevarse al Padre para consagrarle el verdadero culto. (229, 59

Este es tiempo para orar y meditar; pero con oración libre de fanatismo y de idolatría y con meditación serena y profunda en mi divina palabra.

Todas las horas y todos los sitios pueden ser propicios para orar y meditar; nunca os dije en mis enseñanzas, que hubiesen lugares o momentos destinados a ello. ¿Por qué buscar en el mundo lugares determinados para orar, siendo vuestro espíritu más grande que el mundo que habitáis? ¿Por qué limitarme en imágenes y en sitios tan limitados siendo Yo infinito? (279, 5-6)

Rehuyo todo lo que sea vanidad y pompa humana, porque a mi Espíritu sólo llega lo que es espiritual, lo que es noble y elevado, lo limpio y eterno. Recordad que dije a la mujer de Samaria "Dios es Espíritu y es necesario que le adoren en espíritu y en verdad". Buscadme en lo infinito, en lo puro y allí me encontraréis. (36, 26)

Tampoco quiero que encerréis vuestro culto en recintos materiales, porque aprisionaréis vuestro espíritu y no lo dejaréis abrir sus alas, para conquistar la eternidad. (194, 27)

En cambio, la comunicación de espíritu a Espíritu alcanzará a todo el género humano, sin limitación de tiempo, porque esa forma de buscarme, de recibirme, de orar, de escucharme y sentirme, pertenecerá a la eternidad. (284, 43)

Velad y orad, os repito con frecuencia, pero no quiero que os familiaricéis con este dulce consejo, sino que lo estudiéis y lo pongáis en práctica. (9,25)

Pueblo: El tiempo en que debéis saber orar ha llegado entre vosotros. Hoy no vengo a deciros que os postréis en tierra, no vengo a enseñaros a que oréis con vuestros labios o que me claméis con palabras floridas en hermosas oraciones; hoy vengo a deciros: Buscadme con el pensamiento, elevad vuestro espíritu y descenderé siempre para haceros sentir mi presencia. Si no sabéis hablar con vuestro Dios, me bastará el arrepentimiento, vuestro pensamiento, vuestro dolor, me bastará vuestro amor.

Este es el lenguaje que Yo escucho, el que Yo entiendo, el lenguaje sin palabras, el de la verdad y la sinceridad, esa es la oración que he venido a enseñaros en este Tercer Tiempo.

Siempre que habéis hecho una buena obra, habéis sentido mi paz, la tranquilidad y la esperanza y es que el Padre está muy cerca de vosotros. (358, 53-55)

La oración puede ser larga o breve, según sea necesario. Podréis, si así lo deseáis, pasar horas enteras dentro de aquel deleite espiritual, si vuestra materia no se fatiga o si algún otro deber no reclama vuestra atención. Y puede ser tan breve que se concrete a un segundo, si os encontráis sujetos a alguna prueba que de pronto os haya sorprendido.

Doquiera podréis invocarme, porque para Mí, es indiferente el sitio, ya que lo que busco es a vuestro espíritu. (40; 36, 38)

Cuántos hay que escuchan mi palabra, que se han convertido en los grandes analizadores y sin embargo, no son los mejores discípulos prácticos de mi Doctrina, no cumplen con el precepto divino que os dice: "Amaos los unos a los otros".

En cambio, ved cuán fácilmente se transforma aquel que pone en práctica un átomo de mi enseñanza. ¿Queréis un ejemplo? Aquél que toda su vida me estuvo diciendo que me amaba a través de oraciones verbales que otros formaron, oraciones que ni siquiera comprendía, porque estaban hechas con palabras cuyo sentido no conocía; mas de pronto supo cuál era la forma verdadera de orar y haciendo a un lado sus antiguos hábitos, concentróse en el fondo de su espíritu, elevó el pensamiento hacia Dios, y por primera vez sintió aquella presencia. No supo qué decir a su Señor, su pecho empezó a sollozar y sus ojos a derramar lágrimas. En su mente sólo se formó una frase que decía: "Padre mío, ¿Qué puedo decirte, si no sé hablar contigo?" Pero aquellas lágrimas, aquellos sollozos, aquel gozo interior y hasta su turbación, hablaban al Padre con un lenguaje tan hermoso como no lo podréis encontrar jamás en vuestros idiomas humanos ni en vuestros libros. (281, 22-23)

Esforzaos por lograr la verdadera oración, porque quien sabe orar, lleva en sí la llave de la paz, de la salud, de la esperanza, de la fuerza espiritual y de la vida eterna. (40, 43)

La oración es una gracia que Dios ha entregado al hombre para que le sirva de escala para elevarse, de arma para defenderse, de libro para instruirse y de bálsamo para ungirse y sanar de todo mal.

