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Parte 1 – La segunda venida de Cristo — Tercera Revelatión
Capítulo 1 — En espera de la segunda venida de Cristo
Capítulo 2 — La aurora del Tercer Tiempo
Capítulo 3 — El sol espiritual de la segunda venida de Cristo
Capítulo 4 — La enseñanza a través de la Divina Doctrina
Capítulo 5 — El motivo de la nueva Revelación Divina
Capítulo 6 — El Tercer Testamento y el Gran Libro de la Vida
Capítulo 7 — Influencia y significado de la enseñanza espiritual
Capítulo 8 — La nueva comunidad de Cristo, Discípulos, Apóstoles, Enviados Divinos
Parte 2 – Retrospectiva de la Primera y Secunda Revelación
Capítulo 9 — Hechos y personajes del pueblo de Israel
Capítulo 10 — Cuando se cumplióel tiempo
Capítulo 11 — La obra de Jesús en la tierra
Capítulo 12 — Pasión, Muerte y Resurrección
Capítulo 13 — Misión y significado de Jesús y sus Apóstoles
Parte 3 – El Tiempo de la Iglesia Cristiana
Capítulo 14 — Cristianismo, Iglesias y Cultos
Capítulo 15 — Seudo-Cristianos, enseñanzas erróneas de la Iglesia y anomalías
Parte 4 – La Ley, Amor a Dios y al Prójimo
Capítulo 16 — La Ley Divina (La Ley de Dios)
Capítulo 17 — La nueva forma de rendir culto a Dios
Capítulo 18 — Obras de caridad y significado central del amor
Parte 5 – Formas de Revelaciones Divinas y las Obras de Dios
Capítulo 19 — La Divina Trinidad
Capítulo 20 — María, el amor maternal de Dios
Capítulo 21 — Omnipotencia, Omnipresencia de Dios
y su justicia
Capítulo 22 — Amor, asistencia y Gracia de Dios
Capítulo 23 — Inspiraciones y Revelaciones de Dios
Capítulo 24 — La creación espiritual y material
Capítulo 25 — La naturaleza
Capítulo 26 — Otros mundos
Capítulo 27 — El Más Allá, Cielo e Infierno
Parte 7 – El Camino Evolutivo hacia la Perfectión
Capítulo 28 — Morir, muerte y el despertar en el Más Allá
Capítulo 29 — Purificación y ascensión de los espíritus
al Más Allá
Rapítulo 30 — El desarrollo del Espíritu a través de Reencarnaciones
Capítulo 31 — Redención y Salvación eterna
Capítulo 32 — Encarnación, naturaleza y deberes del
ser humano
Capítulo 33 — Hombre y Mujer, Padres e Hijos, Matrimonio
y Familia
Capítulo 34 — Libre albedrío y conciencia
Capítulo 35 — El poder de los pensamientos, sentimientos
y de la voluntad
Parte 9 – Enseñanzas de la Sabiduría Divina
Capítulo 36 — Fé, Verdad y Conocimiento
Capítulo 37 — La comprensión correcta de los textos bíblicos
Capítulo 38 — Las tres Revelaciones Divinas
y los Siete Sellos
Capítulo 39 — Israel terrenal y espiritual
Capítulo 40 — Las fuerzas del Bien y del Mal
Capítulo 41 — Conexiones entre este mundo y el Más Allá
Capítulo 42 — Culpa y penitencia, pruebas y sufrimientos
Capítulo 43 — Enfermedad, curación y renovación
Capítulo 44 — Vida en el sentido Divino
Capítulo 45 — Predestino, sentido y cumplimiento en la vida
Parte 10 – Materialismo y Espiritualismo
Capítulo 46 — El hombre mal conducido y materialista
Capítulo 47 — Materialismo y Espiritualismo
Capítulo 48 — Dones espirituales y espiritualización
Capítulo 49 — Religión y jurisprudencia en la tierra
Capítulo 50 — Culturas y ciencias
Capítulo 51 — Poderosos; abusos del poder; las guerras
Capítulo 52 — Injusticia y desmoronamiento de la Humanidad
Parte 12 – Juicio y Purificación de la Humanidad
Capítulo 53 — El tiempo del juicio ha llegado
Capítulo 54 — Luchas entre Doctrinas, Religiones e Iglesias
Capítulo 55 — Purificación del mundo y de la Humanidad
en el juicio
Parte 13 – Transformación y Consagración del Mundo y de la Creación
Capítulo 56 — Triunfo y reconocimiento de la obra espiritual de Cristo
Capítulo 57 — Reversión y transformación en todos
los ámbitos
Capítulo 58 — El reino de Paz de Cristo y la culminación
de la creación
Parte 14 – El Encargo Misionero