Es menester que vuelva la verdadera oración entre los hombres, y soy Yo quien nuevamente viene a enseñárosla. (39; 12, 14)

La salud la recibirán los enfermos por medio de la oración. Los gobernantes resolverán sus grandes problemas, buscando la luz con la oración, y el hombre de ciencia recibirá las revelaciones también por medio del don de la oración. (40, 47)

Este será el tiempo en que los hombres se den cuenta del poder de la oración; para que la oración tenga verdadera fuerza y luz, es menester que con amor la elevéis a Mí. (139, 8)

¿Cómo podrá equivocarse el hombre, cuando en lugar de hacer su voluntad se anticipe a interrogar a su Padre a través de la oración? Quien sabe orar vive en contacto con Dios, sabe el valor de los beneficios que de su Padre recibe y a la vez comprende el sentido o la finalidad de las pruebas por las que atraviesa. (174, 3)

Yo os enseñé la palabra poderosa, maestra, aquella que verdaderamente acerca al hijo hacia su Padre. Al pronunciar con unción y respeto, con elevación y amor, con fe y esperanza la palabra Padre, las distancias desaparecen, los espacios se acortan, porque en ese instante de comunicación de espíritu a Espíritu, ni Dios está lejos de vos, ni vosotros os encontráis lejos de Él. Orad así y en vuestro corazón recibiréis a manos llenas el beneficio de mi amor. (166, 53)

Aprended a orar, porque con la oración también podréis hacer mucho bien, así como también podréis defender de las acechanzas. Es la oración escudo y arma, si tenéis enemigos, con la oración os defenderéis; pero sabed que esa arma no debe herir ni lastimar a nadie, porque su única misión será brillar en las tinieblas. (280, 56)

Aprended a orar y a meditar a la vez, para que surja en cada uno de vosotros el conocimiento y la comprensión. (333, 7)

Si aprendieseis a meditar unos instantes cada día y que vuestra meditación fuese sobre la vida espiritual, descubriríais infinidad de explicaciones y recibiríais revelaciones que por ningún otro medio podríais obtener. (340, 43)

Practicad el silencio que favorece al espíritu para que pueda encontrar a su Dios, ese silencio es como una fuente de conocimientos y todos los que en él penetran se llenan de la claridad de mi sabiduría. El silencio es como un lugar cerrado con murallas indestructibles, al que sólo tiene acceso el espíritu. El hombre lleva constantemente en su interior, el conocimiento del lugar secreto en el que podrá comunicarse con Dios. (22, 36)

Siempre que os encontréis preparados y queráis saber algo, vuestra sed de luz atraerá la luz divina. ¡Cuántas veces os he dicho: id a la montaña y decidme ahí vuestras inquietudes, vuestros dolores y necesidades!

La Naturaleza es un templo del Creador, donde todo se eleva a Él para rendirle culto, ahí podréis recibir directamente y con toda pureza la irradiación de vuestro Padre.

Ahí, lejos del egoísmo y del materialismo humano, sentiréis llegar a vuestro corazón inspiraciones sabias que os mueven a practicar el bien en vuestra senda. (169, 29-31)

Yo espero de los hombres la espiritualidad, porque ella quiere decir elevación de la vida, ideal de perfeccionamiento, amor al bien, culto a la verdad, práctica de la caridad, armonía consigo mismo, que es armonía con los demás y por lo tanto con Dios. (326, 22)

Espiritualidad no quiere decir misticismo, ni implica la práctica de algún rito, ni es tampoco un culto externo.

Espiritualidad significa desarrollo de todas las facultades del hombre, así las que corresponden a su parte humana, tanto las que vibran más allá de los sentidos del cuerpo y que son las potencias, atributos, facultades y sentidos del espíritu.

Espiritualidad es la aplicación justa y buena de todos los dones que el hombre posee.

Espiritualidad es la armonía con todo cuanto os rodea. (326, 63-66)

Para los hombres de este tiempo, el mundo y sus placeres son la razón de su vida, más pronto sabrán anteponer el espíritu al cuerpo, y el cuerpo al vestido, y en vez de ir tras las glorias mundanas, buscarán la inmortalidad del espíritu.

Habrá al principio fanatismo por lo espiritual, el cumplimiento será llevado al extremo; mas luego se serenarán los corazones y la espiritualidad surgirá llena de verdad y de pureza. (82, 30-31)

Hasta el abismo ha descendido el hombre y hasta allí le ha acompañado la conciencia en espera del instante propicio de ser escuchada. Pronto esa voz se hará oír en el mundo con una fuerza tan grande que ahora no podéis imaginar, pero que hará a la humanidad salir de su abismo de orgullo, de materialismo y de pecado para lavarse en las aguas de su arrepentimiento y comenzar a elevarse por el camino de la espiritualidad. (79, 32)

Mi amor será el que vuelva a los hombres al camino de luz y de verdad. Mi amor penetrando sutilmente en cada corazón, acariciando a cada espíritu, manifestándose a través de cada conciencia, transformará las duras rocas en sensibles corazones, hará de los hombres materialistas, seres espiritualizados y hará de los pecadores empedernidos, hombres de bien, de paz y de buena voluntad. (305, 35)

Hombres de ciencia que dedicaron su vida a buscar elementos y fuerza para destruir y que al sentir que su juicio se aproxima, tornarán a la senda de la verdad para consagrar sus últimos días a la reconstrucción moral y material del mundo. Otros que en su orgullo habían tratado de ocupar mi lugar en los espíritus, y que descenderán de sus sitiales para imitarme en la humanidad. Y también hombres que un día agitaron a los pueblos y promovieron guerras, que llegarán a reconocer sus errores y a buscar angustiosamente la paz de los hombres. (108, 39)

Es menester conceder a los hombres que sean ambiciosos de los bienes de la Tierra unos instantes más, para que su desengaño sea absoluto; para que al fin lleguen a convencerse de que el oro, el poder, los títulos y los placeres de la carne, no les darán jamás la paz ni el bienestar de su espíritu. (173, 57)

La humanidad sí tendrá que cansarse de seguir sembrando odio, violencia y egoísmo. Cada semilla de odio que siembre se le multiplicará en tal forma, que no le bastarán sus fuerzas para recoger su cosecha; este resultado imprevisto y superior a su poder humano, le detendrá su vertiginosa e insensata carrera. Después, Yo haré un milagro en cada corazón al hacer brotar la caridad, en donde sólo había egoísmo. (71, 30)

Entonces comenzará una nueva era en la Tierra, porque dejaréis de ver la vida desde abajo y comenzaréis a contemplarla, a conocerla y a gozarla desde las alturas de vuestra elevación espiritual. (321, 39)

Cuando ya no sea la mente la que lleve al espíritu a observar o a profundizarse en la ciencia, sino el espíritu el que eleve y guíe a la mente, será cuando el hombre descubra lo que ahora le parece inescrutable y que, sin embargo, está destinado a serle revelado, cuando haya espiritualizado su inteligencia. (295, 37)

Os he dicho que llegará el momento en que la luz brote en todos los lugares, en todos los países, en todos los continentes; esa luz brillará de acuerdo con la preparación espiritual del hombre; mas a través de ella se formará una nueva y más acertada idea de la creación, una nueva etapa de evolución espiritual. (200, 41)

El concepto sobre mi divinidad, sobre la vida espiritual y sobre la finalidad de vuestra existencia irá tomando el cauce verdadero, porque cada hombre será un buen intérprete de cuanto os fue dicho en parábola y en sentido figurado por vuestro Maestro, por sus enviados y profetas. (329, 25)

Cuando la sabiduría brille en todos los hombres, ¿Quién se atreverá a tornar el bien en mal? ¿Quién dará lo eterno por lo pasajero? Nadie, en verdad os digo, porque todos seréis fuertes en la sabiduría divina.

El pecado procede de la ignorancia y de la debilidad. (160, 53-54)

Estáis en un error si creéis que alguno se perderá, dejaría de ser Dios si un solo espíritu no encontrara salvación. Todos aquéllos que vosotros llamáis demonios, también son espíritus que han brotado de Dios y si hoy se encuentran confundidos, ellos también encontrarán salvación. (327, 47)

La escala por donde asciende el espíritu hacia su perfeccionamiento es muy grande, en ella encontraréis seres de infinidad de grados diferentes y les ofreceréis algo de lo que poseéis y ellos también a su vez, os darán algo de su riqueza espiritual.