Capítulo 59 — Encargo de divulgar la Nueva Palabra de Dios
Capítulo 60 — Obrar acorde con el Espíritu de Cristo
Cualidades y habilidades necesarias para los nuevos
Parte 15 – Exhortaciones, Advertencias, Instructiones
Capítulo 61 — Exhortaciones y advertencias del Señor
Capítulo 62 — Palabras para los oyentes presentes
Capítulo 63 — Enseñanzas para las congregaciones y todos los discípulos de Cristo
Parte 16 – Profecías y Parábolas, Consuelo y Promesas
Capítulo 64 — Profecías
Capítulo 65 — Parábolas
El Llamado de Dios
"¿Creéis que todo lo que os he dicho, sea solamente para los que Me han escuchado? No, pueblo amado, con Mi palabra estoy hablando para los presentes y para los ausentes; para hoy, mañana y siempre; para los que murieron; para los que viven y para los que han de nacer." (97, 46).
… "Quiero que vosotros, con esta palabra que os he dado, en cumplimiento de Mis profecías, forméis volúmenes, después hagáis extractos y análisis de ella y la deis a conocer a vuestros hermanos" (6, 52)
... "Con este Libro que llegará a reconocer la humanidad como El Tercer Testamento, defenderéis Mi causa Divina. La humanidad sólo reconoce la Ley del Primer Tiempo y lo que escrito está en el Primero y Segundo Testamento, mas vendrá el Tercero a unificar y corregir lo que los hombres han alterado por falta de preparación y comprensión." (348, 26)
"Mi palabra quedará escrita para todos los tiempos, con ella formaréis el libro del Tercer Tiempo, El Tercer Testamento, el último mensaje del Padre, porque en los tres tiempos ha tenido Dios su pluma de oro para dejar su sabiduría a la humanidad." (358, 58)
"Formad con mi palabra un libro. Extraed de ella la esencia, para que alcancéis a tener el verdadero concepto de la pureza de mi Doctrina. En la palabra trasmitida por el portavoz, podéis encontrar errores, mas no así en la esencia. Mis intérpretes no siempre han estado preparados; por eso os he dicho que no la miréis superficialmente, sino que penetréis en su sentido, para que podáis encontrar su perfección. Orad y meditad, para que podáis comprenderla." (174, 30)
Independientemente de la confesión o la fe que profesen, la mayoría de los cristianos considerará el título de esta obra, "El Tercer Testamento", como una presunción, debido a que con ello esta obra de reciente revelación es colocada en un nivel de igualdad con el Antiguo y el Nuevo Testamento de la Biblia por ellos conocidos, a los cuales, como Sagradas Escrituras y fundamento de su fe, se los considera concluidos y no pasibles de prosecución o ampliación alguna.
No obstante, el verdadero conocedor de la Biblia estará en conocimiento de que esta posición tradicional no cuenta con fundamento en las clásicas enseñanzas de Jesús, tal como nos fueran transmitidas en los Evangelios del "Nuevo Testamento". ¡Muy por el contrario! En sus prédicas de despedida, Jesús en numerosas ocasiones se refirió a su segunda venida, y en relación con la misma, hizo alusión al "Espíritu de la Verdad", al "Espíritu Consolador", al "Espíritu Santo", que luego habrá de "introducir a la verdad absoluta".
Esta introducción proporciona al cristiano creyente y también a todos los lectores interesados de este libro, un conocimiento veraz de su creación; de qué manera y bajo cuáles circunstancias exógenas la promesa de Jesús sobre su segunda venida se ha hecho realidad, ya que no obstante las declaraciones que al respecto se hallan contenidas en las revelaciones mismas, quedarían sin respuesta varias interrogantes, y podrían dar ocasión a dudas y falsas conjeturas. Esta introducción pretende, asimismo, facilitar la comprensión de aquello que el Espíritu Divino en su nueva revelación ha legado a la humanidad como su Tercer Testamento.
Como cada lector de esta nueva Palabra de Dios lo podrá comprobar por sí mismo, ella irradia suma autoridad, sabiduría y amor. Es el cumplimiento de la promesa de Jesús de regresar "en una nube" (Lucas 21,27), lo cual — expresado en el lenguaje simbólico del Espíritu — significa: en forma espiritual. De ahí que este Tercer Testamento de Dios, como resumen temáticamente ordenado de las revelaciones divinas en México, se constituye en un verdadero testimonio de la segunda venida de Cristo "en Espíritu"; es su mensaje y enseñanza actualizados para la humanidad, en versión compendiada.
Esta palabra pretende ser para el hombre de hoy una ayuda orientadora y conducirlo hacia una mejor y más acabada comprensión de Dios, de sí mismo, del sentido de su existencia en este mundo y de los acontecimientos que le suceden en su vida personal, así como de los sucesos y las transformaciones que necesariamente acompañan los comienzos de esta "Era del Espíritu Santo".
Con la segunda venida espiritual de Cristo en la palabra, esta era del Espíritu y la Espiritualidad del ser humano ya se ha iniciado y Cristo, con su nueva palabra de amor, ha señalado el camino que conduce a ella.
Contrariamente a todas las expectativas de la cristiandad, el acontecimiento principal en la segunda venida de Cristo no es algo por venir, sino ya es historia: ¡En el periodo de tiempo entre 1866 y 1950 se cumplió en silencio, desapercibido e ignorado por "el gran mundo" y la cristiandad! No en el centro de la cristiandad occidental, en Roma, o en el centro de la devoción ortodoxa en el monte Athos, ni, como era por muchos esperado, en la antigua Jerusalén judeocristiana o en el ámbito de la Teología y Filosofía teologal protestante, sino en un país del llamado Tercer Mundo; ¡en México! Y allí tampoco en medio del poderío y la pompa de la dominante iglesia católica, sino en un ámbito de pobreza y humildad, entre el pueblo sencillo de los suburbios o zonas marginales de Ciudad de México, irradiándose y difundiéndose desde allí por el país. ¿Quién lo hubiera esperado?
El regreso de Cristo se hizo realidad en forma de revelaciones recibidas espiritualmente por personas por El elegidas, en estado de éxtasis, entre el pueblo humilde.
Durante los últimos años antes de 1950, una parte considerable de estas revelaciones fue retenida en forma taquigráfica, redactada y posteriormente publicada en doce tomos bajo el título "Libro de la Vida Verdadera". Durante estos últimos años, fueron repetidas en forma ampliada y profundizada todas las enseñanzas anteriores. El presente libro contiene una selección de textos de dicha obra, referidos a algunos de los temas abordados en la misma.
Todas las enseñanzas de Cristo, así como los temas tratados, fueron concebidos por el Señor como su "Tercer Testamento para la humanidad," en particular para el pueblo de "Israel por el espíritu." Con esta introducción, se pretende dilucidar la veracidad de esta trascendental manifestación ante el lector.
El haber escogido a México como el país destinado para la segunda venida de Cristo en Espíritu, de acuerdo a las palabras del Señor, se debe a que los antepasados indígenas de los actuales habitantes fueron martirizados y "cristianizados" en su nombre a la fuerza por los conquistadores españoles. Por otra parte, estos pueblos y sus actuales descendientes, al haber estado durante siglos sometidos y avasallados, han desarrollado un espíritu de hermandad, solidaridad, humildad de alma y tolerancia más profundo que otros pueblos de la Tierra, sobre todo los europeos. De ahí que también muchas espíritus más maduras del antiguo y elegido "pueblo de Israel" hayan nacido en la actualidad en el seno del pueblo mexicano, constituyéndose en testigos del cumplimiento de las promesas brindadas al "Israel espiritual".
Tampoco el nacimiento de Jesús, la primera venida de Cristo al mundo, aconteció en los centros de poder y civilización de Roma o Grecia, tan siquiera en el centro cultural judío de Jerusalén, sino en un sitio alejado, en condiciones de precariedad, siendo la patria y el ámbito de influencia de Jesús la Galilea despreciada por los judíos de Jerusalén. Los eruditos de otrora, imbuidos de espíritu de superioridad, se manifestaron de la siguiente manera al respecto: "¿Qué de bueno puede esperarse de Nazareth?" Los teólogos de la actualidad no deberían incurrir en el mismo error, pensando en lo recóndito, desde un sentimiento de superioridad intelectual: ¿Qué de bueno y trascendente puede provenir de México?