Entonces descubriréis que este no es el único mundo que lucha por su mejoramiento, sabréis que en todos los planetas evoluciona el espíritu, que en todos palpita y crece, cumpliendo su destino y Yo quiero que os preparéis para que hagáis alianza con todos vuestros hermanos, que os comuniquéis con ellos, con ese santo anhelo de reconoceros, de amaros y ayudaros.

Yo anhelo que exista la armonía con vuestros hermanos dentro y fuera de este planeta, que es ahora vuestro hogar; tended lazos de amistad, solicitad ayuda cuando necesitéis y también socorred a los que os pidan de lo que poseéis. (320, 44-46)

Cuando esta enseñanza sea comprendida por los hombres, habrán escalado en su evolución espiritual y este mundo será una morada de espíritus adelantados. (231, 30)

Porque ha de cumplirse mi voluntad en este mundo que os entregué como un paraíso terrenal y llegará el tiempo en el cual vendrán a este planeta los espíritus que en gran manera han evolucionado, que han luchado y mi luz divina bañará la Tierra y será en ella el cumplimiento de mi Ley. (363, 44)

Os he prometido enviar a morar entre vosotros a los espíritus de grande luz, que esperan tan sólo el momento de acercarse a la Tierra para encarnar y cumplir una gran misión de restauración. Cuando aquellos seres habiten este mundo, ¿qué tendréis que enseñarles? Nada, de cierto os digo, porque ellos vendrán a enseñar, no a aprender. Os maravillaréis de escucharles desde la infancia hablando de enseñanzas profundas, sosteniendo conversaciones con los hombres de ciencia y con los teólogos, asombrando con su experiencia a los ancianos y aconsejando la buena senda a la juventud y a la niñez.

Bienaventurado el hogar que recibiese en su seno a uno de estos espíritus. ¡Cuán graves serán los cargos que se hagan a quienes traten de impedir el cumplimiento de mis enviados! (238, 30-31)

En verdad os digo: que si hoy los hombres son más materia que espíritu, mañana serán más espíritu que materia. Los hombres han tratado de materializar absolutamente a su espíritu, mas esa completa materialización no la lograrán; porque el espíritu es como un brillante y un brillante nunca dejará de serlo, aún cuando haya caído en el cieno. (230, 54)

Los hombres, sin apartarse de sus deberes, de sus misiones en el mundo, pondrán al servicio de mi causa divina su ciencia, su fortaleza, su talento y su corazón. Buscarán los goces sanos, los que sean saludables para su espíritu y su materia. Lucharán por su regeneración y por su libertad, no se contaminarán, no tomarán lo que no les sea necesario. Será entonces cuando desaparezca de la Tierra la maldad, la frivolidad; entonces el espíritu habrá alcanzado el dominio absoluto sobre su envoltura, y habitando todavía en una materia hará una vida espiritual de amor, de fraternidad y de paz.

Ese será el tiempo en que las guerras desaparecerán, cuando haya respeto y caridad de unos a otros, cuando reconozcáis que ya no podéis disponer de la vida de un semejante, ni de la propia; sabréis entonces que no sois dueños de vuestra vida, ni de la de vuestros hijos y esposos, ni de esta Tierra, sino que Yo soy el dueño de toda la Creación; pero que siendo vosotros mis hijos muy amados, sois también poseedores de todo lo que es Mío. (231, 28-29)

El mundo material, el planeta, no está próximo a Su desintegración, pero el fin de ese mundo de errores y pecados, de tinieblas y mala ciencia, llegará con la luz de mi doctrina, y sobre sus escombros Yo levantaré un nuevo mundo de progreso y de paz. (135, 5)

Grande será la trasformación que sufra la humanidad en breve plazo: instituciones, principios, creencias, doctrinas, costumbres, leyes y todos los órdenes de la vida humana serán conmovidos desde sus cimientos. (73, 3)

Hombres, naciones, razas y pueblos, todos tendréis que acudir al divino llamado, cuando el espíritu del hombre, cansado de su cautiverio en la Tierra, se levante rompiendo las cadenas del materialismo para dar el grito de liberación espiritual. (297, 66)

¿Qué pasaría, si todos los hombres se bendijesen, aun sin conocerse ni haberse visto nunca? Que reinaría la paz perfecta en la Tierra, sería inconcebible la guerra. (142, 31)

Aún cuando en el presente os parezca imposible cimentar la paz entre la Humanidad, Yo os digo que la paz se hará y aún más, que el hombre practicará la espiritualidad.