¿Cuáles son las razones que abogan por que las revelaciones espirituales de allí realmente provienen de origen divino? Por sobre todo, las revelaciones en sí mismas, las cuales se hallan inequívocamente empapadas del espíritu y del credo de Cristo, del amor y la misericordia del Padre Celestial. ¿Qué corazón humano habría de permanecer insensible a ello? También la sabiduría y la profundidad de las reflexiones, revelaciones, advertencias y enseñanzas constituyen un elocuente testimonio del Creador. ¿Qué espíritu falaz pretendería tan sólo simular todo esto con intenciones aviesas? ¿En qué consistirían éstas, ya que estas enseñanzas tan sólo podían servir de utilidad al engrandecimiento, desarrollo y ennoblecimiento del género humano?
Habla también a favor de la autenticidad de estas revelaciones como Nueva Palabra de Dios, el hecho de que las mismas hayan tenido lugar a través de tan numerosos portavoces y sitios de revelación, conservando aun así en su espíritu y carácter una unidad, señalando claramente una única esencia y una sola fuente de revelación. ¿Qué oscura fuerza estaría en condiciones de organizar algo así durante décadas en todo un país como seductor juego ilusorio — para burla de Dios? Eso resulta simplemente inviable, y Dios, como amoroso Padre de sus humanos hijos y superior conductor de los designios terrenales, jamás lo permitiría.
Otras razones de peso en favor de la veracidad de estas revelaciones como testimonio del regreso espiritual de Cristo en la palabra, son las coincidencias entre las promesas de Jesús sobre su regreso y las "señales" de las mismas, y lo acontecido en México durante una época mundial de sucesos tumultuosos y cambiantes, con dos guerras mundiales.
Refiriéndose a esta región del continente americano y por ende a México, en el siglo diecinueve fue proporcionado a la cristiandad un significativo testimonio del regreso espiritual de Cristo, a través del así llamado " escriba de Dios", Jacob Lorber en Austria. En un apartado de su portentosa obra de revelación, Cristo habla de que su regreso espiritual ocurrirá en una nación "allende el gran océano", es decir, del Atlántico. Para quienes a través de Lorber creen en las revelaciones, ¿no sería esto un motivo para preguntarse si esta profecía no se ha cumplido ya, y para indagar si en uno de los países del Continente Americano ha acontecido algo que rescate este hecho y le haga justicia? Lo determinante para el juzgamiento no debería, empero, ser tan solo la riqueza Divina que fuera revelada, sino por sobre todo, el amor y la sabiduría que trasmite su enseñanza.
Tal acontecimiento ciertamente existió, y tuvo sus comienzos en los primeros años de la década de los años sesenta del siglo diecinueve. Un sencillo hombre de pueblo, llamado Roque Rojas, en aquel entonces, el 23 de junio de 1861, tuvo una primera experiencia de su misión a través del arcángel Gabriel y una visión, a través de la cual le fue anunciada su misión como precursor terreno del Señor. Cuando después de una nueva y más poderosa visión el se convenció de la autenticidad de su llamado divino, comenzó a relatar a otras personas los mensajes y las visiones que recibiera y en virtud de su poder de convicción y credibilidad, gradualmente fue congregando alrededor de sí una comunidad de creyentes. A través del don de la curación espiritual, que se hizo manifiesto, en los tiempos que siguieron se hizo muy conocido y fue sumamente apreciado por todos aquellos que acudían en busca de ayuda y consejo.
Fundó un primer punto de reunión, en el cual el 1. de setiembre de 1866 a través de el habló Elías por vez primera, siendo consagrados siete hombres y mujeres, que simbolizaban los Siete Sellos de las respectivas épocas de la Historia Sagrada, como los líderes de comunidades a ser creadas. Cuando durante la Semana Santa de 1869 los participantes de un encuentro no hicieron gala de la reverencia y devoción que Roque Rojas esperaba de ellos, se apoderó de éste una furia santa, y destruyó las revelaciones divinas que hasta ese momento había recibido a través de Elías. Declaró clausurado el sitio de reunión, marcando así una prematura finalización de su benéfico accionar. Pero la buena simiente que esparció, germinó y floreció en otros sitios, y años después, en 1884, en una de las comunidades de los Siete Sellos habló por vez primera el mismísimo Cristo, a través de una portavoz que había permanecido fiel a su misión. A partir de ese momento se sucedieron en forma ininterrumpida (semanalmente) las revelaciones divinas, por espacio de generaciones, hasta fines del año 1950. La cuantía de las comunidades y creyentes creció sostenidamente durante este tiempo, de manera tal, que este movimiento cristiano-espiritualista, designado por Cristo como su Obra Espiritual, finalmente abarcó varios cientos de comunidades con muchos miles de seguidores en todo el país.
Los creyentes se reunían regularmente en las mañanas de domingo en sus austeras salas comunitarias o incluso en ambientes particulares, y en todos aquellos sitios, en los que se encontraban uno o varios portavoces de la Palabra, el Espíritu Divino se manifestaba según las necesidades y la receptividad de los oyentes.
Una vez a la semana se atendía a los enfermos que iban en busca de la curación de sus males físicos y espirituales, en el transcurso de los cuales el Mundo Espiritual de Dios se manifestaba espiritualmente, enseñando, aconsejando y sanando. Ocurrieron numerosas sanaciones espirituales en cuerpo y alma, pero las mismas desafortunadamente no han sido testimoniadas en forma escrita para las generaciones posteriores. Es evidente que las mismas fueron consideradas como algo no extraordinario ni meritorio para ser legado.
Con la finalización de las Revelaciones Divinas y de aquel Mundo de Espíritus de Luz a finales del año 1950, que ya mucho tiempo antes había sido anunciada y establecida, se produjo un profundo quiebro en el seno de la Obra Espiritual, un cisma entre aquellas comunidades que se atenían al mandato de Cristo de respetar el termino de sus revelaciones y renunciaban a ulteriores manifestaciones espirituales, y las comunidades y líderes comunitarios que no se conformaban con ello y llevaban a sus portavoces a un estado de trance, abriendo de esta manera las puertas al mundo de los espíritus innobles y engañosos, para recibir falaces manifestaciones de los Espíritus impuros.
Lastimosamente muchos de los guías de estas comunidades desobedecieron y engañaron al pueblo diciéndole que Dios en su caridad divina seguiría manifestándose en la misma forma. Fueron pocas comunidades las que permanecieron fieles, sus miembros en su gran mayoría se dispersaron en reducidos grupos y continuaron reuniéndose, para estudiar, analizar y practicar las Enseñanzas recibidas. Los otros continuaron asistiendo rutinariamente a los lugares, donde ya no se manifestaba la verdad, sino la impostura, llegando también muchos inocentes, que desconocían que con anterioridad Dios había anunciado muchas veces que al finalizar el año 1950, terminaría ésta forma de manifestarse, para dar paso a la comunicación perfecta y directa con Él, es decir de Espíritu a espíritu. Estos inocentes, en su necesidad espiritual y material fueron atraídos a estos lugares debido al ansia humana de recibir consuelo y curación; otros prefirieron seguir asistiendo a estos lugares, llamados templos, y no a los lugares fieles, donde se leían algunos párrafos de su Enseñanza, se intercambiaban opiniones, se meditaba, se oraba, se intercedía por la paz del mundo, se pedía por los enfermos y desamparados y se trataba de poner en práctica la doctrina de Dios.
No obstante estas circunstancias desfavorables, después de 1950, un grupo de hombres y mujeres, en su mayoría antiguos portavoces, empezó a juntar las revelaciones que se hallaban dispersas por todo el país, con el propósito de publicarlas en un gran libro para conocimiento de la humanidad. Al hacerlo, debieron preferentemente apoyarse en copias de los manuscritos escritos a máquina, los que luego de las anotaciones taquigráficas de las revelaciones habían sido realizadas por los mismos escribas, para ser transmitidas posteriormente en forma de copias según fueran requeridas. Se reunió una considerable cantidad de manuscritos de revelaciones, de entre los cuales finalmente fueron seleccionados 366, para integrar los doce libros seriados del "Libro de la Vida Verdadera".