Muchas calamidades sufrirá el mundo antes del establecimiento de ese tiempo; pero esos sufrimientos serán para bien de la Humanidad, tanto en lo material como en lo espiritual; serán como un "hasta aquí" a la carrera desenfrenada de maldades, egoísmos y lujuria de los hombres.

Será entonces cuando el orden de vuestra vida cambie, desaparecerá el egoísmo y cada quien será útil a los demás. En mi justicia se inspirarán los hombres para hacer nuevas leyes y gobernar con amor a los pueblos. (232; 43-44, 47)

En lo material también palparéis la transformación: Los ríos serán abundantes, las tierras estériles serán fértiles, los elementos volverán a su cauce porque habrá armonía entre el hombre y Dios, entre el hombre y las obras divinas, entre el hombre y las leyes dictadas por el Autor de la vida. (352, 65)

Sensibilidad, presentimiento, revelación, profecía, inspiración, videncia, curación, verbo, todo eso y otros dones más brotarán del espíritu y por medio de ellos confirmarán los hombres que un nuevo tiempo se ha abierto ante la humanidad. (80, 5)

En mi Espíritu existe un himno cuyas notas nadie ha escuchado, nadie lo conoce en el Cielo, ni en la Tierra. Ese canto será escuchado en todo el Universo cuando el dolor, la miseria, las tinieblas y el pecado hayan quedado extinguidos. Aquellas divinas notas encontrarán eco en todos los espíritus, uniéndose el Padre y los hijos en ese canto de armonía y felicidad. (219, 13)

La música celestial es la presencia de Dios en vosotros, y en medio de ese concierto vibrará vuestra nota cuando hayáis alcanzado la verdadera elevación, que es la belleza espiritual. Esa es la música celestial y el canto de los ángeles. Cuando sepáis y sintáis así, la verdad resplandecerá en vuestro ser y sentiréis que Dios está en vosotros; la vida os ofrecerá un eterno y divino concierto y en cada una de sus notas descubriréis una revelación. (199, 56)

Un nuevo canto surgirá del espíritu de todos los que no podían contemplarme y que al fin me vieron, porque a pesar de sus imperfecciones, me buscaban, y ya sabéis que el que me busca siempre me encuentra.

En cuanto a los que me han negado, a los que han huido de Mí, a los que han callado mi nombre, a los que desmienten mi presencia, serán puestas en su camino aquellas pruebas que les hagan abrir los ojos y contemplar también la verdad. (292, 35-36)

Cuando la Humanidad conozca mi Enseñanza y penetre en su sentido, depositará en ella su confianza y se afirmará en la creencia de que es el certero camino, la guía para todo ser que quiera vivir en la justicia, en el amor y en el respeto hacia sus semejantes. Cuando esta doctrina se asiente en el corazón de los hombres, se iluminará la vida del hogar, fortaleciendo a los padres en la virtud, a los matrimonios en la fidelidad, a los hijos en la obediencia y colmará de sabiduría a los maestros, hará magnánimos a los gobernantes e inspirará a los jueces, para que hagan verdadera justicia; los científicos se verán iluminados y esta luz les revelará grandes secretos para el bien de la Humanidad y para su evolución espiritual. Así empezará una nueva era de paz y de progreso. (349, 35)

Benditos seáis los que soñáis con un paraíso de paz y armonía. (263, 2)

Benditos sean los que me piden con humildad y fe para el progreso de su espíritu, porque ellos recibirán lo que soliciten de su Padre. (35, 1)

Vuestro adelanto o evolución os permitirá encontrar mi verdad y percibir mi presencia divina, así en lo espiritual como en cada una de mis obras. Entonces os diré: "Bienaventurados los que saben verme en todas partes, porque son los que verdaderamente me amarán".

Bienaventurados los que saben sentirme con el espíritu y aun con la materia, porque son los que han dado sensibilidad a todo su ser, los que en verdad se han espiritualizado. (305, 61-62)

¡MI PAZ SEA CON VOSOTROS!


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