Esto representaba tan solo una parte de todas las revelaciones, especialmente de las de los últimos años antes de 1950. A la vista de esta gran cantidad de revelaciones, se puede partir de la premisa, de que éstas 366 enseñanzas, consideradas como un todo, abarcan la doctrina y todos los temas que el Espíritu Divino ha querido acercar a la humanidad, y sobre los cuales El quería manifestarse, para que aquella encuentre el camino hacia un futuro más promisorio.
Posteriormente, en los años setenta del siglo XX fue fundada en Ciudad de México la "Asociación de Estudios Espirituales", la cual se propuso como finalidad la administración y preservación de los manuscritos de las revelaciones, y la publicación de nuevas ediciones de los volúmenes seriados, así como de literatura complementaria. La Asociación aun hoy considera esa su finalidad primigenia, y no la conducción central de un movimiento espiritual.
Abriendo en cualquier página la presente obra, leemos y sentimos espiritualmente las convincentes, sabias y amorosas palabras y revelaciones de Cristo, a través de seres humanos preparados como herramientas para ese fin. Ellos en parte carecían por completo de instrucción académica y por ende, con frecuencia no ejercían un dominio cabal sobre la lengua que fluía de entre sus labios, y mucho menos lo tenían sobre el contenido, la sabiduría y la autoridad Divina que ellas emanaban.
La nueva Palabra de Dios contiene por una parte afirmaciones y consideraciones relacionadas con acontecimientos y revelaciones en el antiguo pueblo de Israel y durante la vida y obra terrena de Jesús, y por la otra, presenta un cúmulo de nuevos reconocimientos espirituales, los cuales en parte constituyen tajantes correcciones de la tradicional concepción cristiana del mundo. Esto concierne a la imagen de Dios, a la naturaleza divina de Jesús y de María, al ser humano con una chispa divina en su alma y su desarrollo eterno, a las concepciones del cielo y el infierno, al juicio final, a la enseñanza de la salvación y el perdón de los pecados, a la "resurrección de la carne" y la vida eterna. También en lo que hace relación al ejercicio de la fe cristiana, las formas de adoración, se establecen en parte nuevos objetivos, haciendo cuestionamientos o descartando lo antiguo, afectando con ello principalmente las formas del culto al servicio de Dios y las edificaciones sacras.
El mensaje central se corresponde con el que trajo Jesús: en lugar de prácticas religiosas extrovertidas, de devoción públicamente expuesta — hacer oración en silencio, permitiendo que nuestros actos sean guiados por nuestra conciencia; en lugar de buscar un calculado bienestar tanto espiritual como material por motivos egoístas — actuar desinteresada — y espontáneamente en forma altruista por amor a Dios, al hombre y la naturaleza y a la creación divina, en donde "amor" se manifiesta y expresa de diferentes modos: consideración, respeto, solidaridad, afecto, consuelo, ayuda y apoyo; en lugar de una fe cómoda y ciega, — fe viva, atenta, a partir del reconocimiento y el saber espiritual.
En sus manifestaciones el Señor inicialmente dirigía sus palabras a los creyentes presentes, a los que se refería como "(Mi) pueblo", "discípulos" o "labriegos", ocasionalmente también como "(amado) Israel". No obstante, salvo excepciones, en un sentido más amplio se dirigía a todo el Israel espiritual, a todo el pueblo de Dios en el mundo entero, y a todos los hombres de todos los pueblos, razas y credos. Pero, ¿aceptarán con beneplácito y reconocerán ellos esta nueva Palabra de Dios?
Esto no deberá y no habrá de constituirse en motivo para la fundación de una nueva comunidad religiosa, iglesia o secta. Es el llamado de Dios para la renovación y espiritualidad del ser humano y todas sus asociaciones sociales y religiosas. Aquel que desestima Su Tercer Testamento para la humanidad, le está rechazando a El mismo y al Espíritu Santo que allí se revela. Esperamos que esta admonitoria palabra del mismísimo mensaje de amor de Dios sirva para reflexión y sea atesorada por cada quien, así como aquellas admoniciones contenidas en las parábolas de Jesús de las "vírgenes prudentes y fatuas" (Mt. 25, 1-13) y de "la boda real" (Mt. 22, 2-14). Porque esta palabra es el óleo sagrado para las luminarias en extinción del espíritu, es el pan y el vino de la mesa del Señor, el alimento eterno y la recreación del espíritu.